22 Perlas de sabiduría infantil que dejaron a los adultos boquiabiertos

Muchas veces se subestima el valor de las tareas domésticas, considerándolas simples, aburridas o incluso poco importantes. Sin embargo, para algunas personas, estas actividades son mucho más que una obligación: son una forma de mantener el orden, expresar cuidado por el hogar y, en muchos casos, una manera de relajarse o sentirse productivas. Hacerlas con música, a su propio ritmo y sin presiones externas, puede transformar una rutina en un momento personal de bienestar.
Para algunos, hacer ejercicio es la mejor manera de liberar el estrés, para otros, leer un libro. También existen, como podemos ver en este caso, quienes disfrutan de actividades como barrer o trapear, encontrando en ellas calma y satisfacción. El problema surge cuando esta forma de aprovechar el tiempo es juzgada o minimizada, bajo la idea de que “no cuenta”. Esta falta de reconocimiento puede provocar tensiones en la convivencia. Valorar que cada persona organiza su tiempo y encuentra bienestar de maneras distintas es esencial para una mejor comprensión mutua.
Hace aproximadamente un año, mi esposo comenzó a trabajar en el turno de la tarde-noche. Por eso, yo salgo del trabajo justo cuando él está entrando. Nos vemos alrededor de 30 minutos entre su salida y mi llegada, a menos que yo salga tarde, él entre temprano o tenga que hacer algo antes de su turno. Hemos logrado que funcione, en su mayoría.
Durante este tiempo, a veces me ha preguntado: “¿Qué haces cuando yo estoy en el trabajo?”. No creo que lo pregunte porque piense que le soy infiel o hago algo indebido; él sabe que estoy en casa. Pero creo que piensa que simplemente me siento y no hago nada. Le he contado lo que hago. A veces veo televisión, practico mi pasatiempo (en casa), hago ejercicios ligeros, pero en su mayoría me dedico a las tareas del hogar y a cocinar.
Recientemente, volvió a mencionarlo y estaba tan insistente en que no hago nada, que me dolió. Le pregunté cuándo fue la última vez que lavó los platos. Él siempre tiene los platos limpios y nunca tiene que cargar o descargar el lavavajillas. Tampoco limpia el refrigerador, el inodoro o la bañera, ni friega los pisos, etc. Sí, hace algunas tareas: compartimos la lavandería, él pasa la aspiradora y cocina para sí mismo. Pero lo demás no lo hace, y siempre está hecho. ¿Y por qué? Porque yo lo hago cuando él trabaja.
No me molesta hacer todo esto. No me molestaba antes y tampoco ahora; me ayuda a sentirme productiva y a liberar el estrés de mi vida mientras restriego un piso o una bañera. Lo que me importa es que él piense que no hago nada cuando no está. Eso me demuestra que no nota lo que hago.
Nuestra última conversación no salió muy bien, lo admito. Pero también le he dicho una y otra vez lo que hago. Creo que él quiere que yo salga, sea más activa y “haga algo”. Pero a mí no me molesta estar en casa y hacer las tareas a mi propio ritmo. ¡Incluso es más divertido hacerlas cuando estoy sola! Pongo música, canto y no hay nadie en medio.
¿Cómo puedo decirle que no estoy sin hacer nada, que hago las tareas porque quiero, y que puedo y hago cosas que me gustan sin que él esté? ¿Aunque él piense que son aburridas y “no cuentan”?