14 Personas que hicieron bromas inocentes y terminaron enfrentando consecuencias inesperadas

Historias
hace 3 horas

Las bromas suelen provocar risas y emociones positivas, aunque a veces vienen acompañadas de una buena dosis de sorpresa. Sin embargo, incluso la broma más inocente puede tener consecuencias completamente imprevisibles.

  • Entré a casa y vi la puerta abierta. Mi esposa estaba en casa de la vecina y se le olvidó cerrarla con llave. Decidí jugarle una broma: llevé el televisor al garaje, tiré la ropa por todos lados y me escondí en el clóset, esperando su reacción.
    Me di cuenta de que algo había salido mal cuando, 20 minutos después, llegó la policía, me esposaron y ni siquiera quisieron escucharme cuando les decía que yo era el dueño. Resultó que la vecina vio todo, se lo contó a mi esposa y ella llamó a la policía. © Chamber 6 / VK
  • Cuando tenía 8 años, mi mamá me despertó emocionada: “¡Lacy! ¡Nevó anoche! ¡No tienes que ir a la escuela!” Salté de la cama y corrí a la ventana esperando ver un paisaje blanco, pero solo había pasto. Han pasado 31 años desde eso y aún estoy aprendiendo a confiar de nuevo. © Lacy Windham / Quora
  • Encontré una foto antigua de unos niños y uno de ellos se parecía a un amigo mío. Quise gastarle una broma pesada: escribí una carta en una máquina de escribir vieja, haciéndome pasar por un abogado sureño de poca monta. Le decía que en realidad era adoptado y que esa foto era la prueba, donde aparecía también su “hermano perdido”, Doug.
    Después de un par de semanas le conté la verdad, y él dijo: “¿¡Fuiste tú!?” Resulta que hasta llamó a su madre para preguntarle si de verdad era adoptado. © Unknown author / Quora
  • Mi esposo me jugó una broma. Llevábamos 5 días seguidos trabajando 14 horas diarias. El último día, llegué a casa y caí rendida con la ropa puesta.
    Me despertó diciendo: “¡Levántate, nos quedamos dormidos!” Me levanté de un salto a preparar café, y él se echó a reír: “Vuelve a dormir, amor, solo llevas 30 minutos descansando.” ¡Lo perseguí por toda la casa! © Charlotte Evans / Quora
  • Metí una nota bajo la almohada de mi esposo que decía: “Lo sé todo”, y me fui de casa. Quise hacerle una broma. No contesté sus llamadas, pero recibí mensajes como: “Ya no voy a mostrar tu ropa interior a mis amigos, vuelve”, “Prometo no dormir más en el carro, perdón.” Dios mío ¡con qué personaje vivo! © Chamber 6 / VK
  • Trabajo en soporte técnico, configurando sitios web para clientes. El 1 de abril, un cliente llegó gritando que su sitio se había caído. Revisé todo y parecía estar bien, pero no funcionaba.
    Pasé 2 horas rompiéndome la cabeza tratando de encontrar el error. Llamé a todo el equipo técnico. Al final, el cliente confesó que era una broma. Todo funcionaba, solo quería divertirse a nuestra costa. Cerró el chat.
    Después de eso, me aseguré de que su sitio realmente estuviera fuera de línea por 2 días. ¡Feliz primero de abril, querido! © Overheard / Ideer
  • De niño era muy ingenuo. Un día, un amigo me dijo que había visto un dinosaurio gigante. Le creí, corrí a casa, cerré con llave y me pasé toda la tarde mirando por la ventana.
    El chico vino a mi casa gritando que era una broma, pero el monstruo ese nunca salió de mi imaginación. © Overheard / Ideer
  • Quise hacerle una broma a mi esposo. Le dije que me quedaría a dormir en casa de una amiga, pero en realidad me escondí en el clóset para salir de repente y asustarlo cuando llegara.
    Así que salté gritando: “¡Felicidades!” y lo vi entrar con una compañera del trabajo. Los eché a ambos, y pasé el resto de la noche en el clóset, limpiándome las lágrimas. Bueno, al menos la broma salió “bien”. © Overheard / Ideer
  • Estábamos en la casa de campo. Un amigo que no sabía cocinar quiso preparar ravioles y me preguntó cómo hacerlo. Le dije algo como: “Olla — agua — hervir — ravioles — hervir — 10 minutos.”
    Pasado ese tiempo, vino corriendo, en pánico: “¡Los ravioles están flotando! ¿Qué hago?” Le dije: “Tíralos.” Y de verdad fue y tiró toda la olla. © squirrel / ADME
  • Tengo casi 40 años y nunca he tenido una relación duradera. Siempre terminaba con mis novias a los 3 o 4 meses, por distintas razones. Lo curioso es que todas ellas encontraron al amor de su vida después de estar conmigo, aunque muchas nunca habían tenido una relación seria antes.
    Ahora casi todas están felizmente casadas. En una conversación con mi novia actual, lo comenté en tono de broma: “Seguro tú también me dejarás y luego te casarás.” Y me terminó. © Overheard / Ideer
  • Mis jefes son un par de viejos locos. Durante el año que trabajé con ellos, tenía un arsenal completo de bromas en mi oficina: desde chicles eléctricos hasta otras más pesadas.
    Se escondían en mi oficina para evitar a la contadora, porque “ella nos va a destruir el cerebro”, y más de una vez arruinaron nuestros viernes de trabajo. Las llamadas los sábados en la mañana (“¡Te quedaste dormido, llegaste tarde!”, seguidas de risas descontroladas) ya eran tradición.
    Y aún no entiendo cómo esta oficina sigue funcionando con fundadores así. © Overheard / Ideer
  • A principios del siglo pasado, las chicas del pueblo iban a los bailes por un camino determinado. Mi abuelo y sus amigos empezaron a decir que en la colina había fantasmas.
    Una noche, con luna llena, las chicas regresaban del baile y vieron figuras humanas vestidas de blanco bailando en silencio en la colina. Gritaron de miedo. Pero eran mi abuelo y sus amigos, en calzoncillos, haciéndose pasar por fantasmas.
  • Le hice una broma a mis amigos citadinos. Como no creían en las leyendas del Leshy (un espíritu del bosque), compré 7 hamsters parlantes (esos que repiten lo que oyen), saqué los altavoces y los escondí en troncos huecos del camino hacia el río.
    Durante todo el día les conté historias de terror sobre el Leshy para ir ambientando. Ya de noche, cuando llegamos al lugar para pescar, los hamsters empezaron a repetir nuestras frases, y luego a gritar con las voces de mis amigos. Fue divertidísimo. © Overheard / Ideer
  • Mi mamá me contó una anécdota de mi abuelo cuando era niño y vivía en un pueblo. Un vecino hacía ladrillos y los dejaba secar al sol. Mi abuelo caminaba descalzo sobre ellos.
    Una noche, el vecino vino furioso: “¡A ver de quién son estas huellas!” Pero mi abuelo era listo: caminaba con los dedos de los pies recogidos para no dejar marcas claras.
    Le confesó esa broma a sus padres a los 20 años y resultó que ellos ya lo sabían, pero nunca dijeron nada. Al parecer, tampoco les caía bien ese vecino.

Y para terminar, aquí vienen algunas historias de estudiantes que hicieron bromas a sus maestros.

Imagen de portada Overheard / Ideer

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