10 Historias perturbadoras que parecen demasiado retorcidas para ser reales

Para muchos, la madre es la primera persona a la que se recurre a la hora de un problema, pues su paciencia infinita y su cariño son un refugio seguro. Pero no todas las personas pueden decir lo mismo: a veces, una madre puede ser fuente de críticas constantes, y generan inseguridades en sus hijos que los acompañarán a lo largo de su vida. Se trata de las “madres tóxicas”, y sus conductas pueden ser silenciosas pero nocivas en la vida de sus niños (¡y no tan niños!).
A continuación, un listado de las características más comunes en estas madres, para que puedas identificarlas, y consejos para sobrellevar la relación con esta persona tan importante en nuestras vidas.
Una de las características más habituales en las madres tóxicas es ignorar los límites de sus hijos. Por ejemplo, es común que compartan opiniones o pensamientos con sus niños que puedan llegar a ser inadecuados para su edad, por ejemplo, problemas en su propio matrimonio. Otra conducta típica es la intromisión en la vida de sus hijos adultos, a quienes trata como si fueran niños que necesitaran de su guía constante.
Dicha situación puede reforzar el control y la codependencia de la madre hacia el hijo, por lo que es muy importante establecer límites firmes para proteger la propia identidad y autonomía.
En relación con el punto anterior, una madre tóxica fomentará la dependencia de sus hijos hacia ella, ya sea emocional o financiera, como método de control. Lo que estos hacen en su tiempo libre, sus amistades, sus decisiones e incluso sus elecciones de carrera universitaria deben estar aprobados por su madre, cuya voz tiene un peso importante en la vida de su familia.
El control desmedido puede afectar la conducta y la autonomía de sus hijos, que se ven obligados a aceptar sus condiciones para recibir ayuda o contención emocional, ignorando sus propias preferencias y dudando de las capacidades propias.
Una madre tóxica querrá tener razón siempre y, en caso de estar equivocada, rara vez se disculpa o pide perdón. En caso de confrontarla, la conversación se vuelve una lucha de poder, donde es más importante “ganar” que los sentimientos o necesidades de los hijos, y donde la manipulación está a la orden del día. Si planteas un problema que no es de su agrado, es habitual que se victimice o, directamente, corte la comunicación.
Una madre tóxica no admite opiniones contrarias a la propia, y puede enojarse y llegar a discutir acaloradamente si sus hijos tienen otros puntos de vista. La invalidación materna se manifiesta cuando se minimiza o se niegan los pensamientos, emociones o experiencias de sus hijos, como decirles que están exagerando, castigarlos por mostrar emociones o negarles sus propias percepciones. Este desdén puede manifestarse mediante oraciones directas o bien con suspiros (o poniendo los ojos en blanco) para desacreditar lo sucedido.
Cuando las personas alcanzan un logro importante, como casarse, terminar una carrera universitaria o finalizar la compra de una casa, lo más común es que sus parientes cercanos se alegren y lo feliciten. No es el caso de las madres tóxicas, para quienes los logros de sus hijos aparecen como sucesos que le quitan protagonismo, quizás por su propia inseguridad. Por eso, es frecuente que minimicen lo logrado por sus hijos mediante comentarios pasivo-agresivos o mediante la comparación con otras personas, con lo que el hijo o hija terminan buscando una aprobación de su parte que, en muchos casos, nunca llegará.
La autoestima es una cualidad que se construye desde la infancia, y los primeros años de vida tienen una importancia central para el desarrollo de la confianza en nosotros mismos. En el caso de los hijos de madres tóxicas, este proceso puede verse alterado por comentarios críticos constantes de parte de su madre. En vez de ofrecer soporte emocional, ella puede realizar observaciones pasivo-agresivas o en forma directa sobre distintos aspectos de la vida de sus hijos, que hacen que ellos se cuestionen sus propias capacidades e incluso internalicen estos juicios, lo que les impide desarrollar la autoconfianza en el futuro.
Uno de los métodos más perjudiciales utilizados por las madres tóxicas, sobre todo si se da en la infancia, es el tratamiento silencioso. Dicha conducta se da cuando una madre ignora, adrede a un hijo, fingiendo no verlo o no escucharlo, como forma de castigo. Esto tiene consecuencias negativas para el desarrollo psicológico del niño, que se siente culpable e ignorado por su adulto responsable, aunque no logra entender bien la causa.
El testimonio de “Adele”, paciente de la terapeuta Peg Streep, es clave en este sentido: “El tratamiento silencioso de mi madre era terrorífico y podía durar días, lo que parece una eternidad cuando tienes seis o siete años. Ella miraba a través tuyo como si no estuvieras ahí, se sentía como si hubieras desaparecido del mundo”.
Una técnica habitual en una madre tóxica es el uso de la culpa sobre el hijo para lograr controlar sus acciones. Puede llegar a victimizarse o a recriminar a su prole como táctica de manipulación. ¿Su frase de cabecera? “Después de todo lo que hice por ti”. Habitualmente, esta conducta genera el efecto esperado: que sus parientes reviertan lo dicho o hecho y que el status quo vuelva a su estado original.
En este caso, es muy importante que el hijo o hija puedan establecer límites firmes para poder priorizar las decisiones propias y eludir el rencor y la evitación.
Una conducta recurrente en las madres tóxicas es minimizar lo sucedido en el pasado que pueda haber afectado a sus hijos, decir que no lo recuerda en detalle o realizar gaslighting (luz de gas). El gaslighting sucede cuando una persona contradice los hechos pasados, lo que hace dudar a la otra persona acerca de sus recuerdos, percepciones o sentimientos, por ejemplo: “No recuerdo que haya sido para tanto” o “Estás exagerando, eso no sucedió”.
Cuando un niño se ve expuesto a este trato, llega a dudar de su propia percepción, lo que hace que cuando crezca desconfíe de su madre o se deteriore su vínculo con ella.
Debido a la falta de límites en el vínculo materno-filial, la identidad de los hijos puede verse desdibujada, y su independencia puesta en jaque. La madre puede esperar que sus hijos cubran sus necesidades emocionales, lo que genera que se sientan atrapados y únicos responsables de su felicidad. Sus propios problemas pasan a ser lo más importante, y se espera que los hijos se adapten a esta prioridad, por ejemplo, centrando la conversación alrededor de su madre.
Este tipo de relación “enredada” con la madre puede ser causa de dificultad para formar relaciones por fuera de la relación materna, ya que los individuos no cuentan en un futuro con un sentido de autonomía e identidad fuertes.
Una de las cosas positivas es que el tipo de vínculo con una madre tóxica y la forma de relacionarse con sus hijos está siendo ampliamente estudiado y hay factores que pueden mejorar la calidad de vida de sus descendientes sin sacrificar su sentido de autonomía.
La relación con una madre tóxica es compleja, y sus efectos inician en la niñez de sus hijos y se extienden hasta su vida adulta. Si bien se trata de un vínculo complicado, estas características pueden ayudar a identificar conductas que quizás habías pasado por alto, y otorgan herramientas para abordar el vínculo al tiempo que se desarrolla la propia identidad. ¿Qué consejo te resultó más útil? ¿Podrías agregar una recomendación para personas que tengan una relación similar con sus madres?