14 Datos sobre las citas a inicios del siglo pasado que hoy pasarían por una broma
El mundo de las citas es —y ha sido siempre— muy complejo. Las parejas que empiezan a salir para conocerse y plantearse la posibilidad de empezar una relación no solo tienen que lidiar con el conocimiento de las buenas costumbres tradicionales, sino también con algunos hábitos exclusivos de las citas; por ejemplo, quién paga la cuenta en el primer encuentro, qué tipo de ropa utilizar o los temas de conversación. En esta ocasión, te ofrecemos algunas costumbres del siglo pasado que hacían del cortejo entre un hombre y una mujer algo bastante diferente a lo actual.
1. Las mujeres no podían ordenar la comida
La revista británica de estilo de vida dirigida a mujeres Woman‘s Own publicó en su edición de octubre de 1950 una guía sobre cómo comportarse en un restaurante. Entre las reglas de etiqueta que presentaba estaba que solo los hombres podían ordenar la comida, las mujeres no debían pedirle nada al mesero por su cuenta.
Esta recomendación se aplicaba a otros escenarios; por ejemplo, si a la mujer se le caía un cubierto, no debía buscarlo ni recogerlo. Ni siquiera podía pedirle al mesero uno nuevo, su acompañante masculino debía hacerlo por ella.
2. No era recomendable comer cualquier cosa
En la década de 1950, muchas mujeres evitaban ciertos tipos de comida al ir a un restaurante en una cita. Algunos de estos alimentos eran las manzanas y las peras, ya que se decía que podían causar cierta “vergüenza” al ser ingeridos. También se les recomendaba mantenerse alejadas del pescado, ya que podía ser un tipo de carne difícil de manejar, seguramente, por la presencia de espinas.
3. Era muy mal visto hacer esperar a un hombre
Durante la década de 1930, una conocida revista aconsejaba a las jóvenes solteras esperar a sus citas estando ya listas. Para ello, debían asegurarse de estar correctamente vestidas, maquilladas, peinadas y perfumadas antes de que llegase su galán. Y, por supuesto, no había que olvidar tener la sonrisa ya puesta en el rostro al momento del encuentro.
4. Algunas personas apreciaban el silencio
En la primera mitad del siglo pasado, era muy importante que una mujer no se viese ni actuase de forma descuidada o maleducada. Otro ejemplo de ello era la etiqueta al momento de bailar. Las mujeres no debían hablar mientras bailaban con otro hombre, ya que, si este las había invitado a la pista de baile, no era para conversar. Incluso lo podían tomar como una forma de distraerlo.
5. No hablar sobre ropa
Hoy en día puede parecer muy normal hacer algún comentario sobre la ropa que usamos o el estilo de moda que nos gusta, pero no siempre fue así. En la década de 1930, las mujeres no debían hablar sobre sus atuendos durante una cita, menos aún, describirlos. Los únicos temas que se podían tomar como parte de una conversación eran aquellos que el caballero proponía o, en todo caso, las mujeres debían limitarse a alagarlo.
6. Las mujeres no podían hablar sobre sí mismas
A finales de la década de 1930 era común que, durante las citas, el tema de conversación fuese liderado o escogido por el hombre. Las solteras que iban a citas no podían hablar demasiado y, menos aún, sobre sí mismas, para evitar espantar a sus pretendientes. Según las reglas de etiqueta de esa época, los hombres buscaban, más que nada, a una mujer que supiese escucharlos.
7. No debían llamarlo a su trabajo
Si bien la invención del teléfono agilizó las comunicaciones entre las personas, en la primera mitad del siglo XX no era bien visto que las mujeres lo utilizaran en cualquier momento. De acuerdo con los modales de la época, una chica no podía comunicarse con su pretendiente durante su horario laboral, ya que podría estar poniendo en peligro su trabajo, lo que causaría que le retirara sus afectos.
8. Si no tenían éxito, podían ir al extranjero
Hoy en día, es difícil que una mujer piense en irse a vivir a otro país con la única finalidad de conseguir un marido. Pero esto no siempre fue así. Hace varios años, se creía que, si una chica no tenía suerte en el amor en su propio entorno o ciudad, era mejor darse una oportunidad mudándose al extranjero para cambiar de círculo social. Esto debía ayudarles a mejorar su vida amorosa.
9. Las citas solían ser una actividad grupal
Entre 1940 y 1960, a las mujeres les preocupaba conseguir un esposo cuanto antes. Es por eso que las citas se daban en un lugar público, generalmente frente a otras personas de la misma edad, que se reunían para conocerse mutuamente. Esta época se caracterizó por el método del “ensayo y error”: si una primera cita fracasaba, seguramente habría otro candidato a la vuelta de la esquina esperando por su oportunidad.
10. La exclusividad se demostraba con objetos
A mediados del siglo XX, cuando una pareja empezaba a tener una relación más formal, era necesario demostrar ese compromiso de exclusividad ante los demás. La forma más sencilla de hacerlo era que el chico le entregara a la mujer de sus afectos un anillo o prendedor de la fraternidad a la que este pertenecía.
11. El hombre debía asumir el papel de protector
En la década de 1960, las mujeres no eran consideradas personas fuertes y valientes, sino todo lo contrario. Muchas de ellas, debido a la cultura en la que vivían, tenían muchos miedos irracionales todo el tiempo. Por eso, los hombres llegaron a identificarse como seres “atentos y protectores” que debían darles seguridad y confianza a las chicas con las que salían.
12. La música también era importante
Cuando una pareja salía en una cita, aunque hoy en día parezca extraño, la prioridad no era mantener una conversación interesante con la otra persona sin que hubiera silencios o bromas incómodas. Incluso había libros de la época que indicaban que el camino hacia el corazón de una mujer era a través de la música constante.
13. Si era necesario, debían mentir sobre la salud de su familia
A finales de la década de 1950, una revista publicó una extensa lista de consejos para conocer y mantener a un hombre enganchado hasta que este le propusiese matrimonio a la chica. Uno de ellos era, de ser necesario, ocultar la verdad sobre el historial de salud de la familia. Por ejemplo, si la madre de la mujer en cuestión tenía sobrepeso, había que hacerle saber al hombre que su amada había heredado la genética de su padre. En el caso de que ambos padres tuvieran unos kilos de más, era preferible decir que la habían adoptado.
14. Las mujeres no podían organizar una cita
Para evitar verse demasiado ansiosas por un chico, las mujeres no podían ser las que les propusiesen salir en una cita o a algún evento, como un espectáculo o un concierto. Es más, no se les aconsejaba comprar entradas a este tipo de eventos a menudo, ya que era el hombre quien debía tener la iniciativa de hacerlo.