15+ Historias sobre personas realmente inadecuadas

Cada pareja es un mundo diferente, con sus acuerdos y formas de vida, pero a veces la balanza no es muy justa y una persona termina con más responsabilidades, mientras la otra vive con total tranquilidad. Esta fue la situación que llevó a una mujer a compartir su experiencia con un esposo que, aunque dice querer una relación equitativa, parece esperar que ella lo atienda como si fuera su mamá.
Mi esposo parece que solo quiere que sea yo quien cocine. Yo preparo la mayoría de la comida, casi siempre hago comida por adelantado y la congelo en porciones. Empecé a hacerlo porque me ahorra mucho tiempo y así tengo las tardes libres. Y aunque mi esposo me ayuda con la preparación, no sabe cocinar, así que al final yo me encargo de la mayor parte.
Ahora, el problema es este: mi esposo no quiere ayudar a descongelar la comida, preparar snacks o poner la mesa cuando es hora de comer. Espera hasta que yo termino de hacer todo eso y solo entonces se sienta a la mesa. Ha habido ocasiones en que no me da tiempo de comer, y él tampoco come en esas situaciones. Cuando le pregunto por qué no comió, me dice que no tenía hambre. Incluso una vez dijo que se quedaba en su cuarto media hora más para asegurarse de que yo ya hubiera terminado de preparar todo antes de bajar a la cocina. Eso me molestó mucho. Tuvimos una conversación y la situación mejoró un poco: empezó a ayudar a poner la mesa y a servirnos las bebidas.
Recientemente decidió que va a cambiar de dieta. Lo ayudé a pensar ideas de comidas, fuimos juntos a comprar los ingredientes y preparamos lo que habíamos comprado. Lo único que tiene que hacer ahora es armar su plato y calentarlo en el microondas. Me pidió que lo hiciera yo, y le dije que se lo mostraría una vez, pero que de ahora en adelante tendría que hacerlo él solo. Se lo mostré.
Pero hoy, mientras yo estaba agarrando mi almuerzo, me pidió que le preparara el suyo también. Me negué y le dije: “Ya está todo preparado, tú puedes calentarlo solo”. Almorcé sola. Cuando terminé, él bajó a la cocina a preparar su almuerzo. En la cena le ofrecí del platillo que yo estaba calentando y él se negó, hizo su propia cena en su lugar. Parece que está molesto, pero él dice que no lo está.
Además de eso, en nuestras sesiones de terapia de pareja, tanto él como yo le dijimos a la consejera que buscamos una relación de pareja en igualdad. Nuestra consejera sugirió que podríamos explorar la idea de tener una “cabeza del hogar” o un “líder” en la relación. Yo rechacé esa idea porque me parece algo anticuada y no es lo que quiero en mi relación. Mi esposo no alcanzó a responder porque ella se enfocó en lo que yo dije. Luego me preguntó cómo planeaba resolver un conflicto o tomar una decisión si los dos teníamos puntos de vista opuestos y ninguno cedía. Le dije que, en ese momento, no sabía cómo responder. Ella dijo que en ese caso sería útil que mi esposo fuera quien tuviera la última palabra. Yo le pregunté: “¿Y por qué no puedo ser yo esa persona, entonces?”. Ella respondió que eso no significaba que él fuera el único que tomara decisiones, solo que tendría la última palabra cuando hubiera un “empate”.
Es mi primera vez en terapia de pareja, ¿esto es normal? Yo pensaba que el trabajo de la consejera era ayudarnos a alcanzar nuestras metas según nuestros valores, no intentar imponer los suyos. ¿Estaré malinterpretando la situación?
Cada pareja encuentra su propio ritmo y sus propias reglas, y lo que funciona para unos puede no servir para otros. Lo importante es que ambos se sientan valorados, escuchados y en equilibrio, pues el amor también se construye en los detalles del día a día. ¿Qué te parece que los protagonistas de esta historia deberían hacer para mejorar su relación?