¿Qué pasaría si los metales de la Tierra se volvieran líquidos?
Estás sentado en tu auto, esperando a que el semáforo se ponga en verde. La temperatura de hoy es altísima, parece que la ciudad está a punto de derretirse. Miras el semáforo y te das cuenta de que está deformándose. Unas gotas caen de él. Te cuesta creer que esté pasando de verdad, te frotas los ojos con las manos y descubres que tu anillo de plata está bajando lentamente por tu dedo. Gritas lleno de terror, ya que esperas que el metal fundido te queme la piel, pero no pasa nada. El semáforo se desmantela por completo. Quieres pisar el acelerador, pero solo hay una especie de líquido bajo tus pies. El cinturón de seguridad se desabrocha solo y el auto se hunde lentamente. Abres la puerta y se cae.
Sales corriendo del auto y ves cómo se derrite lentamente. Las ruedas, la carrocería azul, los detalles internos, el motor... todo se convierte en líquido. Solo los neumáticos, las cosas de plástico, los asientos, las alfombras y los cristales permanecen intactos. Oyes gritos detrás de ti y ves que todos los autos a tu alrededor están derritiéndose. Quieres filmarlo, pero tu teléfono también se ha derretido. Sacas la pantalla de cristal que queda y la funda de plástico. Todos los metales a tu alrededor están derritiéndose. Los faroles y las paradas de autobús se convierten en una masa homogénea. De repente, un silencio total. Las bocinas de los autos, el ruido de la autopista, las sirenas, los gases de escape y los rugidos de los motores... Todo ha desaparecido. Ríos de metal líquido fluyen por las calles, y tú estás en el centro de todo esto. La corriente de metal se lleva los neumáticos y otras piezas de los autos, que derriban a la gente.
En ese momento, un ruido grave y fuerte suena por toda la ciudad. La gente sale corriendo de los centros comerciales, las bibliotecas, los cafés, las casas, las tiendas. Se forman charcos alrededor de las casas. Los edificios están equipados con estructuras, barras de refuerzo y otros componentes metálicos. Ahora, todo está derritiéndose y filtrándose a través del hormigón. Los metales se deshacen lentamente, así que la gente tiene tiempo para evacuar la ciudad. Todos los edificios se derrumban y levantan polvo en el aire. Las tapas de alcantarilla fluyen hacia abajo, las cloacas de la ciudad están derritiéndose. El agua mezclada con metal líquido sale a las calles, y las personas nadan en esta masa. Usan cientos de miles de neumáticos como salvavidas. Hasta ves a alguien sobre una tabla de surf.
Las monedas líquidas salen de tu billetera. Cientos de cajeros automáticos de la ciudad están fundiéndose, millones de billetes de papel se ahogan en flujos de metal. Todas las reservas de oro se vuelven líquidas y pintan la ciudad de naranja. Miles de cartas flotan en buzones que se derriten. Todos los centros de datos, las computadoras y los servidores pasan a formar parte de la enorme corriente de metal. De un momento a otro, toda la información digital del mundo desaparece. Los televisores, las consolas de juegos y los parques de atracciones se funden. Los receptores de radio, los teléfonos, los cables y las conexiones a Internet desaparecen. Millones de toneladas de metal llenan las calles y se derraman en los ríos y océanos. El agua adquiere un tono plateado oscuro. En solo un día, los humanos pierden toda la tecnología moderna y regresan a la Edad de Piedra.
Los ríos de metal inundan las ciudades. La gente huye al campo. Las bicicletas, las motocicletas y los demás medios de transporte desaparecen. Los habitantes de las ciudades pierden el acceso a la electricidad y a todo lo que funciona con ella. Tampoco es seguro estar en una zona natural. Los metales se esconden en las montañas y el subsuelo. Ahora se convierten en líquido y causan deformaciones dentro del suelo y la piedra. Algunas montañas se desmoronan, como una colina de helado que se derrite. Los terremotos sacuden el suelo en todo el mundo. La actividad sísmica despierta los volcanes, que expulsan una gran cantidad de lava y cubren el cielo de ceniza. El magma volcánico contiene muchos metales fundidos, pero ya no se solidifican. Se forman charcos de lava fría alrededor de los volcanes.
Las personas aprenden a vivir en estas condiciones. Construyen casas de plástico y madera utilizando cuerdas y pegamento para unir los materiales. Ahora puedes encender una fogata fácilmente con madera y piedra. La gente quema vidrio para hacerlo más fuerte. Fabrican hachas y otras herramientas con vidrio y roca de alta resistencia, pero estos materiales se deterioran y se rompen rápidamente. Pronto aprendes a construir zanjas. Haces agujeros en la tierra y utilizas tablas de madera para sostener los techos y las paredes. Casi toda la población del planeta vive bajo tierra, cosa que la ayuda a mantenerse caliente durante el invierno. Pero no es posible vivir así durante mucho tiempo debido a los frecuentes terremotos.
Los carros de madera vuelven a aparecer en los caminos. Aparecen problemas con la cosecha. Los metales se filtran en el suelo, lo que perturba el crecimiento de los cultivos. Muchas personas viven cerca del océano; durante los terremotos, se suben a balsas de madera o a botes inflables y se alejan de la costa. Para recorrer largas distancias, la gente vuela en globos aerostáticos. Hasta es posible llegar a una ciudad vecina, si el viento no lo impide. Enviar una carta a otro país es imposible, ya no hay ferrocarriles. La gente hace largos viajes a pie y vive como nómada. Tú usas palomas mensajeras para comunicarte con unos amigos que viven en la ciudad vecina. Es difícil conseguir comida y vivir en invierno sin electricidad, pero hay esperanza.
Los científicos no pueden averiguar la razón del cambio de los metales sin equipo técnico, pero proponen la teoría de que los metales han cambiado a nivel molecular. Las moléculas se alejaron entre sí, lo que provocó el derretimiento. Para que todo regrese a su lugar, hay que acercar las moléculas de los metales, y para ello hace falta una corriente eléctrica. Afortunadamente, hay suficiente en el cielo. Todos los días, un rayo brilla en algún lugar. Solo hay que atraparlo. Los científicos crean recipientes de plástico y los llenan de metal líquido. Todos los recipientes están conectados por un cable de hule con cobre fundido en su interior. El cobre es uno de los mejores metales conductores.
En un enorme campo, las personas colocan cientos de estos contenedores. Las nubes se acumulan, y una fuerte tormenta se desata. El rayo golpea el suelo varias veces y finalmente da en el contenedor. Atraviesa un cable de cobre y distribuye la carga a todos los demás contenedores. Nace una reacción en cadena. Cuando la tormenta termina, las personas encuentran contenedores llenos de metal sólido. ¡Funcionó! Ahora tenemos un par de toneladas de metales como los de siempre. Los científicos envían palomas mensajeras para difundir la noticia. Pronto, gente de todo el mundo se propone “atrapar” rayos. Los metales resultantes alcanzan para construir un equipo mínimo y crear una central eléctrica. Los científicos utilizan la electricidad de estas centrales para convertir los metales en potentes imanes. El hierro, el cobre y el aluminio líquidos se filtran por las profundidades del suelo y del océano. Para sacarlos de ahí, se construyen estaciones de extracción de metales.
En primer lugar, cavan un agujero profundo y hacen descender un enorme imán. Los metales líquidos atraviesan el suelo y se adhieren al imán. Los materiales extraídos se utilizan para construir nuevas estaciones magnéticas, que se instalan por todo el mundo. Aparecen enormes imanes en mares, ríos y océanos. La gente bombea todo el metal líquido del agua y lo vuelve sólido con una carga eléctrica. A partir de eso se crean herramientas de metal: hachas, sierras, máquinas herramientas, yunques, radios y ruedas. Más tarde producen estructuras de metal para las casas. La vida mejora poco a poco. La gente fabrica cadenas y bicicletas y reconstruye fábricas. Las vías son restauradas, y los primeros ferrocarriles vuelven a ponerse en marcha. Ha nacido una nueva era industrial. El hierro, el níquel y el aluminio son más caros que el oro debido a la enorme demanda. Separar el cobre líquido de la plata líquida, así como las demás operaciones de separación de metales, son tareas difíciles, cosa que también aumenta el precio.
Una vez que los metales sólidos vuelven a ser abundantes, su precio comienza a bajar. Antes, para conseguir hierro, la gente cavaba canteras y minas profundas, de donde extraía el mineral de hierro. Ahora, los metales son líquidos y puedes atraerlos gracias a las fuerzas magnéticas. Basta con clavar un imán largo en el suelo de tu patio trasero; al día siguiente estará cubierto de hierro. La facilidad para extraer metales acelera el crecimiento tecnológico. Ya no necesitas hornos para fundir acero o plata, los obtienes inmediatamente en forma líquida. Puedes verter los metales en un frasco y almacenarlos para siempre en forma líquida. Y una carga eléctrica puede hacerlos sólidos. Aparecen los primeros aviones y barcos. La exportación e importación internacional de mercancías se restablece por completo. Pero lo más rápido que la gente ha restaurado son las líneas eléctricas e Internet. En un siglo, la humanidad ha logrado reconstruir completamente las tecnologías modernas.