Exijo que mi hijastra nos pague alquiler. ¡La casa de su padre no es un hotel gratis!

Vivir en familia puede ser maravilloso, pero no siempre es fácil, especialmente cuando se trata de la limpieza. Esas pequeñas discusiones sobre quién lavó los platos o por qué el baño no está impecable pueden escalar rápidamente, haciendo que dificultades cotidianas, se transformen en un verdadero dolor de cabeza. En el caso de la mujer de esta historia, la cosa entre ella y su prima no pasó a mayores, pero sí trajo consecuencias.
“Vivo con mi prima Rosa, su esposo y su hijo. Compartimos la renta, el Wifi y la electricidad, el resto es por separado. Tenemos un departamento de 2 habitaciones y 2 baños, ellos tienen un baño en su habitación, pero yo no. La lavadora y la secadora están en mi baño y como ellos son tres personas, Rosa básicamente lava la ropa todos los días.
Ahora, como hacemos todo por separado, incluida la limpieza, aunque ellos usan mi baño con frecuencia, nunca le he pedido a Rosa ni a su esposo que lo limpien, al menos hasta hace poco”
“Durante las últimas semanas, Rosa ha estado dejando la ropa en mi lavabo, si su esposo está en su baño, se peina y se maquilla en el mío, dejando manchas y cabello por todos lados y, si derrama detergente líquido, simplemente lo deja ahí.
Le he pedido varias veces que limpie después de que lo usa, pero dice que lo hará más tarde y eso nunca sucede. Si fuera algo que pasa solo de vez en cuando, no sería gran cosa, pero ya viene pasando durante varias semanas, así que tome una pequeña venganza”.
“Aprovechando que ella, cuando está en su celular, no escucha, le dije mientras estaba metida en sus redes sociales que iba a limpiar mi baño, ya que mi novio iba a venir y que se asegurara de no poner ninguna de sus prendas en el lavabo o en la encimera, porque iba a usar cloro. Ella me respondió ’ajá’, pero era obvio que no estaba escuchando.
Repetí lo mismo un poco más fuerte y le pregunté si estaba escuchando y dijo que sí, así que procedí a limpiar sabiendo exactamente lo que sucedería. Un rato después de empezar, Rosa entró al baño para sacar su ropa de la lavadora y, tal como predije, la puso justo en la encimera. Le dije que la encimera estaba llena de cloro y se asustó”.
“Me dijo que yo no le había dicho nada y yo le respondí que se lo había repetido dos veces y que, además, ella vio que yo estaba limpiando con cloro, así que, aunque lavó la ropa nuevamente, algunas prendas ya estaban dañadas. Nunca más volvió a dejar mi baño hecho un desastre”.