Raphael y Natalia, una historia de amor que está por encima del tiempo y de las críticas
Con el paso de los años, las relaciones se hacen cada vez más efímeras, las historias de “para siempre” se desvanecen y solo parecen ser parte de un cuento de hadas. Por eso, cada vez que el amor sobrevive al tiempo, celebramos su triunfo con un poco de recelo e incredulidad, pero finalmente aplaudimos a los valientes que nos devuelven la fe en el amor y escriben su historia en el libro de la vida.
El cantante español Raphael es uno de los más grandes exponentes de la balada romántica de nuestros tiempos. Quizá las nuevas generaciones no hayan oído hablar de él, pero aquellos que vivimos y crecimos a finales del siglo XX seguro escuchamos a nuestros padres o abuelos tararear algunas de sus canciones, o nosotros mismos las hemos cantado a grito herido.
Sin embargo, es poco lo que conocemos de “El niño de Linares”, que este año cumple 60 años de carrera artística y pronto apagará 80 velas en su pastel. Así que, como homenaje a su vida dentro y fuera de los escenarios, nos adentraremos en el pasado para escudriñar en su historia, que lejos de ser un “Escándalo”, es la “Historia de un amor”.
Miguel Rafael Martos Sánchez nació en Linares, España, en mayo de 1943. Su familia era humilde y cuando tenía 9 meses, se mudaron a Madrid. Comenzó a cantar a los 3 años en la Iglesia de San Antonio y los escolapios le dieron comida a cambio de mantener su voz en el coro. A los 9 años, en Austria, ganó el concurso y el título de Mejor voz infantil de Europa.
Si algo dejó claro Raphael, es que no le gusta perder, pues en el Festival de la canción de Benidorm de 1962, se presentó con 13 temas para tener más posibilidades de ganar. Así lo hizo, llevándose el primer, segundo y tercer puesto. Pocos años después, con la canción “Yo soy aquel”, se presentó en Eurovisión, y aunque no ganó, se consagró como el primer artista español en ser reconocido mundialmente.
Natalia Figueroa es una mujer que proviene de la aristocracia española, hija del marqués de Santo Floro. Su rostro ya era familiar en España en la década de los 60 por ser una periodista que aparecía con frecuencia en la pantalla chica. La también escritora, nacida en 1939 en San Sebastián, había sido marcada por el destino para ser el complemento perfecto en la vida de “el de Linares”.
En 1968, se conocieron en los premios de Radio España. Él era el ganador y ella, la encargada de entregar el galardón. A ella le pareció que el cantante era algo pedante y él encontró a la periodista encantadora, por lo que se aventuró a pedirle el número telefónico. “Me llamo Raphael. ¿A ti se te puede llamar por teléfono?”, dijo en su momento el joven artista.
En un principio, el padre de Figueroa no estaba de acuerdo con la relación. “A mi padre le asustó la popularidad de mi marido”, confesó la escritora. Sin embargo, Raphael se encargó de disipar las dudas; en una época en la que la comunicación se hacía por carta, Raphael le enviaba, desde donde estuviera, postales a su amor.
El 14 de julio de 1972 fue la fecha en que la hija de un marqués y el hijo de un obrero se dieron el sí. La boda, que iba a ser secreta, terminó filtrada por la prensa, pero la pareja la recibió con gusto. Muchos tildaron a este romance de ser un montaje, algo perjudicial para la carrera del artista; de hecho, no le dieron ni dos meses a la relación.
“Desde aquel día”, Raphael consiguió a la mujer que siempre buscó, la paz emocional y a sus hijos. Lejos de que su carrera se viera estancada, fue en ascenso. En 1973 la pareja tuvo a su primer hijo, y luego a dos más, y se consolidó como una relación sólida y estable.
Natalia le arrancó lágrimas al aire a su esposo al decir: “Lo más maravilloso y la suerte más grande que me tocó en la vida fue haber conocido a Raphael”. Por su lado, él escribió 30 años después en sus redes sociales: “Ella es mi todo. Doy las gracias todos los días por la inmensa fortuna de tenerla a mi lado y lo seguiré haciendo todos los días de mi vida”.
50 años juntos es una vida completa, y Natalia fue y es el gran pilar para la familia y el amor; no detrás de Raphael, sino al lado de él. “Ella es una forma de vida, mi compañera ideal para todo, una viajera incansable, una madre maravillosa y una esposa sensacional”, reveló la estrella.
Sin duda alguna, los malos momentos existieron, pero ellos se supieron sobreponer, porque por encima de cualquier cosa, entre Raphael y Natalia el amor sigue presente y nos enseña que “estar enamorado es descubrir lo bella que es la vida”.
¿Qué crees que se necesita para tener una relación firme y duradera? ¿Cómo crees que puede afectar la opinión de los demás a una pareja?