Lo que en verdad acabó con el tiburón megalodón
El megalodón vagaba por los océanos, asustando (y masticando) todo en pedazos mucho después de que los dinosaurios fueran aniquilados por el gran meteorito. Sabemos que fue el mayor y más peligroso cazador que jamás haya existido, así como el tiburón más grande.
Era el rey de todos los mares, nadando libremente entre la mayor parte del océano. Pero entonces, hace unos 2,5 millones de años, el último de su especie desapareció de la Tierra para siempre, dejando solo unos enormes dientes que fueron encontrados por los arqueólogos modernos.
¡Y podría ser debido a los tiburones blancos! El megalodón suele describirse como una especie de versión gigantesca de este animal marino. Esta es una idea errónea común que la gente hace porque se pensaba que estas criaturas estaban relacionadas.
En realidad, el megalodón se parecía más a un tiburón sarda moderno: tenía un hocico corto, una mandíbula inferior chata y unas largas y enormes aletas pectorales que soportaban su peso. Y lo que es más importante, los ancestros de los actuales tiburones blancos existieron al mismo tiempo que el megalodón.
Pero un gran tamaño conlleva una gran torpeza. Aunque el megalodón era enorme y poderoso, tampoco era tan ágil como los tiburones blancos, más pequeños y rápidos. Los investigadores creen que los tiburones blancos rivalizaban con el megalodón por la comida y a menudo eran cazadores más exitosos gracias a su agilidad. No podían luchar abiertamente contra el megalodón, pero eran lo suficientemente rápidos para robarle su comida.
Así, el único alimento que le quedaba al megalodón eran las ballenas y otros animales marinos igualmente grandes. Los megalodones adultos podían atrapar fácilmente a esas bestias, pero sus crías eran mucho más pequeñas y vulnerables que sus padres. Los científicos creen que otros tiburones podrían haber aprovechado esto en su beneficio. Cuando el megalodón aún era pequeño, a menudo se convertía en comida para los tiburones blancos, los tiburones sarda y los tiburones tigre. Incluso entonces, un tiburón blanco podía medir casi 6 metros, mientras que una cría de megalodón solía ser dos veces más pequeña. ¡Una comida fácil para un tiburón blanco!
Pero aun si no hubiera habido un enfrentamiento abierto entre los jóvenes megalodones y los tiburones adultos más pequeños; las crías del megalodón no habrían podido encontrar comida para crecer hasta la edad adulta. La población de otros tiburones estaba creciendo y rivalizaban entre sí y con los megalodones por la comida. Cuantos más tiburones blancos y otros tiburones había, menos comida quedaba para los jóvenes tiburones monstruos. Eventualmente, simplemente habrían muerto de hambre.
Como si esto no fuera suficiente para que el megalodón dejara de existir, su gran comida favorita, las ballenas, comenzó a adaptarse a las condiciones cambiantes de la Tierra. El megalodón era un tiburón amante del calor, y abundaba en aguas tropicales y subtropicales. Cuando evolucionaron por primera vez, hace unos 20 millones de años, el clima del planeta era mucho más suave. Tanto la tierra como los mares eran en general más cálidos, por lo que el megalodón podía nadar y comer donde quisiera.
Con el paso de los años, el clima siguió cambiando. Se volvió extremadamente frío cerca de los polos, y muchos animales marinos y peces tuvieron que adaptarse a este cambio de temperatura. Pero el megalodón no se adaptó tan bien. Le seguían gustando las aguas cálidas, así que se quedó donde se sentía cómodo, aunque esa zona se estuviera reduciendo. Lo que no sabía era que las ballenas estaban entre las que se adaptaban al frío. Los grandes mamíferos marinos se fueron más al norte, ¡y el megalodón se quedó sin su cena!