Es normal que los otros niños le tengan aprecio: no tienen los condicionantes que tenemos los adultos.
Un niño que a su corta edad se convirtió en un guerrero de alegría y vive con valentía su día a día
A veces son los niños quienes nos dan lecciones de vida a los adultos, con la diferencia de que nos las dan con ternura e inocencia. Eso es lo que nos ha mostrado Valentino Labra, un niño argentino de tan solo cuatro años que nació con una enfermedad llamada displasia diastrófica, que se manifiesta con estatura baja y extremidades cortas en los niños afectados.
Pese a su corta edad y a las dificultades de sus tratamientos, Valentino ha salido adelante gracias al amor y la valentía de sus padres, cuya fortaleza y su buen sentido del humor en las redes sociales han hecho de esta situación algo más positivo.
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Valentino Labra o Valu, como le dicen de cariño, es un niño argentino de cuatro años a quien se le diagnosticó displasia diastrófica, una patología de origen genético en la que, entre otras características, los niños afectados manifiestan estatura baja, extremidades cortas y crecimiento lento.
Sus papás, Milagros Lapuyade e Ignacio Labra, lo recibieron con mucho amor y comenzaron a compartir el día a día de su amado niño en las redes sociales. Su historia conmovió a muchos, y actualmente cuenta con millones de seguidores que están al pendiente de su vida.
Lejos de considerar la historia de su retoño como algo triste, los papás de Valu han inyectado de buen humor y espontaneidad cada video que comparten. La gente, en los comentarios, muestra gran apoyo y empatía hacia el pequeño valiente, que día tras día les regala su inocente sonrisa.
Antes de que Valu llegara al mundo, sus papás Mili y Nacho atravesaron una gran incertidumbre, especialmente unos pocos meses antes de que naciera su bebé. Mili relató que poco antes de nacer, Valu estaba muy bajo de peso, por lo que el médico solicitó a la madre hacerse una ecografía.
Pero el pequeño Valu no se dejó ver del todo, ya que al momento del ultrasonido estaba de perfil, así que sólo se le pudieron medir las extremidades visibles. Debido a estas dificultades, no se sabría lo que pasaría con el bebé hasta que naciera.
Tras una espera llena de incertidumbre, Valu llegó al mundo a mediados del 2018. Su padre definió ese gran momento como el mejor día de su vida, aunque presenciar el parto y encontrarse con la situación de que su hijo venía con una patología le parecía muy triste. “Y más con 21 años”, compartió Nacho.
Algunas características que presentó Valu al nacer fueron que tenía la orejita inflamada, la cervical invertida y con el pie equinovaro, lo cual significa que la extremidad no está en su posición habitual. Así que, poco a poco, sus papás accedieron a que los médicos le hicieran cirugías a su bebé con tal de que tuviera una mejor calidad de vida.
El nacimiento de Valu le dio un enorme giro a la vida de sus padres. Como pasa con todos los papás, surgieron dudas, y una de ellas era si su bebé iba a vivir. Debido a su capacidad torácica, existía la posibilidad de que no sobreviviera.
También experimentaron muchos miedos, como llegar a sentirse solos. Sin embargo, el apoyo que su familia les brindó fue invaluable, así como el de los doctores, quienes siempre trataron de brindarles seguridad y hacerlos sentir que no estaban solos.
Los cuidados de sus padres y el profesionalismo de los médicos han hecho de Valu un niño sano, alegre e independiente. Ha sorprendido por todo lo que habla a su corta edad, cómo le gusta divertirse y lo ocurrente que es. “Es superpositivo y está alegre todo el día”, comentó su papá.
A pesar de haber pocos casos como el de Valu en su país natal, los médicos hicieron un excelente trabajo. Los padres del pequeño guerrero conversaron con personas que estuvieran pasando por lo mismo, y se dieron cuenta que en otros países no hay tantos avances médicos.
Durante 11 meses, Valentino hizo un tratamiento con una silla de tracción con halo ortopédico. Por suerte, el pequeño lo tomó con naturalidad gracias a sus juguetes, sus dibujos y el amor de sus padres. Tal como contaron en una entrevista, Valu hace kinesiología común y en el agua para forzar su postura y generar equilibrio para cuando empiece a pararse y a caminar. Además, hace terapia ocupacional, fonoaudiología y acude a una psicóloga.
De acuerdo con su padre, Valu tiene una capacidad de adaptación y una inteligencia que lo pone a la altura de sus compañeros de la escuela en todo momento. Le encanta ir a clases y quiere mucho tanto a sus maestras como a sus amigos. Cuando llega a faltar, sus amigos preguntan dónde está. Y ya que lo ven, se le acercan emocionados. “Lo aman”, expresó su mamá.
Con respecto a cómo Valu lleva su vida, su papá explicó que el niño entiende su enfermedad, y lo más importante: es feliz. Quizá no se puede tirar del tobogán como otros niños, pero se divierte muchísimo jugando con sus cochecitos de juguete. “Sabe cuáles son sus limitaciones y las acepta muy bien. Jamás se siente menos que los demás”, expresó el padre, orgulloso.
La mamá de Valu comentó que a su hijo le encantaría tener una hermanita, y ella está feliz con la idea. Podría intentarlo una vez que Valu tenga más avances en su salud. Aunque su esposo no está muy de acuerdo, porque por ahora, Valentín lo es todo para ellos.