Menos mal que se ha divorciado de él, yo nunca le perdonaría
“¡Lo descubrí por la bolsa!” La verdadera historia sobre cómo los hombres subestiman en vano la lógica femenina
¿Perdonar una infidelidad o pedir el divorcio? Esta pregunta no es tan sencilla de contestar cuando detrás quedan 15 años viviendo juntos, una vida en común establecida y los hijos sin sospechar nada. Por eso, algunos cónyuges prefieren hacer la vista gorda a las señales de infidelidad, pero este no fue el caso de la protagonista de nuestra historia, que parece haber tomado lecciones de deducción del mismísimo Sherlock.
Una usuaria de las redes sociales, bajo el nombre de Infinity222, compartió la historia de su amiga, sobre cómo esta logró descubrir el “regalito” de su esposo. Genial.guru cree que una infidelidad tan magistralmente averiguada no puede pasarse por alto.
Fui por los regalos de Navidad. Allí, en una tienda, me encontré con una amiga a quien no veía desde hacía seis meses.
— Hola, ¿cómo estás?
— Bueno, me divorcié de mi esposo.
— ¿De verdad? Si llevaban viviendo juntos 20 años, todo parecía ir bien.
Nos sentamos a tomar un café y ella me lo contó.
“Desde febrero, o marzo, las cuestiones económicas le empezaron a ir mal a mi esposo: no le dieron gratificaciones, luego le redujeron el sueldo. Bueno, pienso, esto le puede pasar a cualquiera. Al llegar el verano, comenzamos a vivir, prácticamente, solo con mi sueldo. Por supuesto, él aportaba algo, pero varias veces menos que antes. Además, constantemente, tenía algunos problemas: se estropeó el auto, sus padres necesitaban ayuda con urgencia. No estaba particularmente molesta, habíamos pasado ya por todo: yo también estuve sin trabajo un tiempo mientras él mantenía a la familia. Él se preparó para ir a pescar a la orilla del río. Son un grupo de amigos que, desde hace 15 años, van a pescar. Solo hombres. Mi esposo volvió de este encuentro. Mientras yo clasificaba sus prendas para lavar, encontré una bolsa de una tienda de zapatos cara. Estaba claro, son hombres: vieron una bolsa y metieron sus cosas ahí. También pensé: qué zapatos compran otros a sus esposas.
Pasaron un par de semanas, quería ir de compras pero tenía un neumático pinchado. Llamé a mi esposo para que me trajera las llaves de su auto y, mientras tanto, arreglara el mío. Compré todo lo necesario, abrí el maletero y vi dos bolsas de esta costosa zapatería llenas con sus cosas para el deporte. En ese momento, algo hizo clic en mi cabeza: algo no cuadra. Llamé a las esposas de aquellos hombres con los que había ido a pescar. Nadie compró zapatos en aquella tienda y era previsible: allí los precios comienzan desde 500 USD. Al día siguiente, me acerqué a esta tienda, me probé todos los zapatos de mi número, estuve allí al menos una hora y media. Tomé fotos de todas las dependientas.
Llegó el cumpleaños de mi esposo. Vino a casa con un teléfono nuevo, diciendo que se lo habían regalado sus compañeros. Sí, claro, ¡un iPhone que cuesta 800 USD! El viejo se lo regaló a nuestra hija. Lo revisé, anoté todos los contactos y empecé a hacer llamadas. El contacto de “Jorge, taller de auto”, dos números: fijo y móvil. En el móvil, descolgó una mujer, y en el fijo, la costosa tienda de zapatos. ¡Bingo! Entré en Internet. La tienda albergaba una cuenta de Instagram. Revisé a todos sus suscriptores. La encontré. La joven llamada Elena. Desde la primavera, salían sus fotos con enormes ramos de flores, con la inscripción “El regalo de mi amado”, restaurantes y similares.
Y la guinda del pastel: una foto abrazándose junto a mi esposo con la frase “Mi amado y yo, de vacaciones”. Como se descubrió más tarde, él incluso había comenzado a ganar más dinero: ascendió en su trabajo. Simplemente, mantenía a aquella joven, pagaba el alquiler de su departamento, le hacía diferentes regalos.
Tomamos ya tres tazas de café y en mi cabeza no lograba encajarlo: pero, ¿cómo puede ser? Le pregunté: “Bueno, ¿cómo no le arrancaste los pelos a esta mujer? ¿Por qué regalarle a tu esposo, sin más?”.
Esperaba oír algo sobre el orgullo y lo de “no perdonaré la infidelidad”, pero no, su respuesta fue la siguiente: “¿Honestamente? Probablemente, lo hubiera perdonado. No le dije nada al principio, me quedé callada. En septiembre, cuando nuestra hija comenzó el último curso de la escuela, surgió la cuestión sobre los profesores adicionales. Ella quiere estudiar medicina y tú sabes cuánto dinero hace falta para eso. Entonces, él dijo que no había dinero y que podría probar con otra universidad. Y desde su infancia, ella soñaba con ser doctora. Vendí mi auto, pagué por los profesores. Pensando que podría no darme con este dinero, comencé a pedir ayuda económica a mis amigos. Llamé al jefe de mi esposo, teníamos una buena relación. Él me contó que mi esposo había tomado prestados 5 000 USD hacía un mes para los profesores adicionales de nuestra hija. De este modo, se descubrió todo. Y ya sabes, punto final. Se convirtió en un extraño para mí. Pedí de inmediato el divorcio. Me seguía, me suplicaba que no tomara una decisión precipitada, juraba que todo había terminado. Pero todo eso ya no tenía sentido. Vale que me traicione a mí, pero había traicionado a su propia hija”.
Estuvimos sentadas en silencio durante un rato. Me sentí bastante incómoda. Conozco a esta familia desde hace mucho tiempo y no esperaba algo así. Y mi amiga, entonces, me dijo: “Bueno, no pasa nada. ¡Pero fíjate cómo lo descubrí: por una bolsa!”. Y todos se burlan de la lógica femenina.
¿En tu vida hubo historias en las que te pusiste en la piel de un detective y descubriste a los mentirosos?
Comentarios
Yo no hubiese buscado tantas pistas. Directamente lo habría hablado con él a ver que me decía
No entiendo como en un principio iba a perdonarle la infidelidad…
¿"Regalarle al esposo"? ¿Qué clase de comentario es ése? Así como un hombre no es dueño de su mujer, una mujer no es dueña de su marido, no es algo que puedas aventarle a la amante y ya. Y la verdad, qué poca dignidad de la señora si estaba dispuesta a perdonarle que la tratara como material de segunda, haciéndola sufrir por dinero para que él pudiera mantener a la amante. Que ella se enojara por la hija está bien, pero habla de lo poco que ella se valoraba como la esposa. No justifico al hombre, fue un auténtico desgraciado, pero la esposa no supo darse su lugar.
Muy cierto, con los hijos no se choca