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A lo largo de la historia, el amor ha sido capaz de mover imperios, inspirar obras inmortales, y en ocasiones, llevar a las personas a gestos tan conmovedores como insensatos. Más allá de las idealizaciones románticas, estas historias reales nos muestran que el amor deja huellas profundas no solo en quienes lo viven, sino también en la cultura y en la memoria colectiva. Este artículo reúne algunos de los actos de amor más emblemáticos y conmovedores protagonizados por hombres históricos.
Pedro Abelardo fue uno de los filósofos y teólogos más influyentes de la Edad Media en Francia, siglo XII. Eloísa, su alumna, era una joven brillante e intelectual. Pronto, ambos se enamoraron perdidamente. Su relación fue intensa y apasionada, pero escandalosa para la sociedad y el clero de la época. Tuvieron un hijo en secreto y se casaron clandestinamente.
Cuando el tío de Eloísa descubrió el romance, montó en cólera y orquestó una brutal venganza: Abelardo fue castrado por hombres enviados por él. Tras el ataque, Abelardo se retiró a la vida monástica y Eloísa fue obligada a ingresar a un convento.
A pesar de la tragedia y la separación, mantuvieron una correspondencia amorosa durante décadas. Sus cartas son consideradas joyas de la literatura medieval, reflejando amor, dolor, remordimiento y pasión intelectual. La historia de Abelardo y Eloísa ha inspirado incontables obras, poemas, novelas y óperas. Están sepultados juntos, como último símbolo de un amor que resistió el tiempo y la adversidad.
Napoleón Bonaparte (1769–1821), un general revolucionario, luego emperador de los franceses, es una de las figuras más influyentes de la historia moderna. Conoció a Josefina de Beauharnais (viuda con dos hijos) en 1795. Ella era elegante, carismática y mayor que él. Se casaron en 1796, poco antes de que Napoleón emprendiera su exitosa campaña militar en Italia. Durante esas campañas, Napoleón le escribió apasionadas cartas de amor, donde expresaba celos, deseo y ternura.
Sin embargo, la relación no fue perfecta. Josefina le fue infiel al principio, y luego Napoleón también tuvo amantes. Con el tiempo, la presión por un heredero obligó a Napoleón a divorciarse de Josefina en 1809. Aun así, siguió amándola profundamente hasta su muerte. Sus últimas palabras en el lecho de muerte fueron: “Francia, el ejército, Josefina...”.
Frédéric Chopin fue un compositor y pianista polaco, considerado uno de los mayores genios del Romanticismo musical. George Sand (seudónimo de Amandine Aurore Lucile Dupin) fue una célebre escritora francesa, famosa también por su pensamiento libre y por escandalizar a la sociedad parisina.
Chopin y Sand se conocieron en París en 1836. Él era delicado, frágil, de salud quebradiza. Ella, fuerte, independiente, 6 años mayor y escandalosamente moderna. Se enamoraron intensamente, y vivieron una relación apasionada pero tormentosa durante casi 10 años.
En el invierno de 1838 se fugaron juntos a Mallorca, donde Chopin compuso algunas de sus obras más célebres, como los Preludios Op. 28, mientras luchaba contra la tuberculosis. George Sand cuidaba de él, pero las tensiones familiares y el deterioro físico terminaron por destruir la relación. Se separaron en 1847, poco antes de la muerte de Chopin.
La relación dejó huella profunda en la obra de Chopin, marcada por una mezcla de melancolía y belleza. Su música fue, en gran parte, una expresión de ese amor apasionado, intelectual y trágico.
Richard Wagner (1813–1883) fue uno de los compositores más influyentes de la historia de la música, creador de obras monumentales como Tristán e Isolda o El anillo del nibelungo. Inició una relación con Cosima Liszt, hija del célebre compositor Franz Liszt, cuando ella aún estaba casada con el director de orquesta Hans von Bülow, amigo y admirador de Wagner. Fue un escándalo en los círculos culturales de la época.
Cosima abandonó a su esposo por Wagner y fue su compañera hasta el final de sus días. Fruto de esa relación nacieron varios hijos, y en 1870 Wagner le hizo una de las dedicatorias más conmovedoras del arte: compuso para ella la Sinfónica Idilio de Sigfrido, una pieza orquestal íntima que fue interpretada en secreto en la escalera de su casa como regalo de cumpleaños y conmemoración del nacimiento de su hijo Sigfrido.
Shah Jahan (1592–1666) fue el quinto emperador del Imperio mogol, una dinastía que gobernó gran parte del subcontinente indio. Siendo príncipe, conoció a Arjumand Banu Begum, a quien más tarde llamó Mumtaz Mahal (“la elegida del palacio”). Se casaron en 1612 y mantuvieron un matrimonio lleno de complicidad, afecto y pasión.
En 1631, mientras daba a luz a su decimocuarto hijo, Mumtaz Mahal murió repentinamente, dejando al emperador sumido en un profundo dolor. Para honrar su memoria, Shah Jahan mandó construir el Taj Mahal, un mausoleo colosal hecho de mármol blanco, incrustado con piedras preciosas, rodeado de jardines simétricos y fuentes.
Se necesitaron más de 20 000 obreros y artesanos durante más de 20 años para completarlo. Tras su muerte, Shah Jahan fue enterrado junto a Mumtaz Mahal dentro del Taj Mahal, cumpliendo así su promesa de permanecer unidos para siempre.
Horace Greasley (1918–2010) fue un soldado británico capturado por los alemanes en 1940. Mientras estaba prisionero, Horace conoció a Rosa Rauchbach, una intérprete alemana que trabajaba allí como traductora. Ambos se enamoraron, a pesar de encontrarse en medio de un contexto brutal.
Desafiando el peligro constante, Horace Greasley escapó más de 200 veces para encontrarse con Rosa en secreto. Tras cada visita, regresaba voluntariamente al campo para evitar levantar sospechas o represalias contra ella. Su amor fue clandestino, desesperado y arriesgado.
Greasley relató su historia en sus memorias “Do the Birds Still Sing in Hell?” (2008), donde narra no solo su increíble audacia, sino también la intensidad de un amor nacido en el lugar más inhumano imaginable.
Victor Hugo (1802–1885) fue uno de los más grandes escritores del Romanticismo, autor de obras inmortales como Los Miserables. En 1833, Victor Hugo conoció a Juliette Drouet, una joven actriz parisina de gran belleza, durante los ensayos de una obra teatral. Desde entonces, ella renunció a su carrera por amor y se convirtió en su compañera secreta y devota por el resto de su vida.
Su relación fue un romance oculto a los ojos de la sociedad (Hugo estaba casado), pero emocionalmente profunda. Juliette le escribió más de 20 000 cartas a lo largo de 50 años, convirtiéndose en su confidente, apoyo constante y guardiana de sus secretos.
Durante los años de exilio de Hugo tras su enfrentamiento con Napoleón III, Juliette lo siguió incondicionalmente. Aunque nunca se casaron oficialmente, Hugo la llamó su “esposa en el alma” y le dedicó poemas y escritos.
Ludwig van Beethoven (1770–1827) fue uno de los compositores más grandes e influyentes de todos los tiempos. En 1812, Beethoven escribió una carta apasionada e intensa dirigida a una mujer a quien llamó “mi amada inmortal” (“Unsterbliche Geliebte” en alemán). La carta nunca fue enviada, y hasta hoy sigue siendo un misterio la verdadera identidad de la destinataria.
En esa carta, Beethoven le expresaba una mezcla de desesperación, pasión y entrega absoluta. Le escribe: “Siempre tuyo. Siempre mía. Siempre nuestro”. Esta frase se convirtió en una de las declaraciones de amor más célebres de la historia.
Durante años se ha especulado quién fue esa “amada inmortal”. Las principales candidatas son: Antonie Brentano, una aristócrata casada, con quien algunos estudiosos creen que Beethoven pudo haber tenido una relación secreta. Josephine Brunsvik, con quien Beethoven sí mantuvo correspondencia amorosa conocida, aunque también era una mujer casada. Otras teorías apuntan a otras mujeres. Siempre será un misterio.
John Keats (1795–1821) fue uno de los poetas más importantes de la poesía inglesa, aunque murió joven y en pobreza. Su obra sería valorada plenamente después de su muerte.
Conoció a Fanny Brawne en 1818. Se enamoraron apasionadamente, pero su romance fue tan hermoso como trágico. Keats era un joven brillante pero pobre, y su salud comenzaba a deteriorarse por tuberculosis.
A pesar de los obstáculos, se comprometieron en secreto. Durante su enfermedad, Keats le escribió algunas de las cartas de amor más conmovedoras de la literatura inglesa, llenas de deseo, ternura y desesperación. Keats decidió alejarse de Fanny al enfermar gravemente para protegerla del sufrimiento. Finalmente, viajó a Italia con la esperanza de mejorar su salud, pero murió en Roma en 1821, a los 25 años. Nunca se casaron. Fanny guardó las cartas de Keats durante toda su vida y nunca se casó con otro hombre.
Las cartas fueron publicadas póstumamente y se consideran hoy una de las cumbres del amor epistolar romántico.
Edward Leedskalnin (1887–1951) fue un inmigrante letón, excéntrico y solitario, conocido por construir el enigmático, Coral Castle en Florida, un monumento megalítico que aún hoy intriga a ingenieros y científicos. Emigró a Estados Unidos después de que su prometida, Agnes Scuffs, a quien él llamaba “Sweet Sixteen”, rompiera su compromiso un día antes de la boda, en Letonia. Él tenía 26 años y ella solo 16.
Consumido por el desamor, Edward dedicó el resto de su vida a crear un monumento a ese amor perdido: el Coral Castle (Castillo de Coral), construido en secreto durante más de 20 años, sin ayuda, herramientas modernas ni maquinaria pesada.
Lo más extraordinario es que Leedskalnin trabajaba solo, de noche, moviendo y tallando enormes bloques de piedra caliza coralina. Nunca explicó cómo lo hizo, alimentando el mito de que utilizaba conocimientos secretos sobre magnetismo o “levitación”.
Estas historias nos recuerdan que el amor, en sus formas más sublimes o más dolorosas, ha sido capaz de moldear no solo vidas individuales, sino también la historia misma. Porque al final, el amor verdadero no siempre es perfecto... pero siempre deja huella. Y tú, ¿qué estás dispuesto a hacer por amor? ¿Qué fue lo más asombroso que te hicieron por amor? Hablando de amor, te invitamos a conocer a estos atractivos personajes históricos.