11 Prácticas de belleza antiguas tan impactantes que podrían hacerte atragantar
A veces, los trucos de belleza de épocas pasadas son tan extraños que te hacen abrir los ojos como platos y preguntarte: “¿En serio hacían esto?”. Incluso hace solo unas décadas, estas ideas todavía surgían en la sociedad. Hemos decidido contarte sobre las técnicas de belleza del pasado que ahora parecen insólitas, e incluso muchas de ellas resultaban peligrosas para la salud.
A finales del siglo XIX, la piel limpia se conseguía con pastillas de arsénico
Para deshacerse del acné, las mujeres ingerían pastillas a base de arsénico, introducidas en el mercado cosmético en la década de 1890. Se creía que este remedio ayudaba a eliminar enrojecimientos, pecas y a obtener un tono de piel más claro.
Sin embargo, esta sustancia venenosa no solo envenenaba el organismo, sino que también provocaba una pigmentación excesiva en todo el cuerpo.
En el sudeste asiático, teñían sus dientes de negro
La tradición de teñir los dientes de negro fue especialmente popular en Japón desde el siglo X hasta el XIX. Este ritual, conocido como ohaguro, solía practicarse en mujeres casadas, ya que los dientes negros se consideraban un símbolo de belleza. Además, esta práctica se llevaba a cabo en otros países del sudeste asiático, como en algunas regiones de China y Vietnam.
En Vietnam, esta costumbre era adoptada por todas las personas que alcanzaban la pubertad. Teñirse los dientes era una forma de demostrar su disposición para formar una familia y también su pertenencia al mundo civilizado. Allí, los dientes blancos eran asociados con animales, bárbaros y fuerzas malignas, por lo que eran considerados poco atractivos.
Los hombres vietnamitas utilizaban pintura roja para el ritual, mientras que las mujeres usaban pintura negra. Se cree que, a principios del siglo XX, esta práctica comenzó a desaparecer paulatinamente. Sin embargo, en la década de 1930, la mayoría de los habitantes rurales aún seguían teñiendo sus dientes. Incluso en el siglo XXI, es posible encontrar vietnamitas con dientes oscuros.
En el siglo XIX, las mujeres usaban corsés metálicos que comprimían sus órganos internos y huesos
Corsé 1885 — 1887.
En la década de 1830, los corsés comenzaron a incorporar piezas de metal. A partir de entonces, se añadieron cada vez más elementos fabricados con este material.
En 1879 se inventaron las placas metálicas, que se colocaban en la parte delantera para aplanar el abdomen. Durante la década de 1880, los corsés ya incluían una estructura metálica con forma de reloj de arena, acorde a la moda de la época, que exigía una cintura extremadamente estrecha.
Este prenda se ajustaba tanto que llegaba a comprimir el tórax, lo que provocaba en las mujeres el desplazamiento de órganos, problemas digestivos e incluso fracturas en las costillas.
En tiempos de María Antonieta, las venas visibles estaban de moda
En el siglo XVIII, la reina francesa María Antonieta marcó una tendencia en la que la piel de las manos debía parecer tan translúcida que las venas fueran visibles. Para lograr este efecto, las mujeres dibujaban líneas con lápices azules en los lugares donde se notaban los vasos sanguíneos.
Cabe mencionar que esta moda de la llamada “piel translúcida” no era nueva. En el siglo XVII, las mujeres en Gran Bretaña ya seguían esta tendencia, dibujando venas en el pecho con pintura azul.
Los hombres de la antigua Grecia combatían la calvicie con excremento de paloma
Se dice que Hipócrates, el médico griego que también sufría de calvicie, creó un remedio para este problema. La fórmula incluía comino, ortiga, rábano picante y excremento de paloma. Esta mezcla debía aplicarse en el cuero cabelludo, aunque nunca demostró ser efectiva.
En el Renacimiento, las mujeres limaban sus dientes
Entre los siglos XIV y XVII, los dientes grandes no eran considerados atractivos. Mientras más pequeños parecían, más bella se consideraba a la mujer. Por eso, muchas mujeres limaban sus dientes para hacerlos más cortos.
A principios del siglo XX, inventaron una máquina para crear hoyuelos
En las décadas de 1920 y 1930, se patentó un dispositivo diseñado para crear hoyuelos en las mejillas y el mentón.
Inicialmente, consistía en una banda que se ataba alrededor del mentón. A ambos lados de la banda se colocaban pequeñas almohadillas de goma que presionaban las mejillas, dejando marcas profundas en la piel. Más tarde, se añadió una almohadilla específica para el mentón.
Se suponía que, al usar el dispositivo durante la noche, los hoyuelos serían visibles durante todo el día siguiente. Sin embargo, pronto quedó claro que el mecanismo no funcionaba como se esperaba e incluso podía ser peligroso. Por ello, esta invención perdió popularidad rápidamente.
En la época victoriana, buscaban una sonrisa blanca a cualquier costo
Entre 1837 y 1901, durante la época victoriana, una sonrisa blanca era el estándar de belleza. Para conseguirla, las personas llegaban a cepillarse los dientes hasta cinco veces al día. Las pastas dentales de entonces se parecían más a exfoliantes, ya que se creía que cuanto más abrasiva fuera su textura, mejor limpiaría los dientes. Por ello, incluían ingredientes como tiza, quinina e incluso carbón, aunque este último provocaba inflamación en las encías con el tiempo.
Además, se recurría a sustancias químicas peligrosas para el blanqueamiento dental. Algunos utilizaban soluciones de ácido nítrico o cianuro de potasio, altamente tóxicos.
Una historia recogida en un libro médico de la época relata cómo dos dentistas vendían ácido sulfúrico como un supuesto blanqueador dental. Tras unos días de uso, los dientes se ennegrecían y se volvían tan sensibles que era necesario extraerlos.
En los siglos XVII y XVIII, decoraban el rostro con pegatinas
Ya en el siglo XVI, las mujeres comenzaron a utilizar parches cosméticos especiales para disimular cicatrices, granos y otras imperfecciones de la piel.
Durante los siglos XVII y XVIII, estos parches evolucionaron hasta convertirse en auténticos adornos decorativos. Tenían diversas formas, como corazones, estrellas y figuras geométricas. Además de su función estética, algunos de estos adornos servían como símbolos. Por ejemplo, llevar un parche en la mejilla derecha indicaba que la mujer estaba casada.
Hasta la década de 1830, las mujeres usaban pelucas untadas con grasa animal
En los siglos XVIII y XIX, las mujeres usaban pelucas voluminosas que mantenían su forma gracias a una estructura interna de madera o alambre, rellena con algodón, lana o paja. Estas pelucas se untaban con grasa de res, cerdo o incluso oso para conservar su forma, lo que las hacía inflamables y propensas a atraer piojos.
Las italianas no se depilaban el cuerpo
Las mujeres han eliminado el vello corporal de diversas maneras desde tiempos antiguos. Por ejemplo, Cleopatra utilizaba una mezcla de azúcar para este propósito. Sin embargo, en Italia, las mujeres con vello corporal siempre fueron consideradas más atractivas.
Los italianos creían que estas mujeres estaban más enfocadas en cuidar de su familia que en preocuparse por su apariencia. En las últimas décadas, esta tradición ha ido desapareciendo casi por completo. Sin embargo, durante el siglo pasado, muchas italianas todavía no recurrían a métodos para eliminar el vello.
Incluso la actriz Sophia Loren aparecía en público con las axilas sin depilar, adelantándose a una tendencia global. En las décadas de 1960 y 1970, se popularizó en todo el mundo el rechazo a la eliminación del vello corporal.
Todos estos secretos del pasado son solo una pequeña muestra de las extrañas ideas que se tenían para el cuidado personal. En aquellos tiempos, las personas inventaban métodos aún más peculiares. Por ejemplo, utilizaban grasa animal y cerumen para tratar las grietas en los labios.