12 Hallazgos que muestran una cara distinta de lo que se conocía del Antiguo Egipto

Curiosidades
hace 4 años

El Antiguo Egipto fue una de las culturas más antiguas, y aunque creamos saber mucho sobre faraones, pirámides y momias, aún hay un manto de misterio que cubre y, a la vez, ilumina a esta civilización. Aprendimos sobre ella en el colegio y también en las películas que reproducen infinitamente imágenes de una bellísima Cleopatra moviéndose sobre un fondo dorado. Sin embargo, ¿cuánto de lo que sabemos es real? ¿Y cuánto no es más que un mito?

Genial.guru decidió sumergirse en profundidad en esta civilización y encontró algunos datos que, al igual que lo que se conserva en los sarcófagos, son verdaderos tesoros. Si te asomas a este mundo, al fin podrás descubrir cuál es la verdadera historia de esta cultura tan extraña como atrapante.

1. El gato, una criatura mágica

Los egipcios creían que los gatos eran seres mágicos y que traían buena suerte a quienes los tenían en sus casas como mascotas. Las familias adineradas vestían a estos enigmáticos animalitos con joyas y hasta les daban golosinas aptas para la realeza. Cuando morían, eran momificados, y sus dueños se afeitaban las cejas como señal de luto. Tan especiales eran que a quienes los mataban, aunque fuera por accidente, se los condenaba a muerte.

Según la mitología egipcia, todos los dioses tenían el poder de transformarse en animales, pero solo una deidad podía convertirse en gato: la diosa Bastet, protectora de hogares y templos, quien también representaba el amor, la protección y la armonía.

2. Cleopatra, inteligente y locuaz, aunque no tan bella como su fama lo indica

Cleopatra es, sin duda, una de las mujeres más famosas de la historia. La idea que tenemos de ella es la que nos contaron las películas de Hollywood: la de la irresistible Femme fatale. Así se la muestra hasta en dibujos animados y muñecas. Pero ¿cuánto de esto es cierto? Al parecer, en la vida real, Cleopatra sobresalía por su inteligencia más que por su belleza. Los escritores árabes la describían como una erudita. Plutarco, el biógrafo griego de Marco Antonio (uno de sus amores), aseguraba que el atractivo de la última reina egipcia estaba en su locuacidad, en el tono de su voz y en su inteligencia, no en su belleza.

En los retratos de ella que aparecen en las monedas egipcias puede vérsela con rasgos masculinos y nariz aguileña. Sin embargo, algunos historiadores aseguran que, astutamente, ella misma eligió ser representada así, con la mandíbula ancha de su padre, Ptolomeo XII, para subrayar su derecho heredado a gobernar. Aunque hay muchas esculturas de Cleopatra, en todas se ve diferente. Lo cierto es que, hasta el día de hoy, su verdadera imagen sigue siendo un misterio.

3. El maquillaje y el cuidado personal eran iguales para hombres y mujeres

Hombres y mujeres usaban maquillaje. En general, se pintaban los ojos de color verde o negro. Además de protegerlos contra el Sol, también creían que los cosméticos tenían poderes curativos. Para hacerlos preparaban una mezcla de minerales con agua; la malaquita y el cobre se usaban para el color verde, y la galena, el plomo y el carbón molido para el negro. También hacían perfumes con aceites, especias y resinas.

Y no solo se maquillaban para embellecerse. Como mencionamos antes, también lo hacían para protegerse de los rayos solares, los insectos y otras enfermedades. El plomo que se usaba como base, por ejemplo, tenía propiedades antibacterianas cuando se humedecía al entrar en contacto con los ojos. Tanta importancia le daban a la estética que se encontraron paletas cosméticas enterradas junto a los difuntos dentro de sus tumbas. Esto muestra que posiblemente los consideraban artículos mágicos y poderosos en el más allá. Las mujeres nobles untaban su piel con cremas y polvos blancos. ¿Por qué? La piel pálida era un símbolo de distinción y delicadeza. Significaba que no habían participado en trabajos considerados de baja categoría, como labrar la tierra al aire libre y bajo el Sol.

4. El Libro de los muertos, pase asegurado al más allá

No se trata de un libro tal cual lo imaginamos ahora, no. Es más bien el modo elegido de llamar a una colección suelta de textos funerarios escritos en principio sobre cualquier parte: muchas veces en papiros, pero también en las paredes de tumbas, sarcófagos, vendas de lino de momias y hasta en el ajuar funerario del difunto. Con el tiempo, fueron organizándose, y se obtuvieron al menos 190 capítulos diferentes. ¿De qué se trataban? Una serie de fórmulas mágicas que ayudarían al difunto a atravesar con éxito el inframundo, lo protegería de los demonios y le permitiría alcanzar airoso el más allá. Se creía que, sin estas fórmulas, la persona fallecida podía sufrir una segunda muerte, que sería su aniquilación total.

Estaban escritos en jeroglíficos y dibujados con viñetas que mostraban al viajero viviendo distintas experiencias. No todos podían darse el lujo de tener su propio libro, ya que era muy costoso, así que solo los ricos estaban en condiciones de encargar uno a pedido. El resto solo podía acceder a versiones prescritas; la única diferencia era que el escriba grababa su nombre en un espacio en blanco. Como si se tratara del recuerdo de un cumpleaños, cada niño sabía el que le pertenecía porque llevaba escrito su nombre. Aun así (hecho a pedido o en serie), el pase al más allá no era para todo el mundo.

5. Algunos datos curiosos sobre Tutankamón

Aunque puede sonar algo gracioso, el verdadero nombre de este faraón era Tutankatón, lo que significa “imagen viviente de Atón”. Así se llamaba el dios que su padre, Akenatón, había tratado de imponer en Egipto como única divinidad. Más adelante se creyó que lo más conveniente sería reemplazar su nombre por Amón, uno de los dioses más importantes del Imperio Nuevo. Qué modo curioso de elegir y modificar los nombres propios, ¿no?

El reinado de Tutankamón no fue especialmente destacable. Los resultados del análisis de su momia revelaron que el faraón tenía mala salud y algunas enfermedades hereditarias. Su reinado fue breve y murió muy joven, aproximadamente a los 18 años. ¿Qué lo hizo tan famoso? Mucho tiene que ver con su tumba: fue una de las pocas que escaparon al saqueo sistemático del que fueron víctimas las sepulturas reales. A pesar de que los ladrones entraron en ella, nunca llegaron hasta la cámara del sarcófago, que fue hallada intacta y con un valioso tesoro de más de 5 000 objetos.

6. Polvos mágicos, el azul egipcio

El azul ha sido el color elegido por la realeza, por los faraones egipcios y los emperadores romanos desde tiempos inmemorables. Los egipcios adoraban este tono, y ansiaban imitar el color intenso de algunas piedras semipreciosas como la turquesa y el lapislázuli. Pero el uso de minerales naturales para obtener este tipo de tonos era muy poco práctico porque muchos de ellos eran raros y difíciles de conseguir. Entonces, para satisfacer la demanda de azul y de otros tonos más que utilizaban en grandes cantidades, decidieron fabricar sus propios pigmentos creando una sofisticada tecnología.

El azul egipcio es el pigmento artificial más antiguo del mundo. Tal mezcla fue muy famosa durante toda la dinastía egipcia hasta el final del período romano. Después dejó de utilizarse y su fórmula pasó a formar parte de la larga lista de misterios del Antiguo Egipto. Mucho tiempo después, recién a principios del siglo XX, excavaciones hechas en Amarna encontraron restos de una verdadera industria destinada a fabricarlo. Entre ellos había pequeñas cantidades de materias primas que participaban de la fórmula mágica, y una de ellas era el cobre.

Y hay más: el mágico pigmento es un gran candidato para detectar huellas dactilares. Si se ilumina con una luz cercana al infrarrojo, hace visibles huellas ocultas sobre superficies de distintos colores y hasta dibujadas, como, por ejemplo, una lata de gaseosa. Los inventos egipcios verdaderamente no dejan de sorprender. Una vez más, el pasado está filtrándose en el futuro.

7. La Gran Pirámide de Guiza no fue construida por esclavos

A pesar de que durante mucho tiempo se creyó que la Gran Pirámide fue construida por 100 000 esclavos, y las pantallas de los cines reproducían la imagen de niños, hombres y mujeres trabajando con ese fin de sol a sol, las evidencias arqueológicas muestran algo muy diferente. Ellas nos dicen que fue construida por una fuerza de alrededor de 20 000 trabajadores, con personal de apoyo como panaderos, médicos, sacerdotes, etc. Todos eran hombres libres, aunque sufrían de mala salud debido al esfuerzo que requería semejante trabajo, y durante el tiempo que pasaban trabajando allí, estos permanecían en campamentos provisorios. A quienes morían durante la tarea se los enterraba en cementerios cercanos.

Más revelaciones:

  • Se estima que construirla llevó alrededor de 30 años.

  • Es la más antigua de las siete maravillas del mundo, y la única que aún subsiste.

  • Durante casi 4 000 años fue la estructura más alta del mundo.

8. Los primeros en hacer huelga

Aunque en el Antiguo Egipto la armonía era un bien muy preciado y respetado, esto no impidió que, en diversas circunstancias, el descontento del pueblo se hiciera notar y su clamor ejerciera presión contra el rey. Y así ocurrió bajo el gobierno del faraón Ramsés III. Los problemas comenzaron en el marco de un gran festival que se celebraría en honor al aniversario número treinta del rey en su trono, exactamente tres años antes de la celebración. Distintas situaciones habían debilitado al estado egipcio y los gastos para el festejo terminaron de erosionarlo. ¡Hasta para manifestarse fueron unos adelantados!

¿Qué faltaba? Granos, el elemento básico de la economía egipcia. Esta falta hizo que el pago mensual del salario a los trabajadores, a los artesanos y a los constructores de tumbas comenzara a atrasarse uno y otro mes. Estas demoras constantes llevaron a que se produjera la primera huelga registrada de la historia: los trabajadores dejaron sus herramientas y se dirigieron primero al templo mortuorio de Ramsés III y luego organizaron una sentada cerca del templo de Thutmosis III. Aunque por momentos las negociaciones calmaron los reclamos, estos se extendieron durante años, y cambiaron para siempre la relación entre funcionarios y trabajadores.

9. Animales de compañía: perros, gatos y monos

Los egipcios destacaron por tener numerosos animales de compañía y por el amor que sentían hacia ellos. Y tenían una manera muy particular de pasar el luto, que era diferente según la criatura: si el que moría era un gato, se afeitaban las cejas; si era un perro, entonces no quedaba parte del cuerpo con pelo (ni siquiera la cabeza). Figuras de animales de compañía pueden verse representadas junto a sus dueños en muros de tumbas y en sarcófagos. Al parecer, la imagen de ambos juntos aseguraba que ese lazo también persistiera en el más allá.

Perros, gatos y monos eran los elegidos. Todos aparecen representados en pinturas que los muestran dentro del hogar, compartiendo el tiempo con sus dueños. Según lo que se ve en las imágenes, los gatos se convirtieron en los animales preferidos de la realeza, y hasta tenían sus propios sarcófagos: el príncipe Tutmosis mandó a armar uno de piedra cuando murió su amada gata. Al fallecer, las queridas mascotas eran momificadas y, en algunos casos, hasta enterradas en el mismo sarcófago que sus dueños. Si habían dormido juntos en la vida terrenal, también debían hacerlo más allá de ella.

10. Hombres y mujeres, iguales ante la corte

Aunque en el Antiguo Egipto dominaban los hombres, en esta sociedad, las mujeres tenían derechos que eran impensables en otras sociedades de la época. Podían poseer, ganar, comprar y vender propiedades, y, ante la ley, eran iguales a los hombres. Ellas podían manejar su herencia, tener su propio negocio y ejercer diversas profesiones, como la medicina. También podían divorciarse, casarse nuevamente y reemplazar a su marido en asuntos comerciales si este se ausentaba.

Si la relación iba sobre rieles, la mujer acompañaba al hombre en actividades “masculinas”, como la cacería, y muchas veces también era su consejera en asuntos políticos. Era considerada su complemento, de ningún modo inferior a él. Además, los hijos generalmente se designaban con el nombre de su madre (el de su padre era secundario), y las propiedades pasaban de madres a hijas. Aunque no ocupaban puestos en la administración, sí hubo mujeres que ocuparon altos cargos, y algunas incluso fueron faraonas. Nada mal para una cultura de hace miles de años, ¿no?

11. Rara vez se escribía en jeroglífico

Así como el latín fue una lengua solo hablada en un registro formal, con el tiempo, la escritura jeroglífica pasó a usarse solo en los textos más importantes, como en las escrituras de tumbas o en aquellas que hacían referencia a la realeza. Lo que sucedía era que esta escritura estaba conformada por imágenes muy complejas que, aunque espectaculares y hermosas, requerían de mucho tiempo de producción.

En el día a día, los escribas de Egipto, profesionales entrenados en templos administrativos reales, usaban una forma abreviada de los jeroglíficos: la escritura hierática. Y hacia el final del período comenzaron a recurrir a una versión más simplificada aún: la demótica. Igualmente, la mayoría de los egipcios no podría descifrar ninguno de estos códigos: gran parte de la población no sabía leer ni escribir. La sociedad era, en su mayoría, campesina, y aprender el lenguaje escrito, dada su evidente complejidad, implicaba tomarse un tiempo del que solo unos pocos disponían.

12. Momias de élite

La momificación ponía a salvo a los egipcios de los espíritus malignos. Se creía que solo un cuerpo conservado podría unirse con su alma en la tierra de los muertos y seguir así con su vida en la eternidad. Y este “milagro” se lograba si sus cuerpos eran sometidos a la compleja (y costosa) momificación artificial. Al contrario de lo que todos podríamos suponer (porque así lo hemos visto en las películas o sencillamente lo imaginamos), muchos de los egipcios no eran momificados al morir. En un principio se trataba de un privilegio al que solo accedían las clases altas. Es que era un proceso muy costoso que requería de mucho tiempo, así que, como tal, solo estaba reservada para los ricos.

Aunque con el tiempo, la momificación llegó a alcanzar a todas las capas de la sociedad, el grado de minuciosidad, los detalles y la técnica variaban según la riqueza y el poder del fallecido. Al parecer, había una “momificación de primera clase” a la que accedía solo la realeza. Se dice que algunas momias de reyes y príncipes fueron verdaderas obras de arte que hasta conservaban las expresiones de sus rostros.

¿Qué otros datos interesantes conoces sobre la cultura egipcia? Si fuera posible regresar en el tiempo, ¿en qué civilización te gustaría vivir?

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