Durante 5 años trabajé en una cadena de supermercados, y sé de primera mano cómo no caer en sus trampas

Pasar interminables horas en el transporte público puede llegar a irritar a cualquiera, pero por suerte siempre estaremos acompañados de extraños. El que te hace el concierto creyendo que está cantando bajito, el que tiene ojo de águila y no hay mensaje de teléfono ajeno que se le escape o el niño que ya es todo un adolescente que te mira con ojos de gatito de Shrek para que le cedas el asiento. Pero sea quien sea el personaje que te haya tocado en tu vagón, el viaje sin ellos sería mucho más aburrido, ¿no crees?
Ni hablar de las cosas que nos podemos encontrar en los aeropuertos. Siempre que se mezclan las palabras esperar y transporte, cualquier cosa puede pasar. Solo queda tratar de disfrutar el viaje y llegar a casa para contar las aventuras del día.