20 Pruebas de que nuestras mascotas nos entienden y nos aman más de lo que pensamos

La calle es el lugar ideal para cometer un atraco: hay mucho ruido y es fácil distraer a una víctima potencial. Por eso, muchas técnicas de los estafadores callejeros se basan en el factor sorpresa. A veces incluso están dispuestos a armar un espectáculo frente a ti con tal de apoderarse de tu dinero o tus objetos de valor.
Genial.guru reunió los engaños contemporáneos más populares de los estafadores callejeros y la explicación de lo que se debe hacer para evitar que te dejen sin un solo centavo en el bolsillo.
El esquema más común. Tú vas por la calle y notas que bajo tus pies hay una cartera llena de dinero. Una persona, como por arte de magia, aparece a tu lado y te propone dividir el dinero en partes iguales. Por lo general, son tan buenos en el arte de la persuasión que es complicado negarse, por lo que se queda con la mitad del dinero y se va. De pronto aparece el “dueño” de la cartera, quien exige compensar toda la suma de dinero. Por supuesto, él y el negociador trabajan en equipo.
Vas caminando por la calle cuando, de pronto, desde una esquina sale una persona. Naturalmente, chocan y él cae al suelo. Después te muestra su teléfono roto, declarando que tú lo hiciste. Este tipo de fraude es aplicable para quienes se distraen al momento de moverse o simplemente no tienen cuidado.
Algunos estafadores te piden tu teléfono para realizar una llamada, argumentando que se han quedado sin batería y te dejan el suyo en calidad de garantía. Después se alejan de la víctima porque “no se tiene buena señal” para realizar la llamada y, sin problema alguno, huyen con el teléfono de la víctima, en cuyas manos se queda un juguete de plástico muy parecido a un verdadero celular.
Llegas al supermercado en tu automóvil y lo estacionas. Al regresar, después de haber realizado las compras, notas que en el asfalto bajo el capote de tu automóvil hay una mancha de aceite. Lo primero que se te viene a la mente es que algo se ha dañado. En tal situación, el conductor frecuentemente coloca las compras y la cartera dentro del automóvil y después se dirige al capote y busca la avería. Durante este tiempo, el ladrón roba el dinero del automóvil.
En el cajero automático puede ocurrir una situación como esta: la ropa de la víctima que acaba de retirar efectivo es ensuciada por algún tipo de “persona descuidada” ya sea con cátsup, café, helado o refresco. De una manera exagerada, el ladrón se disculpa por el accidente y rápidamente se ofrece a limpiarlo, hábilmente saca los billetes de la cartera o la toma por completo.
En la calle, se te acerca una persona increíblemente bondadosa y te muestra que tienes un tipo de mancha en la ropa. Tal episodio repentino de asistencia mutua en la calle, por lo general, causa un tipo de estupor por unos cuantos segundos. En ese período corto de tiempo, el “buen samaritano” consigue explorar todos tus bolsillos y se va. Cuando notes que te hace falta algo ya será demasiado tarde.
Al ir por la calle, una persona desconocida se te acerca, te recibe con tanta alegría y te abraza fuertemente casi uniéndose a tu ropa como un tipo de pegatina. Mientras tú estás confundido e intentas recordar quién es él y que fue lo que pasó en general, el estafador desaparece junto con tu cartera.
En la calle, un desconocido se dirige hacia ti y te pide cambiar un billete de gran denominación por algo más pequeño, ya que el parquímetro no acepta esos billetes. Tú, al ser una persona de noble corazón, cumples su petición y al final te das cuenta de que en tus manos tienes un billete pegado en dos partes, una real y otra falsificada. Y, por supuesto, del estafador no ha quedado rastro alguno.
Una mujer con un bebé en brazos se acerca a ti y de pronto lo coloca directamente en tus manos (frecuentemente es una muñeca). Cuando lo coges en tus brazos e intentas entender qué sucede, sus cómplices husmean tus bolsillos o bolsa.
En la calle te encuentras con una linda chica llorando. Ella te pregunta si no has encontrado su anillo de oro de compromiso o matrimonio, el cual perdió cerca de ese lugar. La hermosa joven ofrece una gran recompensa por el anillo y hasta te deja su número telefónico en caso de que encuentres la joya. Por supuesto, como por arte de magia, un desconocido se acerca hacia ti, ofreciéndote un anillo de oro que hace poco tiempo se acaba de encontrar precisamente en donde tu habías encontrado a la “pobre” novia.
Está claro que el anillo pertenece a ella, y tú decides comprarlo, ya sea para devolverlo, venderlo o quedarte con él. Después de entregar una gran suma de dinero, llevas el anillo a una joyería para que evalúen el hallazgo y ahí mismo te indican que el pedazo de cobre vale poco menos de unos cuantos centavos.
¿Con qué trucos de estafadores callejeros te has enfrentado o se han enfrentado tus conocidos? Comparte tu experiencia con nuestros lectores para que podamos estar a salvo de tales desagradables sorpresas.