10 Entrevistas de trabajo donde todo salió mal de forma divertida

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Se supone que las entrevistas de trabajo deben ser serias, profesionales y en las que debes demostrar tus habilidades, ¿verdad? Pues no siempre. A veces, las cosas dan un giro inesperado que deja tanto a los candidatos como a los entrevistadores con anécdotas que nunca olvidarán. Desde preguntas estrambóticas a meteduras de pata accidentales, aquí tienes algunos de los momentos más divertidos y ridículos de las entrevistas de trabajo de nuestros lectores, que demuestran que nunca sabes a qué atenerte.

1.

El director me pidió que me vendiera en un minuto.

Le contesté: “Soy inteligente, ingenioso y aprendo rápido. ¡Y acabo de ahorrarte 59 segundos!”. Se rieron tanto que no pudieron terminar el resto de la entrevista.

2.

Estaba tan nerviosa por la entrevista que me traje un tentempié para calmarme: una bolsa entera de papas fritas, una barrita de cereales e incluso un yogur. Durante la entrevista, me olvidé de mí misma y empecé a picar a mitad de respuesta.

El director de contratación levantó una ceja y preguntó: “¿Vamos a cobrar entrada a este picnic?”. Me puse tan nerviosa que intenté guardarme el yogur en el bolsillo... no acabó bien.

3.

Al final de la entrevista, quise decir: “Gracias, señor”. En lugar de eso, dije: “Gracias, amor”. El entrevistador parpadeó y contestó: “Eh, estoy casado”.

4.

Cuando el entrevistador me pidió que me presentara, me quedé helada. Por alguna razón, mi cerebro decidió que la mejor manera de romper el hielo era cantar mi nombre. Me puse en plan Broadway: “Me llamo Sarah y vengo a por el trabajo”.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Entonces el entrevistador empezó a aplaudir lentamente.

5.

El responsable de contratación me dio un rotulador y me pidió que dibujara una cronología de mi carrera. Muy fácil, hasta que el rotulador se negó a borrarse.

Me pasé el resto de la entrevista restregando desesperadamente la pizarra con la manga, emborronando mis líneas cuidadosamente dibujadas hasta convertirlas en un caos abstracto. El director se quedó mirando el caos y dijo: “Parece que tu carrera ha sido... dinámica”.

6.

Durante la entrevista, la jefa de contratación me preguntó:"¿Tiene hijos?“. Sonreí con dulzura y respondí: “¿Hacen esa pregunta a los candidatos masculinos?”.

La jefa de contratación se echó hacia atrás con una sonrisa socarrona y dijo: “En realidad, sí”. Contó la anécdota de haberle hecho la misma pregunta a un candidato la semana pasada. Su respuesta, que su hijo pequeño se refiere a él como “el hombre que hace los cereales”, dejó entrever su sentido del humor y su forma de afrontar el estrés.

Me pilló desprevenida, no sabía si reírme o impresionarme. Me dio más explicaciones, recalcando que la intención no era pillar a nadie desprevenido, sino conocer el tipo de sistema de apoyo que tenían los candidatos. La idea era garantizar que, en caso de ser contratados, todos tuvieran la flexibilidad necesaria para conciliar vida y trabajo. Señaló con qué frecuencia los padres, en particular, encontraban difícil responder a esa pregunta.

7.

El entrevistador me hizo una pregunta y luego se quedó mirándome en silencio. Yo contestaba, pero ellos seguían mirándome. Finalmente, dije: “¿Está probando cómo manejo las pausas incómodas?”.

Sonrieron y dijeron: “Sí. Has aprobado”.

8.

Entré en la sala de entrevistas y me quedé helada. El jefe de contratación era Jake, mi ex. El que me dejó plantada después de dos años, alegando que “no estaba listo para el compromiso”.

Las preguntas eran rutinarias hasta que me preguntó: “¿Dónde te ves dentro de cinco años?”.

Sonreí y respondí: “Trabajando para una empresa que valora la lealtad y el compromiso”. Difícil de encontrar hoy en día, ¿no cree?". Una semana después, recibí la oferta.

9.

Estaba en medio de una entrevista para un puesto de jefe cuando la responsable de RR. HH., sin previo aviso, se inclinó hacia delante y dijo: "Si es usted mujer, tenemos tres condiciones para este puesto".

Parpadeé, sin saber si la había oído bien. "Primero, tendrás que sonreír más. Nadie se fía de una mujer que no parece accesible. Segundo, tendrás que aceptar que no te tengan en cuenta en las reuniones. Tendrás que presionar para que te escuchen, pero no esperes que sea fácil. Y tercero, si tienes pensado quedarte embarazada en los próximos años, ni te molestes en presentar tu candidatura. Necesitamos a alguien que pueda comprometerse plenamente".

Me quedé estupefacta, pero no dejé que se me notara. Mi mente se agitó mientras procesaba lo absurdo de lo que me estaba diciendo. Me había pasado años construyendo mi carrera y nadie, nadie, iba a meterme en una caja así. En lugar de reaccionar con ira, tomé aire y le dije tranquilamente: "Estas son mis condiciones: Espero que se me trate con el mismo nivel de respeto y oportunidades que a los demás. Si eso es un problema, no soy su candidato".

La sala se quedó en silencio. La responsable de Recursos Humanos pareció sorprendida por mi tranquila respuesta. Una semana después, recibí la oferta de trabajo. Admitió que me había hecho esas preguntas para ver si caía en la trampa tradicional del "papel de la mujer" o luchaba por mí misma. Resulta que pasé su prueba sin sudar la gota gorda. ¿Y la sorpresa? En realidad, le impresionó mi negativa a conformarme con algo menos que la igualdad.

10.

El entrevistador se olvidó de mi nombre a medio camino y me llamó simplemente "persona de hoja de cálculo". Me lo tomé con calma y me presenté así a la siguiente persona que conocí.

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