11 Secretos de las hermosas melenas del pasado que en la actualidad nos ponen los pelos de punta

Curiosidades
hace 2 años

Hoy en día, puedes encontrar en los supermercados productos seguros para el cuidado del cabello, así como tintes de todos los colores, después de los cuales no tendrás que cortarte el cabello. Probablemente nunca ha habido tanta variedad de ofertas, pero eso no significa que nuestros antepasados no se preocuparan por la belleza de su propio cabello.

Genial.guru hizo un recorrido histórico para descubrir cómo la gente se cuidaba el cabello en el pasado lejano y no tan lejano. Algunos de los métodos son sorprendentes.

1. Usaban ladrillo para hacer crecer el cabello

En un compendio anónimo de mediados del siglo XVII, aparece una curiosa receta de un remedio para el crecimiento del cabello. Consistía en cera amarilla fresca y ladrillo rojo triturado. Según el autor desconocido, este aceite hacía maravillas para las personas con pérdida de cabello.

2. Usaban excrementos de golondrinas para peinar el cabello

Para dar la forma deseada al cabello se utilizaban únicamente productos naturales. Conocemos la composición de un producto de peinado de principios del Renacimiento. El cabello se peinaba con excrementos de golondrinas y grasa de lagartos, según la receta conservada.

3. Limpiaban el cabello con cenizas

Los antiguos habitantes de la isla indonesia de Java quemaban tallos de arroz secos y remojaban las cenizas en agua durante una noche. Enjuagaban su cabello con esta solución y luego terminaban su ritual de belleza acondicionándolo con aceite de coco.

4. Usaban gorros para proteger su cabello de las ratas

En la época de Shakespeare y de la reina Isabel I, las mujeres utilizaban la grasa de cerdo para domar los rizos rebeldes. Debido a esto, las mujeres dormían con gorros de dormir para proteger su cabello de las ratas. El hecho es que el improvisado producto de peinado atraía a los roedores mejor que cualquier otro manjar.

5. Arriesgaban su salud al depilarse

El vello corporal se eliminaba ya en el antiguo Egipto y en el Imperio Romano. Por ejemplo, según una de las leyendas, la propia Cleopatra practicaba el sugaring. Pero había otros métodos, mucho menos seguros que la pasta de azúcar.

Desde el siglo XVI hasta alrededor de 1930, se utilizó un producto de depilación con un mineral específico, el sulfuro de arsénico. Al aplicarse sobre la piel dañada, este compuesto podía causar envenenamiento.

6. Los barberos metían los dedos en la boca de los clientes

Antes de la invención de la maquinilla de afeitar segura, eliminar el vello facial por sí mismo no era posible. Sentados en la silla del barbero, los hombres se inflaban las mejillas. Así la piel de la cara se estiraba y se reducía en gran medida el riesgo de ser cortados con la hoja afilada.

En el siglo XIX, los barberos estadounidenses metían el pulgar en la boca de sus clientes mientras los afeitaban. De este modo, podían alisar la piel y llegar a las zonas más difíciles de alcanzar de la cara sin temor a herir al cliente de la barbería. Mark Twain describió el procedimiento en uno de sus relatos cortos: “Mientras me afeitaba el labio superior, me metió su dedo en la boca, y entonces tuve la suerte de descubrir que parte de sus deberes en la barbería indudablemente también incluían la limpieza de las lámparas de queroseno”.

7. Se teñían el cabello con plomo y aceite de vitriolo

Durante mucho tiempo, la sociedad europea no aceptaba las canas o el cabello rojizo. A las personas “afortunadas” con canas o que habían nacido pelirrojas se les aconsejaba que se tiñeran el cabello de un color más oscuro. Se usaban composiciones suaves con miel y cáscara de nuez verde, y opciones más poderosas con plomo, ácido nítrico y aceite de vitriolo.

Los peluqueros de aquella época creían que ese tinte no sólo dañaba el cabello, haciéndolo seco y quebradizo, sino que también causaba daños en el cerebro al penetrar a través de los poros. Algunos peluqueros declararon que, tras el tinte, la cabeza se llenaba de ampollas y el cabello se quebraba al tocarlo.

8. Se lavaban el cabello una vez al año

Nuestros antepasados no siempre consideraron que la inmersión en el agua era la mejor manera de mantenerse sanos. Bañarse en condiciones de frío implicaba el riesgo de enfermar, por lo que algunas personas se lavaban el cabello una vez al año. Por ejemplo, el escritor inglés del siglo XVII John Evelyn confesó que se lavaba el cabello una vez al año con agua tibia y una infusión de hierbas aromáticas.

Se sabe que en el siglo XIX, el lavado comenzó a recibir más atención. En La guía completa del arte de vestir, publicada en 1830, el autor recomendaba a los caballeros cortarse el cabello una vez al mes y lavarlo según la estación: una vez cada dos semanas en verano y una vez al mes en invierno.

9. Sustituían el lavado por un peine

En Inglaterra, a principios del siglo XVII, la cabeza de una dama se frotaba con un paño de lino para limpiarla. A continuación, se le colocaba una manta especial de peinado sobre los hombros para proteger su ropa de la suciedad. Por último, se realizaba el peinado.

Un peine era una herramienta multifuncional. Ayudaba a eliminar la suciedad, los piojos y la caspa del cabello, con su ayuda se acicalaba la cabeza y se peinaba el cabello.

El mercado de peines era amplio y diverso. Había peines de madera, herramientas de huesos, cuernos y caparazones de tortugas. Hay que tener en cuenta que los peines se trataban con cuidado, porque no eran tan baratos ni accesibles. Los peines se guardaban en fundas y estuches especialmente fabricados para prolongar su vida útil.

10. Trataban la caspa y la neuralgia con ayuda de un cepillo

A finales del siglo XIX, en Inglaterra fue presentado el cepillo eléctrico del Dr. Scott. Por cierto, no era eléctrico, simplemente, uno de sus componentes eran varillas metálicas. Sin embargo, este producto se comercializó como una cura para todo. En el anuncio se afirmaba que dicho cepillo eliminaba la caspa, detenía las canas, calmaba el cerebro y curaba los dolores de cabeza y las neuralgias en 5 minutos.

11. Rizaban el cabello con limaduras de acero

Los rizos se conseguían tanto química como mecánicamente. El recetario manuscrito de Bridget Hyde daba un ejemplo de un remedio hecho con incienso y rocío, y el libro de familia de los Boyle sugería remojar el cabello en una solución similar antes de rizarlo.

En Inglaterra, en el siglo XVII, el cabello se trataba con una solución muy original y uno de sus ingredientes eran limaduras de acero. Se remojaban durante un día con tinta de nueces, semillas de membrillo y hojas de ciprés. Para preparar la solución, se utilizaba el agua en la que se hervía el centeno. La mezcla resultante se hervía hasta que tomaba la consistencia de la miel. El cabello se trataba con el producto preparado y se rizaba para la noche con la ayuda de medios improvisados.

Un siglo después, se popularizaron procedimientos más suaves. Se sabe que a Lord Byron, durante su época de estudiante en Cambridge, un amigo lo encontró una mañana llevando papeles en la cabeza. El amigo del poeta se sorprendió porque pensaba que Byron tenía el pelo rizado de nacimiento. A esto el Lord respondió bromeando: “Sí, desde el nacimiento, todas las noches”.

¿Qué haces para cuidar la belleza de tu cabello? ¿Qué tratamientos modernos recomendarías a otras personas?

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