No reconocieron a la Reina y le pidieron que les hiciera de fotógrafa
¿Qué pasaría si te cruzaras con una celebridad y no te dieras ni cuenta? Eso es lo que les sucedió a dos turistas estadounidenses. Se cruzaron con su alteza real, la reina Isabel II, y la confundieron con una turista más. Es una historia real, pero tan hilarante que parece sacada de una película cómica. Sigue leyendo para descubrir cuál fue el favor que estos dos despistados le pidieron a la reina.
El castillo donde, con un poco de suerte, podías ver a la reina
El castillo de Balmoral, ubicado en Escocia, es una interesante atracción turística: se trata de un monumento arquitectónico de un siglo y medio de antigüedad. A su vez, era el lugar favorito de la reina para descansar. Pasaba allí todos los veranos. Por lo general, el palacio estaba cerrado al público cuando la familia real estaba allí, pero alguna que otra vez, la realeza y los turistas podían cruzarse por los alrededores.
Cuando esto pasaba, la reina, lejos de ignorarlos o de mostrarse inalcanzable, les daba una cálida y hogareña bienvenida, intercambiaba algunas palabras con ellos y en muchos casos, les permitía llevarse una foto de recuerdo.
Dos excursionistas se la cruzaron, pero no la reconocieron
Un día, su alteza y uno de sus oficiales reales se encontraron frente a frente con dos excursionistas, unos turistas estadounidenses que exploraban la zona. Se saludaron e intercambiaron unas palabras, en las que se notó que no se habían percatado de que estaban hablando con la Reina.
Tomándola como a una turista más, le preguntaron de dónde venía y qué otros lugares de Inglaterra había visitado. Ella siguió la conversación de forma natural, sin sacarlos de su despiste en ningún momento. Incluso les dio algunas pistas de su identidad, como cuando le preguntaron dónde vivía y su majestad respondió: “Vivo en Londres, pero tengo una casa de vacaciones al otro lado de las colinas”.
Charla mediante, seguían sin darse cuenta de quién era
Los turistas le preguntaron también si ya había visitado el castillo o sus alrededores anteriormente, a lo que ella respondió honestamente que sí, que había estado yendo durante más de 80 años. Por último, y como broche de oro, quisieron saber si en alguna de sus visitas anteriores había tenido el placer de ver a la reina Isabel II.
La reina, una mujer con mucho sentido del humor, les dijo que no, que no había podido conocer personalmente a su alteza, pero que su acompañante era oficial real de seguridad y solía estar con ella. Eso hizo que en un instante toda la atención pasara de ella a él, con el afán de intentar saber más sobre la monarca.
De recuerdo, una foto con la celebridad equivocada
“¿Cómo es la reina?”, fue una de las preguntas que le hicieron al oficial como parte de su divertido interrogatorio. Él, siguiendo la broma, respondió: “A veces puede ser muy cascarrabias, pero por lo general, tiene un sentido del humor encantador”. Acto seguido, le dieron su cámara de fotos a la reina y le pidieron que les sacara una foto con el oficial de seguridad.
Ella, sin reparo alguno, les tomó la foto. Luego el oficial, generosamente, se ofreció a fotografiarlos también con la “amable señora”. Se hicieron la foto, se despidieron y cada pareja siguió su camino. Lo último que su majestad dijo al respecto fue: “Me encantaría ver cuando les muestren esas fotografías a sus amigos en Estados Unidos, y espero que alguien les diga quién soy”.