10 Hechos de algunos antiguos monarcas que les dieron el título al más extravagante del reino

Curiosidades
hace 1 año

Aunque en las películas veamos a los reyes y las reinas en su vida ostentosa, no siempre nos enteramos de su lado menos elegante, aquel en el que sus manías y excentricidades superaban lo normal. Ya fuera que tuvieran una obsesión con la belleza o que se creyeran hechos, literalmente, de cristal, todos tenían una cosa en común: su rostro debería estar al lado de la definición de “extravagante” en el diccionario.

1. Isabel de Baviera, Sissi, tenía una rutina de belleza peculiar

La emperatriz era conocida por su belleza inigualable y no escatimaba en cuidados para mantener su reputación. Se dice que desarrolló un miedo terrible a las arrugas, por lo que, a modo de prevención, solía dormir con rebanadas de ternera cruda en el rostro. Además, se bañaba en leche de cabra e incluso llegó a viajar llevándose un rebaño para que nunca le faltara la leche para este propósito.

Por otro lado, su cabellera era tan importante que su peluquera, al terminar de peinarla, debía mostrarle en un cuenco de plata los cabellos que se habían caído en el proceso para que la monarca pudiera revisarlos.

2. Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia nunca se bañaba

Se dice que el rey tenía una aversión al agua, por lo que nunca se bañaba ni se lavaba las manos antes de comer; únicamente se frotaba las yemas de los dedos contra una servilleta húmeda. Inclusive, una dama de la corte se quejó de que ella y sus amigas terminaron infestadas de piojos luego de estar en un lugar que Jacobo frecuentaba.

3. Juana I de Castilla dio a luz en una letrina

La también conocida como la reina loca tuvo un alumbramiento poco digno de la realeza. Cuando estaba embarazada, su esposo, el archiduque Felipe, iba a ir a una fiesta y como Juana no pudo controlar sus celos, prefirió asistir en lugar de quedarse en cama. ¿El resultado? Dar a luz en un momento en el que tuvo que ir al baño.

4. Felipe V de España escuchaba las mismas obras musicales todos los días

Felipe V, el Animoso, estaba fascinado con la melodiosa voz de Farinelli, uno de los castrati más famosos de la historia. Por ello, accedió a pagarle un salario de por vida si se dedicaba a cantar para él y la reina. Durante diez años, cantó todas las noches las mismas ocho o nueve arias, que son piezas musicales creadas para que las cante una voz solista sin el acompañamiento de un coro.

5. Calígula, el emperador de Roma, pidió que construyeran un puente para su caballo

Así como muchos haríamos cualquier cosa por nuestra mascota, el tercer emperador romano no dudó en hacer lo impensable por su caballo. Les pidió a sus hombres que construyeran un puente de tres kilómetros para poder galopar con el corcel. Además, les ordenó a sus tropas que “saquearan” el mar y guardaran conchas en sus cascos.

Se cree que decidió construir el puente luego de que un oráculo romano predijera que su única oportunidad de convertirse en emperador era cruzando a caballo la bahía de Bayas de ida y de vuelta.

6. Enrique VIII de Inglaterra solo usaba su cama si la besaban antes

El segundo monarca de la casa Tudor era bastante paranoico con respecto a las enfermedades. Temía contraer la enfermedad del sudor y la peste, por lo que podía pasar semanas aislado si pensaba que estaba cerca de alguien que podría estar enfermo.

Pero esta no era su única forma de evadir a la muerte, pues también se aseguró de que todas las mañanas, el caballero encargado de tender su cama besara las cobijas y las almohadas que había tocado para demostrar que no las había untado con veneno.

7. Además, tenía quien lo ayudara para ir al baño

Entre los diversos trabajos que existían para servir al rey, el puesto más íntimo de todos era el de gentilhombre del excusado, el hombre que ayudaba a Enrique VIII a ir al baño llevándole un inodoro portátil. El gentilhombre del excusado también se encargaba de monitorear las comidas y las deposiciones del rey.

8. Cómodo creía ser un dios

El emperador romano estaba convencido de que era hijo de Heracles, el hijo de Zeus, por eso no le temía a ningún tipo de enfrentamiento, así fuera contra un gran animal, pues los dioses no pueden morir ni ser lastimados. Fue tanta su obsesión con el tema que pidió que se lo llamara Heracles y empezó a vestir un manto de león, como se suele representar a dicho dios griego.

9. Carlos VI de Francia y I de Navarra se creía de vidrio

Mientras que algunos reyes de la historia se han sentido hombres fuertes y gallardos, o hasta dioses, Carlos VI, el Hermoso, estaba convencido de que estaba hecho de vidrio. Aterrado por la posibilidad de romperse, les ordenó a los cortesanos que no se le acercaran y se vestía con ropa especial reforzada para proteger su frágil cuerpo.

10. Luisa Isabel de Orleans creció sin un nombre

Antes de su matrimonio, era conocida con el título de mademoiselle de Montpensier, ya que no tenía un nombre de pila. Por otro lado, tenía un comportamiento que molestó bastante a su esposo, Luis I de España, pues se negaba a usar ropa interior y tenía la costumbre de desnudarse para limpiar las ventanas y los azulejos del palacio con su propia ropa.

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