El psicólogo estadounidense Silvan Tomkins ha llegado a la conclusión de que el sentimiento de vergüenza surge cuando se esperan emociones positivas, pero se experimenta la sensación de fracaso. El cerebro puede percibir esa situación como un problema que requiere de una resolución inmediata, o bien reaccionar a ella como una amenaza: nos impide avanzar y nos hace sufrir.
Ir de compras es una actividad cotidiana para la mayoría de las personas y generalmente no promete emociones intensas. Sin embargo, a veces, entre el pasillo de las papas y el congelador de helados, se desatan dramas que dejan en vergüenza a las telenovelas brasileñas.
Todos nos encontramos a veces en una situación en la que queremos que la tierra nos trague, o simplemente volvernos invisibles. O mejor aún, borrarnos la memoria. Al fin y al cabo, por desgracia, a todas las anécdotas embarazosas nuestro cerebro las guarda durante años. Así que lo único que nos queda es verlo de otra perspectiva y reírnos de nosotros mismos.
Hay personas que parecen ser imanes andantes de los infortunios. Sin importar lo que hagan, siempre dan el primer paso del día con el pie izquierdo. Afrontar los momentos llenos de mala suerte requiere que pongamos en práctica lo que dicta el famoso dicho: “Al mal tiempo, buena cara”. Por eso, algunos usuarios decidieron compartir las catástrofes de su día vistas desde el lado del humor.
¿Alguna vez tuviste una relación que se terminó, pero sentías que todavía había oportunidad de volver a intentarlo? A menudo, cuando decidimos ponerle un “fin” a nuestra historia con alguien, muy seguramente queden cabos sueltos que nos hacen considerar si vale la pena volverlo a intentar. Por eso te preparamos un listado con 5 puntos por los que probablemente no sea una buena idea volver con tu ex, y otras 5 por la que podrías darle otra oportunidad.
Últimamente, nos dicen en todas partes que no debemos tener miedo a dar a luz a ninguna edad: desde los 16 años hasta el infinito. Como ejemplo de maternidad consciente en la edad adulta, señalan a estrellas como Monica Bellucci y Halle Berry, quienes logran combinar la maternidad tardía con su carrera y lucir deslumbrantes al mismo tiempo. Pero no suelen aclarar que afrontar noches de insomnio a la edad de 40+ años puede ser más difícil para las mujeres comunes que no tienen niñeras, institutrices y servicio de limpieza a su disposición.
Todos nos hemos metido en situaciones en las que dan ganas de volverse invisible de la vergüenza que pasamos. Muy a menudo, esto sucede cuando nosotros, habiendo quedado pensativos, respondemos al azar o hacemos algo en automático. O cuando hablamos demasiado alto, sin sospechar que nuestra conversación tiene oyentes involuntarios. Y cuando llega la comprensión de lo sucedido, dan ganas de disminuir de tamaño y esconderse en algún lugar lo antes posible.
Si eres madre o padre, seguro sabes lo complicado que es calmar los ánimos de un niño cuando se porta mal, porque lo habrás vivido más de una vez. Ya sea que se trate de una travesura o de algún mal comportamiento, no siempre es sencillo saber qué hacer o cómo reaccionar. Algunas veces incluso podemos sentir la vergüenza de las miradas encima de nosotros, esperando a que hagamos algo.
Un lugar de trabajo, un baño público e incluso una sala de conciertos en la que la música barroca está a punto de sonar: situaciones incómodas pueden acecharnos en cualquier lugar. Y no importa cuán vergonzoso pueda ser, muchas personas encuentran la fuerza para contar lo que les sucedió a todo Internet.
La primera escuela de conducción del mundo se inauguró en 1910: ese año, el empresario inglés Hugh Stanley Roberts realizó los primeros cursos sobre conducción de automóviles en la historia de la humanidad. La prueba de conocimientos de conducción apareció un poco más tarde, en Inglaterra, en 1935.
Apostamos a que cada uno de nosotros al menos una vez en la vida se encontró en una situación que le da vergüenza recordar. Y, en estos casos, las personas se dividen en dos tipos: los que repiten el momento incómodo en su cabeza durante años y amarían poder borrar su memoria con tal de olvidar semejante vergüenza, y los que tienen suficiente sentido de la autoironía y están felices de compartir sus historias cómicas con todo el mundo.
Las modas van y vienen, aunque a veces preferiríamos que perdieran el camino de vuelta. En muchas ocasiones, lo que estuvo en tendencia en una época parece salido de otro planeta cuando los años pasan. Basta con abrir un álbum familiar para encontrar una foto que pueda ruborizarnos y desear que jamás se hubiera tomado.
A pesar de que sabemos que “todos los problemas proceden de la infancia”, el tema de la relación entre hijos adultos y padres continúa siendo un tabú en nuestra sociedad. “Pero es tu mamá”, “Me criaron y me dieron de comer, debo ser agradecido”. Experimentar sentimientos negativos hacia nuestros seres cercanos, por decirlo suavemente, suele ser inaceptable. Incluso si los rencores causados por su crianza se convierten en autolesiones, ansiedad y una sensación de insolvencia con el paso de los años.
Si los niños nunca te han hecho ponerte rojo de vergüenza, entonces o no eres propenso a preocuparte por lo que piensen de ti, o simplemente no tienes niños. La espontaneidad y las travesuras infantiles pueden poner a cualquiera en una situación incómoda en el momento equivocado. Y, como demuestran las historias que siguen, lo mejor que se puede hacer en esos casos es simplemente echarse a reír.
Seguramente, todos hemos vivido situaciones que no podemos recordar sin ruborizarnos. Alguien por accidente envió una foto reveladora al número equivocado, y otro pasó todo el día dando vueltas con un agujero en los pantalones o dijo algo inapropiado. A veces cometemos errores, y mientras que algunos tratan de ocultar esas confusiones en los rincones más profundos de la memoria, otros no tienen miedo de contar esas historias al mundo para que los lectores se enteren de que nos son los únicos que tuvieron semejantes malaventuras.
Que tire la primera piedra el que nunca haya pasado por una situación embarazosa. Meter la pata puede resultar desagradable en cualquier lugar. Sin embargo, cuando estamos en nuestro entorno laboral, el sentimiento de vergüenza tiende a ser aún mayor. Lo que realmente cuenta, en estos casos, es tener el suficiente juego de cintura para sortear el momento y tratar de tomar la vergüenza con buen humor.
Mientras algunas personas a duras penas llegan a fin de mes, otras se quejan de los tediosos complejos turísticos y de los aburridos autos costosos. Suena completamente extraordinario; sin embargo, la verdad es que crecer en una familia rica es un desafío. Por ejemplo, los niños son vigilados por todas partes, no se les permite salir a la calle ni jugar en ningún lado y su futuro está decidido desde su nacimiento.
Casi todos escuchamos en nuestra infancia la frase “¡Qué vergüenza!” y la cultura de la vergüenza entró tan fuertemente en nuestras vidas que sigue existiendo y seguimos obedeciendo estas reglas no escritas. Mientras tanto, es perfectamente normal tener un desorden en casa, usar los mismos zapatos durante 10 años e incluso leer novelas de autores poco conocidos en lugar de los clásicos.
Bangladés es un pequeño país asiático con una densidad de población muy alta: hay 1 265 personas por cada kilómetro cuadrado. A modo de comparación: en México, esta cifra es de solo 64. Bangladés no es un país muy turístico y, por lo tanto, pocas personas saben cómo está organizada la vida allí.
¿Quién de nosotros no tiene fotos en álbumes familiares con páginas susurrantes por las cuales sentimos un poco de vergüenza, o recuerdos de la infancia que se pueden contar como una broma en las fiestas familiares? Pero cada imagen o historia del pasado es parte de nosotros, por lo que algunos usuarios de Internet, sin dudarlo, comparten esta “evidencia incriminatoria” públicamente y obtienen su merecida popularidad.
Hace poco, tuve una hija, y este alegre acontecimiento casi me llevó a la depresión más profunda. Me asusté por la posibilidad de echar a perder su vida, educándola de una manera errónea. Ante mis ojos aparecieron los recuerdos de mi padre y mi madre. Se les podría calificar de buenos padres. Trabajaban duro para que yo no pasase hambre, tuviera ropa y estuviera sano. Pero a su vez, me exigían que cumpliera sus expectativas a rajatabla. Me resistía y, puede ser, acabé siendo un mal hijo. Crecí completamente de manera diferente a lo que ellos querían. Y hay miles de esos niños como yo.
Todos en algún momento de nuestras vidas hemos pasado por momentos de vergüenza, ya sea por una acción o un comentario desafortunado que nos ha hecho pensar: “¡Trágame tierra!”. Una usuaria de Twitter inició un hilo para compartir esas situaciones incómodas, comenzando con una que vivió ella misma. Hasta ahora, el post suma más de 1 300 respuestas y 45 000 “Me gusta”.
¡Hola! Me llamo Juliana y crío un hijo de 11 años. Desde los primeros días de mi maternidad, me enfrenté a una actitud extraña de los demás. Todo el mundo sabía mejor que yo cómo alimentar, bañar, envolver y, lo que es más importante, criar a mi hijo. Y luego me di cuenta de que no era por mí: hoy en día, casi todas las mujeres que han dado a luz están sujetas a la observación pública.
La grasa del brazo puede ser causa de vergüenza y de la pérdida de confianza en uno mismo. Si tus brazos flácidos comienzan a molestarte, ¡entonces incluye ejercicios con mancuernas o pesas en tu rutina! El uso de estas pesas es esencial porque ayudan a tonificar los músculos, quemar grasa en diferentes áreas y mejorar tu resistencia. Todo lo que necesitas hacer es elegir el peso correcto y comenzar.
A todos nos encantan las bromas, pero solo hasta que somos sus víctimas. A veces no hay que ofenderse con los bromistas: es fácil soportar una moneda pegada a la mesa o una habitación llena de globos. Pero será difícil de perdonar si te pegan una enorme serpiente de plástico a la ropa.
Tal vez cada uno de nosotros tenga al menos una foto vieja que le provoca un poco de vergüenza. Por lo general, tales fotos son guardadas por los padres o abuelos para mostrarlas a todos sin pensarlo dos veces. Pero a veces es interesante recordar cuando siendo chico cortaste tu flequillo justo antes de una sesión de fotos, o cuando decidiste decorarte con rodajas de salami.
La afirmación de que todas las familias felices sienten lo mismo no debe ser cierta. La vida de cada familia consiste en momentos únicos, a veces conmovedores y a veces divertidos. Todos reaccionamos de manera diferente tanto a las dificultades y los problemas, como a las sorpresas agradables. Sin embargo, hay cosas que han sucedido en la mayoría de las familias. Mira y recuerda cómo fue que te pasó a ti.
Una relación en la que no hay cariño, compromiso y amor, probablemente no se considerará saludable. Pero algunas personas sienten que en esto hay una obligación. Se comportan con sus familiares “como se debe”, pero así y todo nadie se siente feliz. En tales casos, debes desactivar el modo de mayor amabilidad y convertirte en un tirano delicado. Por el bien común. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cómo? Encontramos las respuestas en las publicaciones del psicólogo Will Meek y de la psicoterapeuta Tina Gilbertson.
Terminar una relación es difícil. Especialmente si quien lo hace no eres tú. La ira y el resentimiento muchas veces empujan a las personas a realizar acciones precipitadas que no solo las dejan mal paradas, sino que también les impiden iniciar una relación nueva y feliz. Muchas de estas cosas se consideran normales, pero lo cierto es que son precisamente ellas las nos hacen culparnos y sufrir por los ex durante años.
Una infancia difícil es una combinación de palabras que es percibida por todos como algo a priori terrible. La mayoría de los psicólogos siempre han prestado atención solo a los efectos negativos de una infancia difícil: el trauma psicológico, la baja autoestima y otras cosas desagradables. Sin embargo, varios científicos decidieron analizar este problema de manera diferente y, como resultado de las investigaciones, resultó que las personas que crecieron en circunstancias duras tienen varias ventajas sobre las que lo hicieron en un ambiente favorable.
Los actores frecuentemente se arrepienten de determinadas escenas en sus películas. Ellos aceptan participar en proyectos cinematográficos dudosos que a menudo resultan ser agotadores física y moralmente. A veces, simplemente hacen algo ridículo sin sospecharlo. Al recordar la triste experiencia, las estrellas se burlan de sí mismas o cubren sus rostros con sus manos mostrando vergüenza.
El cuerpo humano es un mecanismo complejo y bien estructurado que, por su cuenta, sabe qué función activar en cada momento. Y entre estas, encontramos algunas que las personas no pueden mantener bajo control, ya que se “activan” sin nuestro consentimiento y solo nos queda cumplir obedientemente con el comando dado por el cerebro. Nos referimos a funciones de autoprotección como toser, sudar, temblar, así como a fenómenos no estudiados del todo: bostezos, escalofríos y otros similares.
Por supuesto, a todos nos puede ocurrir un problema inesperado, pero por alguna razón, son las chicas a las que les suceden las situaciones particularmente divertidas y ridículas. Bueno, al menos unas que tienen bastante auto ironía.