Si la serpiente más grande te comiera entero, pasarías un mes dentro
Estás caminando por la selva amazónica. ¡De pronto, ves que una anaconda verde se dirige hacia ti! ¡La serpiente se lanza más rápido de lo que logras reaccionar! En poco tiempo, su cuerpo grueso te envuelve. ¡Sientes como si un elefante estuviera sentado en tu pecho! La anaconda es una constrictora: envuelve su cuerpo alrededor de un animal y sigue apretando hasta no sentir más latidos. ¡Cielos!
Normalmente, los animales no sobreviven al “abrazo” de la serpiente, pero supongamos que tienes un traje protector resistente y con suministros de oxígeno, así que logras permanecer intacto. La mandíbula superior y la inferior del reptil están unidas con ligamentos elásticos, lo que le permite abrir la boca más de 160°. ¡Los humanos apenas alcanzan un máximo de 40°! Por esa razón, la anaconda puede meter en su boca algo mucho más grande que su cabeza, ¡como por ejemplo, tú!
La serpiente comienza a pasar sus mandíbulas por todo tu cuerpo mientras intenta llevarte por su esófago, el tubo que conecta la boca con el estómago. Por suerte, sus colmillos solo le permiten sostener a sus presas, no morderlas, y tampoco contienen veneno. De todas maneras, la vista que tienes es aterradora: la mandíbula superior está decorada con cuatro filas de dientes que apuntan hacia atrás. Esta forma impide que los animales salgan de su boca.
¡Y vaya que está húmedo aquí dentro! Las anacondas producen muchísima saliva. No pueden masticar su comida, y tragar es un proceso mucho más complicado para ellas que para otros animales. Dentro de su boca hay varias glándulas que producen saliva para ablandar su almuerzo, ¡es decir, tú! Lo próximo que sientes es que algo te aprieta. La anaconda tiene dos etapas a la hora de tragar. Primero, sus músculos se comprimen y llevan la comida hacia el cuerpo. Después, se mueve y gira su cuerpo y su columna vertebral para que las costillas compriman al animal que hay dentro.
Esta presión hace que la comida sea más pequeña. Si pudieras observar todo el proceso, se vería como si la serpiente estuviera arrastrando su cuerpo sobre ti. Te sientes incómodo, hace demasiado calor, no puedes moverte, y tu cuerpo es doblado constantemente. El réptil está llevándote hacia su estómago. No tienes vecinos. La anaconda solo puede comer una cosa a la vez.
Si pudieras verla desde afuera, notarías que su estómago está terriblemente hinchado. Además, tiene una clara forma humana. Eso se debe a que la serpiente carece de esternón; sus costillas se mueven libremente y pueden expandirse y separarse. Una vez que terminas de ingresar a su cuerpo, sientes que se mueve: está buscando un lugar seguro para digerirte. Como todas las serpientes, las anacondas son de sangre fría, y necesitan un lugar cálido para acelerar su metabolismo. Una serpiente con frío tendría problemas digestivos.
El estómago de la anaconda produce enzimas y ácidos poderosos que disuelven primero las cosas más suaves, y luego las más duras. Tu cabello y tus uñas serían los últimos en ser digeridos. Si no tuvieras este asombroso traje protector, no pasaría mucho tiempo antes de que la serpiente te digiera. Te convertirías en líquido. Todos los nutrientes que tienes alimentarían las células de la anaconda, y el resto se abriría camino hacia la salida en aproximadamente un mes.
¡Y ahora, la buena noticia! La anaconda no querría comerte en primer lugar. ¡Eres demasiado grande y no vales el riesgo! Este proceso la volvería demasiado lenta, torpe y vulnerable. En cuanto te vea, es probable que se asuste y escape. O tal vez te dé un buen abrazo para protegerse, ¡así que mejor mantén la distancia en el futuro! Y ahora, la pregunta es... ¡¿cómo saldrás de aquí?!