Felicitaciones para todo tipo de fiestas marcadas como “mensaje reenviado”. A los mensajes de este tipo siempre respondo: “Llámame o felicítame en persona, si realmente así lo deseas”. Yo, por ejemplo, escribo poemas para mis seres queridos. Es un buen bono al regalo principal. Al fin y al cabo, un “mensaje reenviado”, por el contrario, demuestra lo poco que le importas al otro. © Natalia Krivosheina / Facebook
Una conocida que estuvo en mi fiesta de cumpleaños publicó una foto de un ramo de flores en Instagram. Solo que era un ramo que me había regalado mi marido. Lo curioso es que unos cuantos en los comentarios se dieron cuenta de que la vivienda donde estaba el ramo no era su casa. En definitiva, quedó en evidencia y el post fue borrado. © Masha Zvereva / AdMe
Es molesto cuando las personas se enteran de tu profesión y empiezan a hacerse los listos, pretendiendo ser como tú. Trabajas como profesor de inglés: en las redes sociales te escriben en inglés, a veces de forma incorrecta, como si se burlaran de ti: “Eres la maestra, así que lo entenderás”. Cuando se encuentran contigo, dicen cosas tipo: “¿Cómo va, how are you?”. Y si fueras un mecánico, ¿qué? ¿En cada encuentro tendría que agitar una llave inglesa en tu cara? © Oídoporahí / VK
Hablando de su problema, una persona a veces se deja llevar tanto por la historia que se olvida de poner comas. Y la historia puede ser tan larga que a mitad de camino dejas de leerla, porque no entiendes lo que la persona estaba tratando de decir con ese torrente de palabras. © Nora / AdMe
Convertir a los niños pequeños en estrellas de las redes sociales. Compartir fotos de tus hijos con los amigos está bien, pero publicar regularmente detalles de la vida familiar al público en general es una exageración. © Hermit_Krab / Reddit

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