Jeff Bezos no es la persona más rica de la historia

Curiosidades
hace 1 mes

Jeff Bezos y Elon Musk son las personas más ricas del mundo... de momento. Pero si se junta todo su dinero, esta cantidad no se acercará a la riqueza de la persona más rica de la historia. Conoce a... Mansa Musa, el hombre más rico que haya existido. Ha ocupado el primer lugar en el top de los más ricos por más de 700 años, y es poco probable que alguien pueda alcanzar su nivel de riqueza en un futuro próximo.

Jeff Bezos tiene unos 203 mil millones de dólares, Elon Musk posee más de 300 mil millones. Mansa Musa, traducido al dinero de hoy, tenía una riqueza incalculable. Las estimaciones más conservadoras sugieren que tenía más de 400 a 500 mil millones de dólares. Sin embargo, esto es solo una hipótesis. La mayoría de los historiadores creen que era inimaginablemente rico y poderoso. Y esta riqueza destruyó la economía de su país. Pero empecemos por el principio. Mansa Musa nació en 1280 en África Occidental, en el país de Malí, la actual República de Malí. Toda su familia estaba formada por gobernantes, por lo que pasó su infancia y juventud con lujo. Casi todo este tiempo, su hermano mayor gobernó el país. Y entonces, cuando Mansa Musa cumplió 32 años, su hermano abdicó.

Quería explorar el mundo y estaba obsesionado con el océano Atlántico y las tierras que había más allá. Reunió una enorme expedición de 2 000 barcos y decenas de miles de personas. Navegaron como una ciudad entera en el agua y nunca regresaron. Algunos historiadores creen que el hermano de Mansa Musa consiguió llegar a Sudamérica, pero no hay pruebas fehacientes de ello. Así pues, el joven Mansa Musa se convirtió en el gobernante de Malí y en el dueño de toda la riqueza familiar en 1312. Fue un buen gobernante y un inteligente estratega. En los primeros años de su reinado, consiguió anexionar unas 24 ciudades.

Unió pequeños estados dispares en un solo imperio. Expandió enormemente el Reino de Malí. Este se extendió unos 3000 kilómetros desde el océano Atlántico. Poseía casi toda la parte occidental del continente. A partir de ese momento, la riqueza de Mansa Musa comenzó a crecer enormemente. En el mundo medieval, el oro se consideraba la fuente de riqueza más valiosa de todo el planeta. Muchos historiadores creen que Mansa Musa poseía casi la mitad de todas las reservas de oro disponibles en el mundo en aquella época.

Organizaron miles de centros de comercio de oro y otros bienes valiosos, como la sal, en Malí. Y parte de todo este beneficio comercial a gran escala iba directamente al bolsillo de Mansa Musa. Lo tenía todo: dinero, poder y sirvientes, pero había algo que le faltaba desesperadamente. Su deseo era similar al de su hermano. Mansa Musa también quería viajar, no para descubrir el mundo, sino para glorificar su imperio. Quería fama. Solo unos pocos oían hablar de su poderoso reino en el extranjero, pero él sabía que su país era casi el más rico de todo el mundo.

Para conseguir lo que quería, Mansa Musa peregrinó a La Meca a través del desierto del Sahara y de Egipto. Este viaje fue uno de los más grandes que alguien haya emprendido jamás. Mansa Musa emprendió su viaje con una caravana formada por unas 60 000 personas. Lo acompañaba toda la corte real, todos los funcionarios, miles de soldados, artistas, camelleros, comerciantes y decenas de miles de sirvientes. Llevaban un largo rebaño de cabras y ovejas para alimentarse. Era una enorme ciudad que vagaba por el desierto.

Imagínate la cantidad de agua y comida que se necesitaba para alimentar a esta multitud. En cuanto el rey anunciaba un alto, se montaban largos campamentos de tiendas. Uno se tardaría un día entero en recorrer este territorio. Miles de personas trabajaban en la preparación de la comida. Los artistas tocaban en el escenario; los mercaderes ofrecían sus productos a la gente dentro del campamento o a los viajeros que pasaban por allí. Los sirvientes cuidaban de los animales y ayudaban en las tareas domésticas. Todo esto ocurría bajo el sol abrasador sobre la arena caliente. Y luego, tenían que volver a plegar la ciudad de tiendas para ponerse de nuevo en camino. Lo más probable es que no todos consiguieran sobrevivir a un viaje así. Pero la buena noticia era que Mansa Musa trataba muy bien a su gente.

Casi toda esta gente iba vestida con las mejores sedas y telas persas tejidas con hilos de oro. Cientos de camellos tiraban de cargas con cientos de miles de libras de oro puro. Había tanto oro que se podía ver brillar al sol desde lejos. Nadie tenía hambre ni sed. Había suficientes provisiones para un viaje cómodo. Los viajeros que pasaban por allí se asombraban de la escala y la belleza de la enorme expedición real. Los rumores de que el rey de Malí se acercaba llegaron a El Cairo antes que el propio rey.

Finalmente, la caravana de Mansa Musa llegó a El Cairo. Los lugareños estaban sorprendidos por todo aquel lujo y riqueza. Pero lo mejor fue que el gobernante lo compartió generosamente con la gente. El oro que les dio hizo ricos a muchos pobres. Se quedó en El Cairo por tres meses. El oro estaba en todas partes, y por eso perdió su valor. No tenía sentido vender bienes por oro cuando todo el mundo lo tenía. Así es como Mansa Musa bajó el precio del oro y destruyó la economía del país durante su estancia en El Cairo. Según las estimaciones de los economistas e historiadores modernos, la crisis provocó pérdidas de unos 1 500 millones de dólares en Medio Oriente.

Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, intentó ayudar a la economía. Una teoría dice que no pudo hacerlo porque había gastado todo el dinero. Según otra historia, quería retirar parte del oro de circulación. Para ello, intentó pedir prestado oro a enormes tazas de interés a los prestamistas egipcios. No consiguió restablecer la economía, pero alcanzó su deseable objetivo. Las noticias y rumores sobre su riqueza y generosidad se extendieron por todo el mundo. Una imagen de un rey africano sentado en un trono de oro con una pieza de oro en la mano apareció en el mapa del Atlas catalán de 1375. Con este dibujo designaron a Tombuctú, la principal ciudad de Malí. Y el rey que se sentaba allí era Mansa Musa.

He aquí algunas historias reales mezcladas con leyendas sobre la ciudad y su gobernante. Algunos decían que era imposible contar la cantidad de riqueza que poseía Mansa Musa; otros creían que tenía suficiente oro para hacer ricos a todos los habitantes del planeta. Gente de todo el mundo empezó a viajar a Malí para ver este lugar con sus propios ojos. Tombuctú se convirtió en un El Dorado africano gracias al misterio y las leyendas. Muchos pensaron que era una ciudad dorada en el fin del mundo. Cazadores de tesoros y exploradores europeos emprendieron largos y peligrosos viajes para visitar el reino. Pero todo esto ocurrió muchos años después del reinado de Mansa Musa.

Este no solo glorificó su país y su nombre en todo el mundo, sino que también regresó a su tierra con nuevos científicos, poetas y arquitectos. Les pagó cientos de kilos de oro para convencerlos de que se trasladaran a Tombuctú. La cantidad que dio a cada uno de ellos sería de unos 8 millones de dólares en dinero de hoy. Comenzó a invertir en educación, arte, literatura, arquitectura y bibliotecas. Construyó escuelas y colegios. Durante el reinado de Mansa Musa, Tombuctú se convirtió en un centro de educación. Personas de todo el mundo acudían a este lugar para adquirir conocimientos de alta calidad.

En 1337, Mansa Musa falleció a la edad de 56. Sus hijos heredaron toda su riqueza, pero no consiguieron mantener el legado de su padre. Numerosas disputas, intentos de conseguir más dinero, levantamientos e intrigas, llevaron al colapso del poderoso reino. Los pequeños estados se dividieron. A lo largo de cientos de años, Malí fue perdiendo su poder. Luego, los europeos llegaron a este territorio, y finalmente destruyeron el imperio. Por eso hoy se sabe tan poco de la dinastía real de Mansa Musa. La historia de la Edad Media se contempla principalmente desde Occidente. Y en Occidente, solo unos pocos han oído hablar de Malí durante el reinado de Mansa Musa.

Si los europeos hubieran visitado el reino más en su apogeo, en la cima del poderío militar y económico, Mansa Musa se habría hecho mucho más famoso, y la gloria del reino se habría prolongado durante muchos siglos. Pero los europeos llegaron unos 200 años muy tarde. Encontraron al país en medio de una grave crisis y revueltas. Todavía es imposible calcular lo rico que era. Quizá nadie más pueda alcanzar ese nivel. Si la dinastía de Mansa Musa hubiera vivido hasta hoy y mantenido el imperio, probablemente viviríamos en un mundo completamente diferente. África podría ser el continente más rico y desarrollado del mundo, y Malí sería su centro. El reino habría logrado todo esto de forma pacífica. Mansa Musa era generoso y prefería conquistar países con lujo, no con fuerza.

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