La historia de una niña que vivió una aventura al estilo Tarzán que la hizo ver el mundo de otra manera
La educación de los niños depende en gran medida de los padres, quienes deciden cuáles son las mejores formas de criarlo para convertirlo en un adulto capaz de desenvolverse en la sociedad. Pero algunos desean algo diferente, como pasó con los padres de una niña llamada Tippi Benjamine Okanti Degré, quienes tomaron la decisión de hacerla vivir una verdadera aventura a lo Tarzán de la selva durante su infancia.
Aislada de la vida urbana, esta pequeña desarrolló una conexión especial con los animales que la rodeaban, estableciendo un vínculo único con la naturaleza que la convirtió en una niña salvaje, en el mejor sentido de la palabra. La niña aprendió a entender los comportamientos y necesidades de los animales de su entorno. Su capacidad para comunicarse con ellos y su asombrosa empatía la transformaron en una especie de confidente de la naturaleza.
Su historia ha dejado perplejos a muchos y ha provocado preguntas sobre la verdadera naturaleza de nuestra conexión con el mundo natural. ¿Podemos, como seres humanos, recuperar esa conexión con la naturaleza que parece haberse desvanecido en la vida moderna? La historia de esta niña salvaje nos inspira a reflexionar sobre la importancia de preservar y respetar la vida salvaje y cómo podemos aprender valiosas lecciones de nuestro entorno natural.
Tippi era una niña con un don especial: su amor inmenso por los animales, a quienes consideraba sus mejores amigos. Acompañada por sus padres, Sylvie Robert y Alain Degré, Tippi vivió una aventura única en África en sus primeros 10 años de vida.
Sus padres eran fotógrafos franceses y amantes de la naturaleza, quienes tuvieron a su hija en el hermoso desierto de Namibia en 1990. Su madre, Sylvie, describió la experiencia como mágica, al disfrutar de la libertad que le ofrecía la naturaleza salvaje de África: “Éramos nosotros tres viviendo con los animales y pocos humanos”, recordó la mujer.
La decisión de criar a Tippi en el desierto africano resultó ser una de las mejores que tomaron sus padres. La niña pasó toda su infancia en medio de la naturaleza, rodeada de todo tipo de animales, lo que le permitió forjar una conexión mágica con ellos. Entre sus amigos de cuatro patas se encontraban Abu, un elefante de 28 años, y JB, un leopardo huérfano criado en libertad.
Además, se relacionó con cocodrilos, leones, jirafas, avestruces y otras criaturas salvajes. También aprendió muchas cosas de las tribus Bosquimanos e Himbas, quienes le enseñaron su lengua y sus secretos de supervivencia en el desierto. La relación afectiva con los Bosquimanos era tan profunda que la consideraban como uno de ellos.
La aventura de Tippi fue maravillosa y enriquecedora, retratada en fotografías y documentales realizados por sus padres. Aunque posteriormente regresaron a París, los recuerdos de África siempre permanecieron en su corazón.
Tippi, quien actualmente estudia cine en La Soborna en París, sigue luchando por encontrar un equilibrio entre sus dos mundos tan distintos. En sus entrevistas, ha expresado su deseo de que sus futuros hijos también tengan la oportunidad de crecer en tierras africanas, tal como ella lo hizo.
A lo largo de su vida, Tippi ha dejado un legado de amor por la naturaleza y una conexión única con los animales, un tesoro que la acompaña en su camino hacia el futuro. Sin duda que estas historias de amistad con animales salvajes son increíbles y nos enseña lo maravilloso que es este mundo.