14 Profesores que podrían escribir un libro de chistes y todos serían verdad

Humor
hace 15 horas

A veces parece que en la escuela todo ocurre según lo previsto: timbres, clases, recreos. Pero no es así para los profesores, para quienes casi todos los días se convierten en una comedia de situaciones. Reunimos historias reales de maestros que demuestran que, detrás de esa apariencia seria y los cuadernos, se esconde un gran sentido del humor y una paciencia infinita.

  • Yo era la encargada de poner la música en los actos escolares, es decir, frente a más de 500 alumnos y profesores. Un buen día, de repente, el himno escolar dejó de sonar: falló el dispositivo. Grité por el micrófono: “¡Un momento!” y corrí a mi salón por la guitarra (esto fue antes de la era Bluetooth, todo a la antigua).
    Regresé, casi sintiéndome como una heroína, y, emocionada, me tropiezo justo en la entrada del auditorio, por supuesto, frente a toda la escuela. Me caigo, me agarro de lo que puedo, salgo volando, y termino chocando contra una colega que estaba sentada tranquilamente en su silla. Mientras el auditorio se llenaba de carcajadas, yo solo quería que me tragara la tierra debajo del escenario. Pero no tuve más opción que recomponerme y tocar el himno como si todo estuviera perfectamente planeado. © Pieaiaiaiai / Reddit
  • Uno de mis alumnos de octavo grado: un chico simpático y divertido; un día me sacó de quicio. No fue grosero, pero se comportaba como un payaso. Lo llamé al pasillo y le dije: “Tú estuviste conmigo el año pasado, ¡y eras un chico normal! ¿Qué te pasa ahora? ¿Por qué te haces el tonto?”. Se quedó quieto, pensó un momento con seriedad y dijo: “Creo que es porque estoy en la pubertad...” © themomerath / Reddit
  • Estábamos repasando los tiempos verbales y los estudiantes se veían confundidos. Les explico:
    — Miren, el Present Perfect se refiere a algo que ya pasó, pero que sigue siendo relevante en el presente.
    Desde el fondo del salón se escucha una voz:
    — ¿Es como cuando aprendí esta regla, pero ahora sigo sin entender nada?
  • Cuando trabajaba en la universidad, me encantaba crear exámenes y pruebas poco convencionales para mis estudiantes. Por ejemplo, una vez puse casi todas las respuestas correctas bajo la opción B, excepto una o dos que estaban escondidas en la A, la C o la D. ¡Tenían que ver las caras de los alumnos cuando empezaban a notarlo! En otra ocasión me compliqué aún más e hice que las respuestas correctas formaran un patrón. Uno de los chicos después confesó que lo descubrió y resolvió el resto del examen siguiendo la lógica del diseño.
    A veces incluía preguntas en el test como: “¿Es cierto que Jar Jar Binks era un lord Sith?” o “¿Cuál de estas tierras no pertenece a Westeros?” — esas preguntas no contaban, eran solo por diversión.
    Además, en cada examen preparaba un boleto de la suerte con tareas como:
    “1. Escribe el nombre completo del profesor.
    2. Dibuja un gatito.”
    ¡Ah, qué tiempos aquellos! © Miranda Bush / ADME
  • La mamá de uno de los niños de mi clase estaba totalmente en contra del método del “tiempo fuera”; decía que era perjudicial para el desarrollo. ¿El resultado? El niño corría como un huracán, no tenía amigos y no respetaba ninguna regla.
    Entonces empecé a introducir poco a poco algo de disciplina: si se portaba mal, se sentaba unos minutos apartado, hasta que se calmara y pudiera explicar por qué había hecho lo que hizo. A veces, si se pasaba demasiado, no le daba dulces como recompensa.
    Pues la mamá armó un escándalo frente a toda la clase, le dijo a la directora que yo estaba “reprimiendo la personalidad” de su hijo. Pero seguí haciendo lo que creía correcto, y después de un par de semanas el niño ya era tranquilo, amable e incluso empezó a sentirse orgulloso de sus logros y decirlo en voz alta. Unos días después, su mamá se me acercó al final de la clase y, en voz bajita, me dijo: “¿Podrías explicarme cómo aplicar bien eso de los tiempos fuera...?” © Unknown author / Reddit
  • Un día, unos chicos del aula de al lado rompieron el lavamanos. Al pasar por ahí, una de sus compañeras me detuvo y me dijo:
    —¡Rompieron el lavamanos! Nuestra profesora está muy triste. ¿Va a ir a hablar con ella?
    Le pregunté por qué debería hacerlo, y con toda la seriedad del mundo, me respondió:
    —Pues... ¿no le gustaría hablar con ella sobre eso? ¡Acuérdese de lo que le digo, usted va a ser psicóloga!" © Oído por ahí / Ideer
  • Decidí dejar de teñirme el cabello y permitir que creciera tal cual es. Y hay que admitirlo: cada vez estaba más blanco. No me molestaba, hasta que un día, un niño de tercer grado, al bajar del autobús escolar, me dijo con total naturalidad:
    —¡Hoy se ve muy viejita!
    Sorprendida, le respondí:
    —¡¿Perdón, qué dijiste?!
    Y él, con la cara más inocente, me explicó:
    —Es por su pelo. ¡Hoy está más blanco que nunca!
    Y se fue tan tranquilo a formarse con sus compañeros. © svgavg / Reddit
  • Quinto grado. Estaba sentada en un banquito frente a toda la clase, explicando algo con entusiasmo. De pronto noté que varias niñas se reían entre ellas y no paraban, a pesar de que el tema era serio. Finalmente, les dije con firmeza:
    —Chicas, comportarse así es muy descortés. ¡Basta!
    Se callaron de inmediato. Por la tarde, al llegar a casa, me cambié de ropa... y ahí lo vi: ¡había estado todo el día con los leggings al revés! Y claro, tenían una costura blanca... justo donde ya te imaginarás. En ese momento entendí perfectamente de qué se reían. © Educational_Spirit42 / Reddit
  • John y Fred estaban dando una presentación en la clase de francés, pero alguien no dejaba de interrumpir y hablar. Harta de la situación, pregunté:
    —¿Quién está hablando? ¿Quién está interrumpiendo la presentación?
    La clase, al unísono:
    —¡John!
    Confundida, respondí:
    —¡Pero si John es quien la está presentando!
    Bueno... resultó que John estaba interrumpiendo su propia presentación. © Leebelle3 / Reddit
  • Un colega, que también da clases de biología en secundaria, me contó que una vez el director entró a su salón y, frente a toda la clase, comenzó a regañarlo por enviar tan seguido a los alumnos con el subdirector por un mal comportamiento. Le dijo que debía manejar la disciplina por su cuenta.
    Y justo en medio del sermón, el director se detuvo, miró a dos alumnos que hacían ruido... ¡y él mismo los mandó con el subdirector!
    Mi colega estuvo a punto de decir en voz alta:
    —Claro, siga explicándome cómo no se deben hacer las cosas. © quilsom / Reddit
  • Trabajo como profesora de historia en una escuela. En quinto grado, estábamos estudiando la Antigua Grecia. Un día, durante la clase, un niño me llamó “Afrodita Alejandra”.
    Creo que fue en ese momento cuando decidí que no iba a ponerle una mala nota. © Oído por ahí / Ideer
  • Un alumno entregó su trabajo final, que claramente había copiado. Su nivel de inglés ni de cerca le permitía escribir algo así. Lo negó todo y hasta se molestó... hasta que le señalé un pequeño detalle: al final de la página había olvidado borrar el aviso de derechos de autor.
    Simplemente copió y pegó el artículo completo, copyright incluido.
    Cuando le puse un cero, solo se limitó a sonreír con resignación. © mud***** / Reddit
  • Durante una clase de japonés, anuncié:
    —¡Chicos, hoy vamos a aprender sus primeros kanjis! Son muy sencillos, pero completamente reales.
    La clase estalló en emoción. Alguien gritó “¡Por fin!”, otro le pidió una pluma a su compañero con toda seriedad.
    Y desde el fondo del salón se escuchó un suspiro profundo:
    —Genial... ahora mi mamá va a pensar que puedo leer tatuajes.
  • Estaba recogiendo los cuadernos de tareas después de clase. Uno de mis alumnos, que normalmente es muy callado, se acercó con el suyo. Estiré la mano para tomarlo y, con tono dramático, me dijo:
    —Por favor, revise con cuidado... ahí puse todas mis esperanzas.
    Hizo una pausa y añadió:
    —Sobre todo para sacar un ocho.
    En ese momento no aguantamos más: ni yo ni el resto de la clase. Hubo carcajadas, hasta los pupitres temblaron.
    Por cierto, esas “esperanzas” estaban escritas con pulcritud total y sin un solo error.

Definitivamente, los profesores siempre tienen historias para contar. Y si te asomas a los chats escolares, prepárate para reírte a carcajadas con cada ocurrencia.

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