El corazón también piensa y ahora la ciencia lo confirma

Curiosidades
hace 13 horas

Muchos usamos la frase “es una corazonada” en alguna que otra situación. Esa intuición que te empuja, incluso cuando no tenemos una explicación clara. Por mucho tiempo, se descartaron estas intuiciones como meros caprichos irracionales. Sin embargo, estudios revelan que el corazón también “piensa” y que esas dichas “corazonadas” no son tan ilógicas como siempre se creyó.

El minicerebro de cada persona

En la escuela, el corazón se presenta como un músculo, esencial para la vida, pero simple y capaz de transmitir las órdenes del cerebro. Sin embargo, la realidad de este órgano enigmático va mucho más allá. Investigaciones recientes revelan que tiene función mucho más avanzada.

El corazón posee 40 000 neuronas, específicamente neuritas sensoriales, las mismas que en un solo milímetro cúbico de cerebro. Convirtiéndolo así en un “pequeño cerebro” dentro de cada ser humano, demostrando que, en vez de una bomba simple, cuenta con su propio sistema nervioso complejo y crucial para controlar su ritmo. Este descubrimiento explica numerosos fenómenos que antes carecían de claridad.

¿Una simple corazonada?

Algunos lo llaman corazonada, otros intuición. A veces experimentamos estas sensaciones, pero a menudo se califican como poco confiables porque no se guían por la razón o la lógica. Sin embargo, la realidad es que, cuando eso pasa, son las neuronas del corazón trabajando a través de su sistema nervioso intracardíaco (ICNS).

Este sistema es una compleja red de neuronas y ganglios que funciona como un minicerebro. Es capaz de detectar cambios internos en el corazón y procesar esa información de forma independiente, permitiéndole al órgano adaptarse en tiempo real a las necesidades del cuerpo. Además, envía señales cruciales al cerebro, influyendo directamente en nuestras emociones, decisiones y dando paso a esas “corazonadas”.

La evidencia científica ha revelado que las neuronas del corazón tienen memoria, aprenden, perciben y recuerdan. Pensemos en alguien caminando por una calle oscura de noche. A pesar de no ver ni oír nada sospechoso, una “corazonada” súbita le advierte que algo anda mal. Puede que el cerebro consciente no detecte señales lógicas de peligro, pero el corazón sí capta diminutas pistas que provocan cambios fisiológicos instantáneos.

No es que el corazón “piense” mejor que el cerebro; más bien, sus neuronas envían rápidamente señales al cerebro. Más bien, detectan alteraciones sutiles en el cuerpo que la mente consciente no ha registrado completamente

En resumen, el minicerebro del corazón, trabaja en estrecha colaboración con el cerebro principal. Las neuronas cardíacas detectan y procesan diversas alteraciones, enviando una señal instintiva al cerebro. Al recibir esta información, el cerebro la interpreta como esa fuerte sensación de presentimiento, impulsando a una acción antes de que se pueda analizar lógicamente la situación.

Es como si el corazón proveyera una “pista” que acelera la respuesta cerebral, llevando a decisiones más eficientes y adaptativas, incluso si no sabemos inmediatamente la razón detrás de esa “corazonada”. Este fascinante descubrimiento nos permite comprender que las decisiones “tomadas con el corazón” no son irracionales, sino que están profundamente conectadas con los complejos sistemas de comunicación entre el corazón y el cerebro.

¿Qué fuerte corazonada tuviste que todos desestimaron, pero que al final resultó ser completamente acertada?

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