Por qué no hay razones para reprochar a las madres modernas el hecho de no querer cuidar a sus hijos

¡Hola! Mi nombre es Anastasia y tengo 2 hijos. No son tantos; entre mis amigas, son cada vez más comunes las madres con muchos hijos. Pero tampoco es lo suficientemente poco como para privarme del derecho a la frase “estoy cansada”. Sin embargo, a menudo escucho que, hoy en día, las madres viven en condiciones paradisiacas —tienen pañales desechables, multicocina y robots aspiradores—, que todas sus quejas son por pura pereza y, por supuesto, que las mujeres de antes solían parir en el campo. La queja más común dirigida hacia los padres modernos: “¡Simplemente no quieres cuidar de tus propios hijos!”.

Ahora estoy escribiendo este texto en lugar de ir a jugar con mis pequeños, y seguro, según muchos de ustedes, eso es terrible. Me gustaría explicarles a los lectores de Genial.guru por qué está bien cansarte de tus propios hijos y no querer pasar cada minuto libre con ellos.

Los padres modernos pasan mucho más tiempo con sus hijos que las generaciones anteriores

A menudo escucho que las madres de hoy no cuidan a sus hijos en absoluto, por eso ellos se vuelven tontos y adictos a los dispositivos electrónicos. Pero los científicos y mi experiencia de vida sugieren que los ciudadanos que reprochan eso están equivocados. Los sociólogos californianos sostienen que las madres modernas dedican el doble de atención a sus hijos que las madres de la década de 1960. Y los padres, incluso el triple.

Si no estás dispuesto a creer en los científicos, mira a tu alrededor y recuerda tu infancia. ¿Te llevaron al museo en una mochila portabebés? ¿Te llevaron en cochecito por las calles de una ciudad extranjera? ¿O tal vez fuiste a la edad de un año y medio con tu mamá y tu papá a un restaurante para celebrar su aniversario de bodas? Si eres de una generación que nació antes de mediados de los 90, estoy segura de que responderás “no” a todas las preguntas. Pero muchos de los nacidos en el siglo XXI responderán “sí”. Al menos mis hijos y los hijos de mis amigos.

Tratamos de no poner a nuestros hijos al cuidado de los abuelos si no es necesario, o si la generación mayor misma no expresa el deseo de comunicarse con los más pequeños. Es extraño para muchos de nosotros pedir que alguien cuide a nuestros hijos o hijas mientras cenamos en un café o nos vamos de vacaciones. Realmente no entendemos por qué nuestros pequeños deberían verse privados de estos entretenimientos. Y de esta manera, resulta que pasamos prácticamente todo nuestro tiempo con nuestros hijos. Y es perfectamente normal querer estar sola sin que nadie golpee la puerta del baño preguntando cuándo ya saldrás de allí e irás a jugar al hospital.

A la gente le gusta reprocharles a las madres modernas que no cuidan a sus propios hijos, mirando siempre la pantalla de su teléfono inteligente. Quizás vayamos a patios de juegos distintos con los indignados, pero yo a menudo veo cómo mujeres de diferentes edades y complexiones se suben con sus hijos a las resbaladillas y juegan con ellos en los areneros. En cambio muchas abuelas prefieren ver a sus nietos desde lejos.

Pero a veces miramos el teléfono, por supuesto. Una vez estaba meciendo a mi hija en un columpio especial para niños pequeños y, al mismo tiempo, revisaba el correo electrónico laboral en mi teléfono. Dos mujeres que estaban sentadas en un banco cercano y bastante alto (como para que yo pudiera escucharlas) me llamaron víctima de las redes sociales. Mientras tanto, los nietos de un año y medio de las venerables matronas estaban asaltando una resbaladilla bastante peligrosa en el otro extremo del patio de juegos.

Muchas trabajan durante la baja por maternidad

Seguí trabajando en el hospital hasta el día de dar a luz, afortunadamente, el tipo de actividad me lo permite. Mi amiga creó un negocio en baja por maternidad, finalmente dejó su trabajo principal y prácticamente mantiene a su familia. Otra está pasando suavemente de una baja por maternidad a otra y está pensando si podrá mantener otro trabajo a tiempo parcial: le acaban de ofrecer una propuesta interesante. Algunos no puede disfrutar de una maternidad serena a causa de una hipoteca; otros, por una asignación demasiado pequeña, y los terceros simplemente no quieren perder sus calificaciones y bajar el nivel de vida.

Mi reloj ahora muestra las 21:00, estoy trabajando y trabajaré otras 2 horas, porque mañana no tendré esa oportunidad en la primera mitad del día. Estoy dispuesta a besar al creador de Masha y el oso por darme al menos 40 minutos de tiempo libre en los que puedo hacer las correcciones enviadas por el cliente.

Y cuando el trabajo está terminado, gracias a él, puedo no jugar a la bendita pirámide, sino tumbarme en el sofá con un libro. Y, sinceramente, sí, que mis hijos miren un rato la televisión en lugar de dedicarse a juegos educativos, porque a cambio tendrán una madre tranquila y no una que intente tirar la ya mencionada pirámide por la ventana.

Las exigencias a las madres han aumentado significativamente

Por cierto, sobre los dibujos animados. A menudo me dicen: “¿Cómo puedes sentar a los niños frente a la televisión? Necesitan una comunicación viva, ¡léeles un libro, al menos!”. También lo decían las abuelas, pero después de que cuidaron por primera vez a los 2 nietos juntos, también empezaron a buscar dónde podían alabar al creador de la maliciosa Masha.

Una vez en el patio de recreo, expresé a otras madres este pensamiento sobre los dibujos animados y sobre lo cansada que estaba. En respuesta, una de ellas recordó a su amiga con 4 hijos, que trabaja y los maneja a todos perfectamente. Mi interlocutora tiene un solo hijo y también está terriblemente cansada. Pero, por alguna razón, devalúa su trabajo, comparándose con una amiga con muchos hijos, que hasta abrió una cuenta en Instagram desde donde sonríe radiante a las seguidoras que llevan semanas sin dormir lo suficiente y se sienten culpables de estar cansadas ​​de sus propios hijos.

Y también obligan a las madres modernas a sentirse culpables por el hecho de tener todas las bendiciones de la civilización, mientras que antes las mujeres daban a luz directamente en el campo donde trabajaban, y sus hijos se ponían de pie en el medio del surco de tierra y caminaban a casa a pie, citando de camino a León Tolstói, no como los tuyos ahora, que no pueden citar a ningún escritor moderno.

Sí, nos dieron los pañales, un robot aspirador, una lavadora y un lavavajillas. Pero a cambio nos quitaron la posibilidad de dejar a los niños solos en la calle y nos obligaron a seguir el programa escolar con ellos. ¿Sus padres hacían la tarea con muchos de ustedes? ¿Cómo reaccionaría tu papá si le dijeras que mañana a las 8 a. m. tienes que llevar una manualidad sobre el tema “Hola, otoño”?

Los límites personales de los padres se violan constantemente. Y no exactamente por los niños

Todos se preocupan por nuestros hijos. La conserje de la entrada de mi edificio considera que tiene el derecho a preguntar con el tono de una maestra de escuela por qué mis hijas están vestidas tan desabrigadas. Una señora que pasa cree que puede acomodar el gorro de mi hija. La simpática vendedora, con quien casi nos hicimos amigas y con quien siempre me gustó intercambiar unas palabras, al ver un montón de frascos de puré de verduras para alimentos complementarios, hizo una mueca. Pasando la mercancía, dijo entre dientes: “Yo le cocinaba a mi hijo yo misma”.

Cada vez dan ganas de encoger la cabeza en los hombros y empezar a murmurar de manera ininteligible que lo estás intentando, de verdad, pero que no tienes suficiente energía y tiempo. Pero estos críticos simplemente devoran horas de vida y recursos internos. Hacen que la madre, ya de por sí agotada, encima sienta una punzada de conciencia por acostarse en el sofá con un libro, en lugar de contarle al niño un cuento de hadas.

¿Crees que ese sería un buen cuento de hadas? Yo también creo que no. Por lo tanto, este texto será mi último intento de justificarme. Soy una buena mamá. Al menos, siempre y cuando mis hijas lo crean.

¿Te encuentras a menudo con personas que te juzgan?