La imagen de su mujer cambiaba al igual que evolucionaba su estilo
Picasso pintó a su esposa por muchos años, y en sus cuadros se nota su cambio de actitud hacia ella
Si Pablo Picasso y Olga Jojlova fueran celebridades modernas y dieran una entrevista a los reporteros de prensas escandalosas, podrían responder al motivo de su separación de la siguiente manera: “diferencias irreconciliables”. El ateísmo y la religiosidad, el temperamento y la melancolía, etc. Prácticamente en todo, incluso en los hábitos alimentarios y el comportamiento en la vida diaria, los cónyuges eran muy diferentes el uno del otro. Además, las personas cercanas a Picasso no querían a Olga; incluso la madre del pintor advirtió a su futura nuera.
Genial.guru quiere compartir con sus lectores una historia de amor que una vez más demuestra que la belleza está en los ojos del que mira.
Picasso y Jojlova el día de su boda. Los jóvenes posan en el fondo de carteles publicitarios del ballet Parade.
La bailarina de 26 años y el pintor vanguardista de 35 se conocieron en el trabajo. En cierta medida, se puede considerar como un romance de oficina.
En la París militar (había pasado la Primera Guerra Mundial) se debía llevar a cabo el estreno del innovador ballet Parade. Sus creadores habían planeado causar una buena impresión en el público. Olga Jojlova participó en los ensayos como parte de la mundialmente conocida compañía los Ballets Rusos, y Picasso trabajaba en la creación de la original decoración y atuendos para Parade.
Entre los miembros del cuerpo de bailarinas, el ojo del pintor instantáneamente escogió a la musa más atractiva, y Pablo se lanzó a conquistarla con el fervor de un torero.
"Grupo de bailarinas. Olga Jojlova yace sobre primer plano", 1919–1920.
En un inicio, Olga tomó las insinuaciones de Picasso con mucha reserva, alegando que tal insistencia la comprometía. Serguéi Diáguilev, el fundador de los Ballets Rusos, asumió el papel de un sensible casamentero, quien le explicaba al amante apasionado que las mujeres rusas, en particular las de buenas familias, no se lanzan ciegamente a las intrigas. Picasso siguió su consejo con la debida diligencia y, después de un año, se casaron en París. Incluso (a petición de ella) celebraron su matrimonio en una iglesia ortodoxa local. Para Picasso esto no era suficiente y le ofreció un contrato de matrimonio según el cual la mitad de todos los ingresos del pintor pertenecerían a su querida esposa.
"Retrato de Olga en un sillón", 1917.
La boda dio lugar a un desagradable incidente. Por ser un buen hijo, Pablo decidió compartir su felicidad con su madre y le presentó a Olga. La señora Picasso tomó la situación sin mucha alegría, y no dejó pasar la oportunidad de expresarle a su futura nuera que su hijo era una mala elección, porque él no sería capaz de hacer feliz a ninguna mujer; dejando claro que Pablo solo se preocupa por sí mismo. ¿Pero quién de los enamorados alguna vez ha prestado atención a las advertencias de tal tipo?
"Retrato de Olga Jojlova", 1918.
Después de la boda, los jóvenes se mudaron a un nuevo departamento de dos pisos. Olga no se dedicó más al ballet, en parte, debido a una reciente lesión en la pierna y también a su nuevo estatus de esposa. Después de un año de vida familiar, Picasso recibió una carta de Diáguilev en la que le pedía que fuera a Londres y al mismo tiempo le preguntaba por su media mitad:
“¿Y Olga? ¿Acaso se ha despedido para siempre del arte de la danza? ¡Es algo muy lamentable! Massine, el coreógrafo principal de los Ballets Rusos lo lamenta tanto, y yo como un ex un admirador, también”.
Pero la señora Picasso ya se había acostumbrado al hogar. Los amigos del pintor, acostumbrados a su estilo de vida bohemio, con asombro observaron en Picasso costosos trajes, reloj de oro, también un respetuoso conductor al volante de su automóvil y un orden ideal en casa. O mejor dicho, en una parte de la casa, el primero de los dos pisos. En el segundo, Picasso construyó su taller, en donde fue muy temperamental en cuestiones de orden. En el primer piso de la casa reinaba la elegancia, un impecable estilo y una limpieza ideal, Olga se encargaba de todo eso.
Pablo Picasso y Olga Jojlova en el taller, 1919.
Al igual que cualquier persona talentosa, Picasso tenía una debilidad por los experimentos y las nuevas formas, y se encontraba en una constante búsqueda de inspiración. Se puede decir que su estilo de vida, una hermosa esposa aristócrata, trajes, mayordomos, chóferes y perros de raza, fue una especie de experimento; una nueva forma de creatividad, la vida como arte. Con esto coincidió su reciente fascinación por el neoclasicismo.
Entre los biógrafos se encuentra una popular una historia que dice lo siguiente: una vez, Olga, al mirar los cuadros de su esposo, le dijo que quería reconocer su rostro en sus retratos y, supuestamente, después de esto, Picasso moderó su empuje hacia el vanguardismo en favor de formas más habituales.
"Retrato de Olga", 1919.
A Olga tampoco había nada que reprocharle. Su nieto, Bernard Ruiz Picasso (creador del Fondo de Apoyo al Arte FABA y presidente del museo de Picasso en Málaga) recuerda hoy en día que su abuela no tuvo miedo de salir de su hogar a una edad bastante joven y dejar a su familia en Rusia. Ella obtuvo un trabajo en la industria de la moda y fue requerida por la compañía de ballet de Diáguilev; además, era amiga de Coco Channel. En pocas palabras, era una mujer inteligente, brillante y abierta a todo lo nuevo.
Durante el inicio de su vida familiar, no habían tenido contratiempos y únicamente se vio entorpecida por unas preocupantes cartas de Rusia. En 1919, Olga recibió una noticia: su papá, un general del ejército zarista, había desaparecido. Sus hermanos luchaban en el frente de la Guerra Civil y su madre y hermana morían de hambre. Ella les envió dinero y cuadros de su esposo con la esperanza de que eso les ayudara a sobrevivir los tiempos difíciles, pero el correo funcionaba muy mal y no había ni una sola garantía de que el paquete llegará al destinatario.
Durante esa etapa de su matrimonio, Picasso frecuentemente dibujaba a Olga pensativa y triste, sumergida en sus pensamientos. Pero no por el hecho de que se inspirará con la tristeza o le tuviera que decir a su esposa que hiciera un rostro más serio en favor del arte, sino porque en aquellos tiempos, ese era el estado de ánimo más frecuente de Olga.
"Mujer sentada (Olga)", 1920.
Su hijo Paulo fue una distracción para Olga y una nueva fuente de inspiración y orgullo para Picasso. El niño nació en 1921. Gracias a él, Olga cobró vida: en los cuadros y fotografías de aquellos tiempos, ella sonreía y se veía feliz. El padre de familia dibujó muchos tiernos retratos de su esposa y pequeño hijo.
"Madre e hijo", 1921.
Después de un tiempo, Pablo posiblemente pensó que ya había jugado demasiado a la burguesía “decente” o estaba cansado de ser el hazmerreír de sus amigos debido a su estilo de vida. La familia del pintor y la exbailarina comenzó a desmoronarse. Los interminables eventos sociales y cenas consiguieron aburrir a Picasso. Por otra parte, de acuerdo con su opinión, Olga estaba muy fascinada con su hijo: ella lo sobreprotegía y lo mimaba demasiado. Pablo comenzó a desquitarse de todo el rencor hacia su esposa en sus cuadros. Le molestaban su amor por la ropa de moda, su círculo social e incluso su forma de pensar.
"Retrato de una mujer (Olga)", 1923.
En enero de 1927, Picasso conoció a una joven de 17 años llamada Marie-Thérèse Walter y le transfirió el título de musa de manera silenciosa. Unos años más tarde, el secreto salió a la luz. Walter dio a luz a la hija de Picasso. Al enterarse de la doble vida de su esposo, Jojlova tomó a Paulo y se fue inmediatamente.
Picasso intentó divorciarse, pero el contrato de matrimonio que habían firmado hace muchos años lo obligaba a entregarle sus bienes en partes iguales. El artista se negó a entregar parte de su trabajo y además surgieron algunas demoras en el proceso de divorcio, por lo que Olga siguió siendo su legítima esposa hasta su muerte en 1955.
"Mujer en sombrero (Olga)", 1935.
Después de su separación, la reputación y salud de Olga se vieron afectadas gravemente. El mismo Picasso no era muy halagador al hablar sobre ella, especialmente en el contexto de escándalos y escenas de celos que su despechada esposa había preparado para él. Jojlova, al sentirse traicionada, le escribía cartas, una tras otra, llenas de resentimiento y angustia. Le enviaba a Picasso fotos de su hijo y hasta logró seguirlo por la calle, gritando “¡Finges en vano que no existo!”.
Mientras la bailarina y el pintor estaban vivos, el público simpatizó con Picasso. Su carisma y éxito en el trabajo hicieron olvidar que cualquier moneda tiene dos caras.
Por cierto, Walter no duró mucho tiempo siendo la inspiración de Pablo. Las musas se sucedieron unas a otras, en ocasiones, incluso tropezaban cara a cara sin la participación del propio artista. Su amante Françoise Gilot, en sus memorias, cita las palabras de Picasso sobre lo que sucedió cuando Walter y Maar (también amante de Picasso) insistieron en que hiciera una elección entre ellas: “Personalmente, a mí me gustaba todo. Les dije que tendrían que pelear por mí. Y ellas comenzaron a pelearse. Este es uno de mis recuerdos favoritos”.
Y tú, ¿piensas que esta historia habría tenido la oportunidad de un final feliz?
Comentarios
Es curioso esto de ver el amor en el reflejo de los cuadros
Creo que ya desde que se conocieron no se veía mucha compatibilidad
Impecable la representación de su mujer mostrando su ánimo en cada momento
Yo creo que esta historia de amor no tenía mucho futuro, ya lo dijo la suegra…