Tómate un momento para procesar lo que está pasando. El estar atravesando la ruptura de confianza de tu pareja es algo difícil, por lo que lo primero que debes hacer es desahogarte; llorar, gritar, contactar con amigas o una persona de confianza te hará sentirte apoyada y te ayudará a dejar de lado los juicios sobre la situación.
Reconoce tus acciones. Tanto él como tú necesitan aceptar sus errores. Mientras más tiempo pasen sin ser honestos uno con el otro, más profundo será el daño. Por ello, ten un diálogo interno contigo para recordarte que confianza no significa contarle o que tu pareja te cuente todo lo que tiene en su mente. Así como tampoco lo es darse acceso a cuentas bancarias, al celular o a las redes sociales. Este aspecto está presente cuando se tiene fe en la otra persona, por lo que puedes preguntarle directamente a tu pareja cualquier inquietud que tengas.
Identifica por qué lo hiciste. Un estudio de 2012 destacó que alrededor de dos tercios de las personas que participaron en él admitieron haber husmeado en el celular de su pareja sin su consentimiento. Aunque se trate de una práctica común, eso no significa que sea correcta. Mirar el teléfono del otro es una invasión a la privacidad, incluso si existe una razón justificada para hacerlo. Identifica qué te llevó a ese punto y cómo podrías resolverlo de manera distinta, por ejemplo, hablando con tu pareja, preguntándole tus dudas y pidiéndole que también sea honesta contigo.
Las mentiras y negaciones pueden causar más daño. Optar por guardarte que revisaste su celular y que, derivado de esta acción, descubriste una traición de su parte puede incluso agravar el problema que están enfrentando ahora. El caer en más mentiras para encubrir tu acción puede afectar las bases de su relación y, por ende, generar desconfianza.
Sé honesta. Di tu verdad de manera clara, con gentileza. No te centres en pensar cuál o cómo será la respuesta de tu pareja. Asume tu responsabilidad, sé abierta y recuerda que la comunicación puede hacer o deshacer una relación.
No pospongas la conversación, pero busca el momento adecuado. Iniciar un diálogo así de complicado no es cualquier cosa. Así que, no lo pospongas, pero tampoco hagas de él un momento incómodo o inapropiado. No tengas esta charla en medio del enojo o de una fiesta, o cuando haya factores que les impidan tener una conversación clara.

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