Estos 15+ papás encontraron las formas más geniales (y tiernas) de criar a sus hijos

Historias
hace 9 horas

Estamos acostumbrados a pensar que la crianza de los hijos recae principalmente en las madres. Pero hay otro gran protagonista en esta historia: el padre, cuya labor muchas veces pasa desapercibida. Lo cierto es que hay padres con un don especial para conectar con sus hijos, al punto de dejar incluso a las madres con la boca abierta. Y es que, en muchas ocasiones, los pequeños se sienten más valientes y libres cuando están con su padre.

  • Mi papá es un hombre de familia normal. Suele ocultar sus emociones, tiene un aire bastante rudo y serio. Pero también puede convertirse en el “monstruo de las cosquillas”. Esa faceta aparece cuando mi hermana menor, mi mamá o yo estamos tristes. Llegas a casa, cansado y desanimado; mamá está de mal humor en la cocina, mi hermana llora en su cuarto por sus preocupaciones, y de pronto aparece el “monstruo de las cosquillas”, que un segundo antes era el padre estricto de siempre, y empieza a hacerte tantas cosquillas que no aguantas: te ríes, corres, lloras de la risa. Yo creo que cada padre hace de este mundo un lugar un poco mejor, solo que cada uno tiene su propio método. Amen a sus papás, son únicos. © Not everyone will understand / VK
  • De niña, yo era muy curiosa, y mi papá solía involucrarme en cosas de la casa con frases como: “¿Quieres que te muestre?” o “¿Alguna vez has visto cómo...?” Una vez, había que limpiar el patio, y se me acercó preguntando: “¿Alguna vez has visto cómo se evapora el agua con el sol? ¿No? ¡Entonces ven, te muestro!” Salimos, y papá empieza a regar el patio con la manguera mientras me dice que en unos minutos todo se va a secar. Luego añade: “Y mientras esperamos, ¿qué tal si barremos? Tú barre del lado derecho y yo del izquierdo, y al final vemos quién lo deja más limpio”. Me entusiasmo barriendo, procurando no dejar ni una basurita, para que no quede peor que el lado de papá. Cuando terminamos, dice: “¿Ves? Ya se evaporó toda el agua”. Miro alrededor, y el patio está seco. Por supuesto, para mí, la ausencia de agua era como magia© MissLoyality / Pikabu
  • Estaba caminando con mi hijo de 3 años, y de pronto dijo: “¡Estoy cansado de caminar!” Como madre, empecé a pensar en todas las formas posibles de convencerlo de seguir, de consolarlo. De repente, mi esposo respondió con una frase, y el niño salió corriendo, feliz y contento. Simplemente le dijo: “¿No puedes caminar? ¡Entonces corre!” Y mi hijo corrió, feliz y contento, el resto del camino. © Mamdarinka / VK
  • Mi papá falleció cuando yo tenía 6 años. Ya no recuerdo mucho de él, pero mi recuerdo más vívido de la infancia es de un verano en el que fuimos al pueblo y papá se preparaba para ir de caza. Corrí hacia él y le pedí que me trajera una ardilla para tenerla en casa y alimentarla con nueces. Al final, papá regresó... ¡y trajo una ardilla de verdad! Estaba encantado. Después la dejamos libre, pero ese es un recuerdo muy especial de mi infancia, cuando papá aún estaba con vida© Overheard / Ideer
  • Hoy es mi cumpleaños y me puse a pensar. Mi padre me adoptó. Me mostró que soy digna de amor, me enseñó a jugar al básquetbol y a hacer nudos. Tenía un sentido del humor muy particular. Éramos siete hijos en casa, y a cada uno nos quiso como si fuéramos suyos. Para cada cumpleaños preparaba algo especial. Vivíamos con lo justo, pero mi padre me hizo sentir la persona más rica del mundo cuando dijo: “Hay gente tan pobre y tan sola, que lo único que tiene es dinero”. Esa frase se me quedó grabada y cambió mi forma de ver la vida. © abqkat / Reddit
  • A los 5 años decidí hacerles una broma a mis padres. Me metí debajo de una cobija y, como era tan delgada, realmente no se notaba. Mis papás corrían por el departamento buscándome. Esto duró un par de horas. Entonces papá se lució: entró al baño, levantó la tapa del inodoro y empezó a revisar si no estaba ahí. Con mi ataque de risa, me encontraron de inmediato. © Overheard / Ideer
  • Estoy convencida de que mi esposo merece un Premio Nobel en crianza de los hijos. Se le ocurrió un método que logra que nuestra hija se vista en menos de 3 minutos, garantizado. La idea es así: ella se sienta a unos 2 metros de nosotros y empezamos a lanzarnos la ropa entre las dos. Si no la lanzo bien o no la atrapo, me tengo que poner esa prenda. Y así seguimos hasta que está completamente vestida. No se imaginan cuánto le encanta este juego. Por cierto, se vale “fallar” un poquito a propósito para que se vista aún más rápido. © tah4349 / Reddit
  • De niña, me daba mucho miedo una figura tallada en madera de un viejo desdentado que estaba en el despacho de mi papá. Incluso de día, si entraba ahí, casi me arrastraba detrás del mueble con tal de que no me “viera”. Al final, mi papá se enteró y, unas semanas después, apareció una segunda figura tallada, pero esta vez con su rostro. Desde entonces, entrar a la habitación ya no daba tanto miedo. © Overheard / Ideer
  • Una vez, papá nos hizo una confesión sobre mí y mi hermana (Cristina). Dijo: “A ella se le podía motivar con frases como ‘Solo Cristina puede con esto’ o ‘Está claro que nadie lo hará mejor que Cristina’. Tú creciste siendo más práctica, y ella era más teórica, como una guía, así que le encantaba explicarte cosas. Por eso, si había alguna tarea nueva, se podía involucrar a las dos con algo como: ‘Hija, ven, que Cristina te va a mostrar cómo se limpia la alfombra’. Lo hacía por primera vez, pero agarraba el cepillo y, con toda seguridad, te enseñaba cómo hacerlo ‘bien’, sin tener la menor idea.” © MissLoyality / Pikabu
  • En segundo grado comenzamos con las clases de dibujo. Recuerdo lo mucho que me costaban todos los trabajos, mientras que mis compañeros llevaban dibujos muy buenos. Un día le pedí ayuda a mi papá. No voy a decir que mis dibujos mejoraron muchísimo, pero al menos ya no eran tan feos como los que hacía sola. Mi papá me ayudó hasta el verano. Al final del año, me enteré de que todos tenían un 8 en dibujo, y solo yo tenía un 10. Me acerqué a la maestra y le pregunté: “¿Por qué yo tengo un 10?” Ella sonrió y me respondió: “Porque tú dibujas sola, se nota. A los demás los ayudan sus papás o mamás. Lo importante no es el resultado, sino el esfuerzo.” © SchoolKogwarts / VK
  • A mi hermana y a mí nos inscribieron en un kínder con estancia semanal. Los lunes, mi papá nos acompañaba hasta el autobús. Era triste, pero él nos seguía saludando con la mano durante un buen rato, hasta que el autobús doblaba la esquina. Y los viernes nos iba a buscar, y nos llevaba a una cafetería. Él tomaba café bien cargado, y nosotras, sentadas, balanceábamos las piernas mientras comíamos pastelitos. Papá, por cierto, nos dejaba probar su café con una cucharita. Es el recuerdo más especial de mi infancia. © Overheard / Ideer
  • He aprendido que a los niños pequeños siempre hay que avisarles con unos minutos de antelación cuando se planea cambiar de actividad: salir del parque, salirse de la bañera, apagar la televisión, dejar de jugar y cosas por el estilo. Eso los prepara psicológicamente para el cambio. El niño ya sabe lo que va a pasar, así que lo acepta con tranquilidad. © gidikh / Reddit
  • Yo era una fanática total de los dulces. No podía pasar un solo día sin comer algo dulce. Mi novio lo sabía perfectamente y, hace poco, me hizo una sorpresa espectacular. Llegué a casa y vi que había Rafaellos esparcidos por el piso, formando un caminito que me llevó hasta la cocina. Miré la mesa y encontré un ramo de rosas rojas y varios paquetes de chocolates. Llamé a mi novio para agradecerle y él me dijo: “Yo no hice nada”. Entonces encontré una nota. Resultó que fue mi papá quien me preparó esa sorpresa. Solo un padre puede conocer mejor a su hija que el propio novio. © Karamel / VK
  • Cuando nos queda un solo pedazo de pastel que hay que dividir en partes iguales, les digo a mis hijos: “Uno corta y el otro elige el trozo”. Al final, mis hijos dominaron el arte de repartir equitativamente. A veces, parece que podrían trabajar en un laboratorio, porque aprendieron a dividir todo con una precisión milimétrica. © Ihavenocomments / Reddit
  • Mi papá me enseñó a andar en bicicleta con un método muy efectivo: me dio la bici y dijo: “Camina con ella de un lado a otro por la calle”. Después de 15 minutos de ir y venir, estaba furioso conmigo mismo y con mi torpeza. Al final, me subí al asiento y, llevándome por delante algunas cercas, recorrí mis primeros metros. Los primeros metros de la felicidad infantil. © Overheard / Ideer
  • Tengo dos hijos: una hija y un hijo. Ella es la mayor. Como en cualquier familia, a veces surgen conflictos de intereses: los dos quieren el mismo juguete, el mismo dulce, y ninguno quiere ceder. Un día se me ocurrió una idea que, de inmediato, resolvió los conflictos y les enseñó a llegar a acuerdos. Le pregunté a mi hijo:
    “¿Sabes que hay que cederles a las niñas?”
    “¡Sí!”
    De inmediato frunció el ceño, y mi hija empezó a sonreír. Pero volví a intervenir:
    “Hijita, ¿y tú sabes que hay que cederles a los más pequeños?”
    ¡Listo! Los dejé confundidos. Empezaron a negociar. Al final, la contradicción entre dos normas comunes de comportamiento dio paso al nacimiento de la diplomacia en nuestra pequeña familia. © oumnicquez / Pikabu
  • En tercero de primaria, mi papá solía prepararme por las mañanas para ir a la escuela, ya que mi mamá salía más temprano al trabajo. Era 3 de septiembre, y mi papá estaba apurado: me dio de comer, me peinó, me vistió. Iba feliz camino a la escuela, pero todos a mi alrededor se reían de mí. Subí las escaleras del colegio y... rompí en llanto. ¡Resulta que había ido a la escuela con las pantuflas puestas! © Overheard / Ideer

Estarás de acuerdo en que aquí es donde reside la verdadera magia de la paternidad, ya que complementa el cuidado materno y crea armonía. Cuando mamá y papá están presentes, el niño recibe lo más valioso.

Imagen de portada Overheard / Ideer

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