10+ Datos de la moda rococó que demuestran que María Antonieta fue toda una fashion victim

Curiosidades
hace 4 horas

Cuando pensamos en la corte de Versalles, lo primero que se nos viene a la mente es el lujo y la extravagancia, y con justa razón: la reina María Antonieta y su corte llevaron la pasión por la moda al extremo, y los pasillos del palacio se volvían exclusivas pasarelas de moda. Los vestidos con los mejores géneros, enormes sombreros y tocados y accesorios de materiales refinados eran moneda corriente en ese entonces.

Sin embargo, este afán por el lujo no estuvo libre de críticas, ya que reflejaba la superficialidad y contrastaba con el estilo de vida del ciudadano común. A continuación, algunas de las tendencias más representativas de una de las cortes que más dio de qué hablar a los historiadores.

1. Período rococó

El período barroco en Francia transcurrió principalmente entre los siglos XVII y XVIII, y coincide con el reinado de Louis XIV, “el Rey Sol”, quien pretendía mostrar al Palacio de Versalles como el símbolo del absolutismo. Este período se caracterizó sobre todo por reflejar la grandeza de la monarquía y el rigor moral de la época, que se reflejaba a su vez en los vestidos austeros y de tonos oscuros en los miembros de la realeza.

Sin embargo, en 1715 asume el trono Louis XV, en ese momento de quince años, y la moda y el estilo en el palacio empieza de a poco a cambiar. Los colores en los vestidos se vuelven más brillantes y llamativos: el estilo rococó entra en vigencia y con él la superficialidad y los lujos, un cambio cultural y estético que se extiende desde París al resto de las cortes europeas.

2. Ley sobre la forma de vestir

La moda y el estilo no se tomaban a la ligera en la corte francesa: ya desde el reinado de Louis XIV la vestimenta era un asunto de Estado. El rey pretendía que su corte sea reflejo de la opulencia y el lujo, y sus integrantes llegaban a endeudarse para cumplir con la estricta etiqueta de vestimenta en el palacio, lo que, por otra parte, hacía que dependieran económicamente aún más del rey.

Esto demuestra la importancia que tenía el aspecto en la vida palaciega francesa, donde la forma de vestir decía mucho sobre el status y el rango de los aristócratas: los favoritos del rey, por ejemplo, tenían permitido usar zapatos rojos, lo que constituía un privilegio de por sí.

3. María Antonieta, ícono de moda

María Antonieta llega a la corte de Versalles desde Austria en 1770 para convertirse primero en delfina y después en reina de Francia, como consorte del rey Louis XVI. Si bien su adaptación a su nuevo hogar no fue fácil, ya que no hablaba el idioma y la corte se refería a ella como “la austríaca”, pronto se hizo de un nombre y un estilo propio, convirtiéndose en la figura principal en los salones de Versalles. ¿El motivo? Su afición a la moda extravagante.

La reina era célebre por modelar trajes y vestidos lujosos, seguía las últimas tendencias e incluso imponía otras, ya que el resto de las cortesanas las incorporaban a su estilo personal. María Antonieta no repetía modelos, y cada aparición suya era una puesta en escena: las telas y cortes de sus vestidos, sus accesorios y su peinado estaban meticulosamente cuidados por su modista y su peluquero. Su imagen, su afición a las fiestas y sus gastos desmedidos generaron polémica entre la aristocracia y los súbditos franceses, pero quedaría para la posteridad como una referente de la moda.

4. Telas suntuosas

Uno de los principales cambios en la vestimenta de la corte en Versalles se dio en el empleo de las telas: se abandonaron los tonos modestos y oscuros y se reemplazaron por colores llamativos y telas brillosas, que hacían que los nobles se den vuelta en los pasillos. La seda, el encaje y el terciopelo hechos en Francia empezaron a adornar trajes y vestidos, y las líneas de las siluetas femeninas se volvieron más vaporosas, lo que ayudaba al movimiento, y también más insinuantes.

5. Panier

Una de las prendas típicas en la vestimenta femenina lo constituía el panier, especie de armazón que se llevaba bajo la falda para darle forma. Su nombre se debe a la palabra francesa para ‘canasta’, ya que se asemejaba a una canasta invertida, y es conocida en español como “tontillo”.

Inicialmente, se utilizó como silueta típica de embarazadas con el nombre de guardainfante, a la altura de la cintura. La corte francesa, sin embargo, desplazó el volumen a la cadera, para enmarcar bien la silueta femenina. Llegaban a medir dos metros de largo, lo que imposibilitaba, por ejemplo, que dos mujeres pudieran pasar por una puerta al mismo tiempo, o que compartieran carruaje: ¡nadie dijo que la moda fuera práctica!

6. Corset

Quizás la prenda más característica de la moda femenina de este período, el corset, estaba compuesto por una estructura que ayudaba a entallar la cintura y realzar el busto. Iba ajustado con cintas en las espaldas, por lo que una mujer noble necesitaba asistencia al momento de vestirse.

María Antonieta era conocida por utilizar una versión incluso más exagerada y rígida del corset, reservada para las mujeres poderosas de la corte: el grand corps, que acentuaba aún más el talle y era bastante incómodo: la reina llegó a mencionar en sus cartas las molestias que le ocasionaba esta prenda.

7. Vestido a la francesa

Durante la década de 1740 se impuso en la corte de Versalles una variante un poco más cómoda, con faldas menos exageradas, conocida como “vestido a la francesa”, compuesto de paniers con menos volumen, lo que facilitaba el movimiento de las damas y con una falda cubierta de volados, cuentas y pedrería.

Madame de Pompadour, la favorita del rey Louis XV, era conocida por utilizar este estilo de traje, que solía decorar con lazos y volantes. Otra de las características de su estilo era el cuello adornado por una cinta de terciopelo con una flor o una joya.

8. Vestido a la inglesa

Otro de los estilos típicos en el palacio de Versalles era la robe a l’ anglais, o ’vestido a la inglesa’, que incluía elementos de sastrería masculina como chaquetas cortas, solapas y mangas largas. Se evitaban los paniers y se los reemplazaba por la tournure, estructura más pequeña para dar volumen en la falda. La inspiración para este estilo provenía del redingote, una prenda para caballeros entre una capa y un abrigo, abierto en la parte frontal.

Esta tendencia fue popularizada, una vez más, por María Antonieta, quien en un momento determinado decidió simplificar su guardarropa y comenzó a vestir trajes más cómodos, con telas claras y vaporosas e incluso con estampas florales. El vestido a la inglesa mantuvo su popularidad durante el siglo XVIII e incluso hasta principios del XIX, lo que demuestra su versatilidad y comodidad.

10. Vestido a la polonesa

El vestido a la polonesa (o robe a la polonaise) fue otro de los atuendos característicos de la corte a partir de mediados de la década de 1770: consistía en un vestido ceñido al cuerpo, con la tela de la falda abullonada por detrás, fruncida mediante un cordón. La parte superior formaba una sola pieza con la falda. Era bastante práctico y dejaba a la vista la enagua y los tobillos, por lo que posibilitaba el andar de las damas de la corte, además de ser fácilmente modificable. Se lo consideraba un outfit modesto y cómodo para las actividades cotidianas, aunque sin dejar de ser elegante.

11. Robe de gaulle

La robe en gaulle fue un estilo polémico si los hubo: a partir de 1781 María Antonieta sorprende a la corte con este traje compuesto por una tela fina, semitransparente, que asemejaba a una enagua y que dio qué hablar a los cortesanos. Creado por la modista Rose Bertin, este estilo fue creado para vestir en espacios privados, y su tela solía ser de algodón, gasa o seda. La silueta era recta, aunque podía ajustarse con un cinturón. La reina solía lucirlos en las fiestas y eventos privados en su estancia personal, Le Petit Trianon, donde solo accedía su círculo de confianza.

Una estética que sugería un regreso a la naturaleza y formó parte de la etapa más despojada de María Antonieta, contrastante con sus anteriores vestidos, más sofisticados y costosos.

12. Accesorios

Ningún outfit que se precie está completo sin accesorios, y los cortesanos de Versalles era plenamente consciente de ello. Había una estricta etiqueta para el uso de los accesorios: si los vestidos de las damas no tenían mangas, por ejemplo, era obligatorio el uso de guantes. Los abanicos eran esenciales para las largas jornadas en el palacio, e incluso tenían su “lenguaje” propio, que habilitaba a los nobles a comunicarse sin palabras, generar intrigas palaciegas e incluso a coquetear entre sí. Por eso, los accesorios eran vistosos y completaban el atuendo, sin dejar ningún detalle librado al azar.

Las joyas eran tan importantes que se podían volver un asunto de estado: la misma María Antonieta estuvo envuelta en un escándalo conocido como “el asunto del collar” en 1784, cuando fue falsamente acusada de comprar de una gargantilla con nada menos que 650 diamantes. Aunque luego se descubrió que la compra había sido realizada por un cortesano bajo la firma de la reina, la reputación de María Antonieta quedó dañada por mucho tiempo.

13. Peinados extravagantes: el pouf

No solo las vestimentas en Versalles eran lujosas y extravagantes: los peinados de hombres y mujeres de la corte se caracterizaban por su gran decorado y elaboración. Se utilizaban pelucas realizadas con cabello postizo sobre una estructura de madera o metal, cubiertas de pomada y fijadas con polvo, a las que se solían añadir ornamentos variados: joyas, moños, figurines y plumas. Este estilo, conocido como pouf, alcanzaba una gran altura y era bastante costoso, por lo que las personas los conservaban durante semanas e incluso meses.

María Antonieta lucía creaciones realizadas por su estilista personal, el célebre Léonard, quien llegó a adherir en su tocado miniaturas, que la obligaban a viajar arrodillada en su carruaje, o sacar la cabeza por la ventana. En una ocasión, Léonard llegó a confeccionar un modelo de una fragata de guerra adherida a un tocado, que la reina lució orgullosa en el estreno de una ópera.

14. Rose Bertin, ministra de la moda

La cantidad de vestimentas y prendas en constante cambio en la corte dio pie a una gran proliferación de modistas en Francia, y gracias a las políticas proteccionistas surgió una pujante industria textil, (por ejemplo, la industria sedera de Lyon) y numerosas fábricas de sombreros, medias y lencería.

La modista más reconocida del momento era Marie-Jeanne Bertin, conocida popularmente como Rose Bertin, quien trabajaba para María Antonieta y fue responsable de varios de sus atuendos más icónicos. Fue ella quien la alentó a llevar vestidos que luego serían marcas de época e imitados hasta el hartazgo, como la robe en gaulle. Además de tener una relación directa con la reina, Rose pudo instalar sus boutiques y vender sus creaciones por toda Europa. Fue tal su popularidad que llegó a fabricar pequeñas muñecas con sus vestidos, que enviaba como muestra a distintas cortes europeas, y su influencia hizo que tuviera el título honorífico de “ministra de la moda”.

Aunque no estuvo exenta de polémica, la moda en Versalles fue un aspecto central en la vida de los nobles y de la realeza de la época: no solo reflejaba el estilo personal, sino que era símbolo de status y patriotismo. Sus trajes y accesorios marcaron la historia de la moda y siguen generando fascinación hasta la actualidad: ¿Qué prendas te parecen más representativas de esta época? ¿Cuál de los estilos de María Antonieta te parecen más icónicos?

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