13 Razones por las que, aunque cueste creerlo, acusaban a las mujeres de brujería hace años

Curiosidades
hace 1 año

Hace bastantes ayeres, la gente veía brujas por todas partes. Si algún problema ocurría, le echaban la culpa a la brujería. Si un niño se enfermaba o había sequía en las cosechas, el pueblo se lo achacaba a las supuestas brujas. Todo esto ocurrió entre los siglos XVI y XVIII, en gran parte de Europa y América del Norte. Conforme el pánico se extendía, los autoproclamados expertos difundían cómo identificar a una bruja y qué hacer si te encontrabas con una.

1. Eras mujer

Por el simple hecho de ser mujer, ya eras sospechosa de ser bruja, lo cual era una gran desventaja. La sociedad era altamente patriarcal y las mujeres acusadas tenían menos probabilidades de tener un juicio justo, contrario a los hombres, que tenían más oportunidades. Además, las mujeres independientes o autodidactas eran vistas con recelo y se convertían en cómodos chivos expiatorios cuando las cosas iban mal, como cuando se perdía una cosecha o se moría el ganado.

2. Parecías una bruja

No faltaban los que se creían expertos en el tema y aseguraban saber cómo era una bruja. Si una mujer tenía una verruga visible o una nariz torcida, o si cojeaba o tenía la espalda encorvada, lo más probable es que alguien la acusara de ser una bruja. Aunque estos rasgos físicos no eran suficientes para llevar a una mujer ante un gran jurado, alcanzaban para que se la mirara con recelo.

3. Tenías 40 años o más

Otra desventaja para las mujeres de esa época era su edad y también el que vivieran solas. Las más sospechosas eran aquellas que tenían entre 40 y 50 años, pero algunas acusadas eran aún mayores.

4. No tenías hijos

Cuando los niños se enfermaban, las culpables también eran las brujas, ya que se pensaba que tenían celos de las mamás y que quizá por despecho los habían maldecido. Las más sospechosas eran las mujeres sin hijos y se pensaba que ellas usaban su magia negra para hacer sufrir a los niños.

5. Hablabas sola

Otra situación que hacía sospechosa a una mujer de ser bruja era que murmurara sola en voz baja. Decían que hablar con uno mismo era una prueba de que estabas poseído por espíritus malignos o de que estabas lanzando hechizos a tus vecinos. Si una mujer iba a juicio por hablar sola, estaba destinada a ser declarada culpable.

6. No te vestías lo suficientemente elegante

Si alguna mujer se negaba a vestir como las demás, se consideraba algo claramente siniestro, ya que las mujeres debían seguir estrictos códigos de vestimenta. Y si intentaban mostrar algún gusto individual o un propio estilo, eran juzgadas con mayor dureza.

7. Eras culpable por complicidad

Si eras amiga de alguna mujer considerada bruja o tenías algún tipo de relación con ella, podías ser llevada a juicio por ser su cómplice, ya que en ese entonces se pensaba que las mujeres podían entrenarse para convertirse en brujas. Así que el simple hecho de estar cerca de alguien acusado de brujería era razón suficiente para que uno mismo fuera llevado ante un gran jurado.

8. Eras económicamente independiente

Toda mujer que no necesitara el apoyo de un hombre era sospechada de ser bruja, ya que el ser independiente era visto con recelo. Y si a una mujer le iba bien económicamente, los vecinos no dudaban en acusarla de dedicarse a la brujería. Como muchas de ellas no tenían hermanos, eran las únicas herederas de la riqueza familiar, pero no faltó quien dijera que esas riquezas se habían adquirido a través de la magia negra.

Por otra parte, las mujeres que mostraban signos evidentes de inteligencia podían ser objeto de sospecha, al igual que una mujer que fuera capaz de realizar tareas “masculinas” o incluso que supiera nadar.

9. Tenías un gato

Se pensaba que si a una mujer se le ocurría tener un inofensivo gato como mascota, era porque estaba aliada con el diablo. Antes se creía que los gatos eran la reencarnación de las personas que habían cometido malas acciones en su vida. Por ello, se los consideraba espíritus malévolos. Estas supersticiones eran frecuentes durante el apogeo de la caza de brujas de los siglos XVI y XVII.

10. Tenías fama de ser contestadora

En los siglos XVI y XVII, a nadie le gustaba que las mujeres fueran firmes, y no confiaban en ellas. Era casi seguro que una mujer que no se quedaba callada fuera etiquetada como bruja, mientras que los hombres sí podían discutir con sus vecinos o controlarlas a ellas.

11. Te habías ganado enemigos

Otra razón por la que acusaban a las mujeres de ser brujas era que ellas tuvieran algún problema o discusión con un vecino, amigo, pareja o familiar, quienes invadidos por el rencor, encontraban venganza acusándolas de brujería, a veces hasta de manera anónima.

12. Eras pobre

El ser pobre, no contar con un hogar y tener que recurrir a la ayuda externa volvía a las mujeres sospechosas de dedicarse a la brujería. Los vecinos desconfiaban de ellas, pero también ocurría si eras rica e independiente, como mencionamos anteriormente.

13. Salías con tus amigas

Si una mujer sospechosa de ser bruja salía con sus amigas, la gente ya pensaba que se iban a hacer un aquelarre, así que las acusaban a todas injustificadamente.

¿Por qué motivos crees que se juzga a alguien en la actualidad? Cuéntanos en los comentarios lo que opinas al respecto.

Ten en cuenta: este artículo se actualizó en noviembre de 2022 para corregir el material de respaldo y las inexactitudes fácticas.

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