Un día en la vida de una mujer de familia vista a través de los ojos de una artista que llamó la atención sobre un problema importante
La artista de Francia, Emma, publica en su blog unos cómics bastante graciosos. Las creaciones de Emma no son meras imágenes, sino un serio razonamiento sobre tal o cual problema actual de nuestra sociedad. Decidimos presentarte uno de los cómics más resonantes de la artista. Se llama “Tenías que habérmelo pedido” y describe un problema que casi todas las mujeres de familia conocen muy de cerca.
Genial.guru quiere advertirte: es probable que después de leer este cómic, tengas una acalorada discusión familiar. Inicialmente, causó una respuesta tan poderosa de parte de los lectores (y especialmente de las lectoras) del blog de Emma que la autora incluso decidió publicar un libro sobre los derechos y los deberes de las mujeres en la familia llamado Sobrecarga psicológica: un cómic feminista. Créenos, este libro no es una propaganda del feminismo en absoluto. Simplemente llama la atención sobre un problema silenciado en muchas familias. Esperamos que después de que tú y tu media naranja lean este artículo, saquen las conclusiones correctas, y que su familia se vuelva aún más fuerte.
El cómic comienza con una pequeña pero reveladora historia. Una vez, una colega de Emma la invitó a cenar. Cuando Emma llegó a su casa, fue recibida por el marido de su colega, mientras que ella estaba preparando la cena y cuidando a los niños.
Mientras el marido de la colega y Emma conversaban agradablemente en la sala de estar, a la anfitriona se le quemó algo en la cocina. El esposo y la invitada fueron a ver qué pasaba y vieron una imagen bastante sombría.
Entonces, viene la respuesta del marido que Emma llama típica de muchos padres jóvenes.
“Cuando un hombre espera que su pareja le pida que haga algo, la ve como una especie de gerente de los quehaceres domésticos. Una gerente que siempre sabe qué hacer y cuándo hacerlo. El problema es que la planificación y la organización de todos los asuntos del hogar lleva el mismo tiempo que una jornada completa de trabajo en una oficina”, escribe Emma. Finalmente, resulta que la mujer deber organizar y realizar la mayor parte del trabajo doméstico.
Aproximadamente así se ve el día típico de una mujer.
Al mismo tiempo, las mujeres, por regla general, no solo se ocupan del hogar y de los hijos, sino que también van a trabajar. Tratan de hacer todo lo que habían planeado y no olvidarse de nada. Emma llama a esto sobrecarga psicológica. “Es un trabajo constante y agotador, y es invisible”, escribe Emma.
A continuación, la autora delibera sobre la distribución de las responsabilidades en la familia, algo que no es innato, solo que los niños y las niñas se crían de maneras bastante diferentes. Las niñas tienen, desde la primera infancia, juguetes en forma de muñecas, platos para muñecas, etc. Pero si un niño tiene este tipo de juguetes se considerará extraño. No importa qué tan lejos haya ido el progreso, en la conciencia de las masas, la mujer de familia sigue siendo considerada principalmente como la guardiana del hogar con unas responsabilidades muy aburridas, mientras que el hombre es un héroe en busca de aventuras cuyas “hazañas” se cometen principalmente fuera del hogar.
Y aunque las mujeres en nuestro tiempo trabajan a la par de los hombres, muchas veces siguen siendo las únicas responsables de los quehaceres del hogar. Desafortunadamente, los hombres no siempre se ponen a pensar en eso. “Vemos a las madres que actúan como gerentas del hogar, mientras que los padres solo esperan sus instrucciones”, dice Emma.
Emma llama la atención sobre el siguiente punto: muchas veces, el hombre entiende los pedidos de ayuda muy literalmente y hace exactamente lo que se le pidió. “Cuando le pido sacar del lavavajillas la botella del bebé, sólo saca la botella, sin sacar el resto de los platos”, “No se dará cuenta de cambiar el pañal del bebé hasta que se lo pida”, “Nunca cocinará una comida separada para el bebé”, estos son algunos de los ejemplos que dan las amigas de Emma. Tal vez, los hombres simplemente no se den cuenta de que están cumplido solo una pequeña parte de lo que habría que hacer. Aunque, por supuesto, las mujeres quedan contentas de recibir cualquier tipo ayuda.
“Conozco a varios padres que no tienen idea de con qué alimentar y cómo vestir al niño, aunque él ya tenga varios años”, comenta la artista. El consejo aquí es uno solo: no tengas miedo de dejar al padre solo con el niño. Aun si ocurre una pequeña catástrofe, eso no hará más que unirlos y enseñarles mucho.
Al final del cómic, en previsión del descontento de los hombres, Emma escribe: “Podrás decir que en tu familia las cosas son distintas, pero el panorama general es decepcionante: según el Instituto Francés de Estadística, las mujeres pasan 2,5 veces más tiempo ocupándose de las tareas del hogar que los hombres”.
¿Cómo cambiar la situación?
- Emma les propone a los padres jóvenes ocuparse del bebé tanto como sea posible desde los primeros días de su vida. De ser posible, tomarse unas vacaciones del trabajo durante los primeros meses, que son los más difíciles.
- Lo justo es compartir las tareas del hogar con la mujer o realizarlos por turnos. En lugar de criticar a la esposa por el desorden en la casa, hay que ayudarla, porque no es nada fácil para ella, y muchas veces simplemente no llega a hacerlo todo.
- Educa a tus hijos para que sean tolerantes y no crezcan con estereotipos de que hay cosas que solo son asunto de las mujeres o de los hombres.
- Las mujeres deberían darles a sus maridos más oportunidades de que controlen sus actividades de forma independiente, y no revisar si han aspirado en las esquinas o no y en qué secuencia bañan al niño. Entonces los hombres tendrán más ganas de ayudar.
¿Cómo son las cosas en tu familia? ¿Logran llegar a un compromiso en la distribución de las tareas domésticas?