11 Objetos cotidianos que usamos por inercia y cuya función podría ser un espejismo

Curiosidades
hace 12 horas

En nuestra vida cotidiana utilizamos tantos objetos que no nos detenemos a preguntarnos por su origen o alguna característica en particular, como su forma, color o utilidad real. Pareciera que su diseño ha sido así desde siempre, entonces no lo cuestionamos. Sin embargo, de vez en cuando se despierta nuestra curiosidad: ¿Por qué es de esta manera y no de otra?

A continuación, una lista de once elementos que nos acompañan todos los días, pero que quizás poseen algo en particular que pasamos por alto... hasta ahora.

1. El teclado QWERTY

El teclado QWERTY es el más extendido en los ordenadores modernos, sin embargo, la disposición de las teclas no tiene una lógica aparente: ¿Por qué, entonces, se volvió el modelo más popular a la hora de escribir?

La respuesta parece residir en sus orígenes: en 1860 Christopher Latham Sholes, imprentero, periodista e inventor amateur, idea una máquina para escribir similar a un piano, que patenta en 1868. Si los usuarios estaban familiarizados con las teclas, escribir sería sencillo. Sin embargo, este primer prototipo tenía algunas fallas técnicas, por ejemplo, el orden de algunas letras hacía que las teclas más usadas se traben. A principios de la década de 1870, Latham Sholes se asocia con la fábrica Remington y empieza una serie de rediseños.

El modelo competidor directo, el teclado Dvorak, surge en 1930, cuya ventaja residía en que las letras estaban organizadas de acuerdo a la posición natural de los dedos. Sin embargo, ya había millones de personas que utilizaban el teclado QWERTY, que fue finalmente el que se empleó en los teclados de los primeros ordenadores.

2. La forma de los nachos

Los nachos son una de las comidas rápidas más populares a nivel mundial, y con razón: son sabrosos y perfectos para compartir en reuniones. El ya clásico formato de los nachos es ideal para levantar las salsas con las que suelen acompañarse, ¿pero por qué son siempre triangulares?

Tradicionalmente, los nachos están hechos con chips de tortilla de maíz: se cortan las tortillas en triángulos, se las fríe y se les añade sal. En la década del 40, una mujer llamada Rebecca Webb Carranza trabajaba en la fábrica de tortillas de su familia, cuando se dio cuenta de que las máquinas automáticas a veces generaban tortillas sin forma, que no se podrían vender. Carranza tomó los remanentes “defectuosos”, se las llevó a su casa, las cortó en triángulos y las sirvió como snacks. Los chips se popularizaron, y Carranza es considerada desde entonces como una de las pioneras de la cocina mexicana.

3. Dispositivo USB

Una de las pequeñas batallas cotidianas: estar con prisa, introducir el dispositivo USB en el puerto correspondiente y darnos cuenta de que no cabe, que debe colocarse al revés. Si bien son milésimas de segundo, es frustrante para el usuario: ¿por qué no se repensó su diseño al momento de su creación?

La respuesta parece tener que ver con los costos de producción: según su creador, Ajay Bhatt, fabricar el saliente reversible duplicaría los costos. Si bien es un invento revolucionario, ya que se trata de un solo dispositivo capaz de conectarse con múltiples aparatos, estos pequeños detalles en el uso nos hacen preguntarnos si no es tiempo de rediseñar este ya clásico dispositivo.

4. Las tallas S, M y L

Aunque ahora nos parezca difícil de imaginar, la ropa no siempre tuvo tallas determinadas por sus fabricantes. A partir de la Revolución Industrial las prendas se dejaron de hacer a medida, y se masificó su producción en fábricas. De esta forma, se hizo necesario empezar a etiquetar la ropa para facilitar el proceso de venta. Es por eso que desde inicios del siglo XX surgió un primer intento de unificar el etiquetado en tallas específicas, a veces cosidas a mano o impresas en tela.

Fue a mediados del siglo XX, cuando la industria textil creció exponencialmente y la venta se hizo internacional, que surgió la necesidad de simplificar aún más el etiquetado de las prendas a ser exportadas. Como cada país utilizaba su propio sistema, se estandarizaron las tallas usando S (correspondiente a una talla “pequeña” en español), (mediano) y L (grande), y ese es el sistema que perdura hasta hoy, con variaciones para tallas extra pequeñas o extra grandes. Los clientes, ¡agradecidos!

5. Botón para cerrar puertas en elevadores

¿Alguna vez presionaste el botón “cerrar puertas” en el elevador, solo para que nada sucediera? No sería extraño: desde los años 90, estos botones no generan ninguna acción.

El motivo es la Ley de Estadounidenses con Discapacidades (ADA), que desde 1990 establece que las puertas del elevador deben estar abiertas durante al menos tres segundos para que las personas con discapacidad tengan tiempo suficiente para ingresar. Los elevadores construidos luego de esa fecha poseen un botón de “cerrar puertas” que no produce ningún efecto y a veces ni siquiera están conectados al panel de control. Por este motivo se lo considera un “botón placebo”, similar al del semáforo que oprimen los peatones para parar el tráfico: no tiene función, pero le da al usuario una falsa sensación de control.

6. Formato de hora AM/PM

El uso del formato AM/PM en los relojes es la norma en los países anglosajones: si una reunión es a las nueve, es necesario que se aclare si será de mañana o de noche. Por ello, algunos podrían objetar que sería más práctico utilizar el sistema de 24 horas, utilizado en gran parte del mundo: ¿por qué, entonces, se sigue utilizando el formato de doce?

En el sistema de reloj de 12 horas se divide al día en dos períodos iguales: AM (ante meridium, antes del meridiano o mediodía) y PM (post meridium, después del meridiano). El número pareciera tener una explicación mítica, y ya desde la Antigüedad se dividía el tiempo en doce períodos iguales en Grecia y Egipto. A partir de la Edad Media se empezaron a utilizar relojes de 12 y de 24 horas, sin embargo, en Inglaterra se popularizó la primera versión, lo que generó que los países anglosajones mantuvieran este sistema hasta el día de hoy.

7. El disquete: símbolo de guardado

Al momento de guardar un archivo en el ordenador presionamos el botón de disquete, aun cuando quizás hace años que no utilizamos uno (¡y que ya hay gente adulta que jamás vio uno de cerca!).

Este símbolo cuadrado fue popularizado en los noventa, cuando la venta de ordenadores de uso personal se masificó. En procesadores de texto, como Microsoft Word, este botón era indispensable a la hora de trabajar, ya que guardaba el trabajo realizado. Aunque en ese entonces era fácilmente reconocible por los usuarios, con el tiempo el ícono quedó obsoleto. Sin embargo, subsistió hasta la actualidad, aunque lo extraño es que si bien los nuevos usuarios reconocen su funcionalidad, muchos no tienen idea de lo que representa.

¿Y por qué no se cambia? Una vez más, la respuesta parece ser la familiaridad: sería más disruptivo cambiar un ícono que ya conocemos y hacer un esfuerzo extra por recordar un nuevo símbolo, que aceptar que visualmente se asocia el disquete a la acción de guardado, por más que ya no se utilice.

8. Rueditas del carrito del supermercado

El carrito del supermercado supuso un gran avance a la hora de dinamizar el proceso de compra de los clientes, pues facilitó el tránsito por los pasillos sin tener que cargar las compras. Sin embargo, muchas veces sus rueditas se vuelven difíciles de maniobrar, sobre todo cuando se intenta doblar el carrito hacia un lado u otro, ¿existe la posibilidad de cambiar su diseño?

El problema es que las cuatro ruedas, si bien sujetas al carro, son “flotantes”, es decir, pueden girar libremente: el carrito puede avanzar y retroceder con facilidad, pero a la hora de maniobrarlo pierde precisión, ya que las ruedas pueden girar sobre su propio eje. La solución es que las ruedas traseras queden fijas y limitar su capacidad de giro, así se podría empujar el carrito pero sin perder dirección y control sobre el mismo. En algunas partes del mundo ya se implementó este diseño con ruedas traseras fijas, y se espera que sea modelo estándar en los próximos años.

9. El uso de W.W.W en la web

Cuando Internet todavía era novedad, era costumbre para los usuarios colocar las siglas “WWW” (correspondientes a “World Wide Web”, en inglés) en la barra de búsqueda web, previo al nombre del sitio. Aunque necesario en esa época, con el tiempo esas siglas cayeron en desuso, sobre todo por cuestiones relacionadas con la identidad de marca. Un dominio sin ese prefijo luce mejor y hace destacar el nombre sin añadidos innecesarios. Aun así, la costumbre de escribir las siglas persistió, si bien ya no es requerido para poder acceder al sitio web.

10. Etiquetas difíciles de despegar

En ocasiones, cuando queremos despegar la etiqueta de un envase (por ejemplo, para reciclarlo), nos encontramos con que están muy bien adheridas y que retirarlas se hace difícil. Si bien algunas marcas pueden pensarlo como estrategia de marketing, esta dificultad hace que el cliente tenga sensaciones negativas en relación con un producto, lo que puede ser contraproducente.

Además, al momento del reciclado, los materiales y el pegamento de la etiqueta pueden ser nocivos si se queman, o pueden terminar en vertederos. Es por eso que en algunas regiones se está intentando implementar una regulación para los materiales de las etiquetas que pueda facilitar el proceso de reciclaje.

11. Señal de WI-FI

A quién no le ha pasado: cuando intentas enviar una foto o un mensaje, parece haber problemas de conexión, ¿pero cómo puede ser, si la señal de Wi-fi tiene las rayitas llenas?

La señal de Wi-fi indica qué tan fuerte es la señal (es decir, qué tan cerca estás del módem), pero no la calidad de la conexión. Además, estos íconos no están unificados, por lo que quizás en tu computadora pueden mostrar cuatro rayitas, aunque el teléfono móvil solo muestre dos.

Esta lista deja en claro que aunque estemos familiarizados con algunos objetos que nos rodean, no significa que estos tengan que mantener su diseño para siempre, ¿Qué modificarías para mejorar su utilidad?

Imagen de portada Los Muertos Crew / Pexels

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