14 Vacaciones familiares que empezaron con ilusión... y se convirtieron en un caos total

Historias
hace 11 horas

Muchos de nosotros soñamos con tomarnos un descanso: algunos imaginan relajarse en un mar cálido, otros sueñan con el plan perfecto alrededor de una parrilla, y hay quienes solo quieren perderse entre las sábanas. Pero, cuando se trata de vacaciones en familia, esos planes tan simples, de repente, se convierten en todo un desafío.

  • Me di cuenta de que, al planificar una relación seria, también hay que considerar si nuestros planes de vacaciones son compatibles. A mi novio y a mí nos encanta viajar, pero él prefiere ir a cualquier lugar y gastar lo mínimo, mientras que yo prefiero ahorrar y disfrutar. Para él, el hotel es solo un sitio para dormir, el transporte tiene que ser público sí o sí, y la comida, de puestos callejeros. La última vez que estuve en Estambul, usé taxis, elegí un hotel bonito y cómodo, comí donde se me antojaba y compré audioguías para visitar los lugares turísticos. Pero es que, ya con más de 30, no me interesa viajar como si fuera una estudiante sin un peso. ¡Quiero que las vacaciones se sientan como vacaciones! Así que, mientras yo viajo una vez al año con toda la actitud, él prefiere ir tres veces, aunque eso signifique no ver más que comida rápida y hacer fila en todos lados. Eso sí, luego lo cuenta con orgullo: “yo estuve en tal país”. Ahora ya viajamos por separado, pero él no se cansa de criticar mis gastos. © Overheard / Ideer
  • Una vez, durante las vacaciones, estábamos intentando encontrar algún lugar para comer usando el teléfono de mi esposa. Y de repente, llega un mensaje de un tipo cualquiera. Coquetamente elogia la nueva foto de mi esposa, la misma que yo acababa de tomarle y enviarle a su celular. O sea, ella se la reenvió de inmediato. Todo esto pasó apenas un par de horas después de haber comenzado nuestras vacaciones de dos semanas. © Meh_Ill_Do_It_Later / Reddit
  • Le pedí a mi marido unas vacaciones en Egipto, y aceptó, pero con una condición, su mamá también tenía que ir. Mi suegra se puso feliz y prometió que no se metería en nada. Nos hospedamos en diferentes pisos. La diversión comenzó desde la primera mañana. Me desperté y no lo podía creer, del techo venían unos ruidos rarísimos. En la habitación de arriba, donde estaba mi suegra, se escuchaba que alguien tiraba cosas pesadas, golpeaba el piso y gritaba. Me asusté y empecé a despertar a mi esposo. Salimos corriendo a ver qué pasaba. Ella abrió la puerta y, de inmediato, nos dice: “¿Ya se despertaron? ¿Van a ir al mar?”. Nosotros, completamente desconcertados, y ella tan tranquila nos explica: “Pues yo prometí no meterme, ni siquiera bajé a su habitación, pero todos tenemos que aprovechar el sol de la mañana, ¿no?”. De verdad, no tengo palabras.
  • No me gusta salir de vacaciones más allá de mi ciudad. Mientras te preparas, tomas el vuelo, haces el traslado, te adaptas; para el tercer día ya estoy lloriqueando: “Quiero volver a casa, no puedo más, déjenme regresar a mi sillón”. Mi esposa, obviamente, se enfurece, y mi hija se contagia del ambiente y empieza a ponerse caprichosa. Al final, terminamos con nuestro propio tour familiar llamado “Cómo arruinar unas vacaciones en 72 horas”. Así pasamos un par de años viajando dos veces al año. Yo sufría por mi esposa y mi hija. Hasta que un día me senté a pensar: ¿para qué demonios hago esto? Ahora es todo mucho más simple: mi esposa y mi hija se van de vacaciones, y yo me voy de pesca, como bien, duermo en mi cama y disfruto viendo las fotos de mi esposa en traje de baño. Jamás imaginé que las despediría con tanto gusto. © Overheard / Ideer
  • Estábamos sentados en un restaurante en Vietnam. Mi esposa dijo: “Ya llevamos una semana de vacaciones y el dinero no se acaba. Cambié 150 dólares y casi no los he tocado. ¡Este país es baratísimo!”. Y justo en ese momento, el mesero trajo la cuenta y se la entregó a ella. Pero mi esposa ni se inmutó, como si no lo hubiera visto. Por supuesto, el mesero terminó dándome la cuenta a mí. Yo, con toda la calma del mundo, le dije: “Muy barato este país, cariño”. © AlexBessonov / Pikabu
  • Mi esposo y yo iremos de vacaciones con su familia, para celebrar el cumpleaños de mi suegra. Ella organizó todo por su cuenta y, prácticamente, lo pagó todo, así que yo lo veo como su celebración. Hace poco, mi mamá se molestó porque no la invité. Nos llevamos muy bien, celebramos las fiestas juntas, y suele venir a casa con frecuencia. Pero este viaje no fue idea mía, sino un plan de mi suegra, y no sentí que tuviera derecho a invitar a nadie más. Mi mamá, sin embargo, está convencida de que actué mal. © ProfessorChaos1990 / Reddit
  • Llegué a casa del trabajo, agotado, y mi esposa me dijo: “¿Lo olvidaste? ¡Hoy vamos al teatro!”.
    Le respondí: “¡Rayos! Eso significa afeitarme, ducharme, vestirme”. Mi esposa insistió: “Ponte el traje, nadie te va a oler ahí”. Llegamos a la función. Asientos cerca del escenario. Y, de pronto, uno de los personajes, un perro, se nos acercó corriendo... ¡Y empezó a olfatearme! Solo la miré en silencio. © OhLiuLi / Pikabu
  • Llevamos cuatro años juntos con mi esposo, dos de casados. El otro día se me acercó y me preguntó: “¿No se te hace aburrida la vida?”. Le pedí que me explicara de dónde venía esa pregunta, y me dijo: “No sé, todo se siente gris”. ¿¿Gris?? ¡Si yo ya ni me acuerdo de lo que es el aburrimiento desde hace cinco años! Simplemente no tengo tiempo para aburrirme: trabajo, cursos, limpieza, todas las cosas de la casa. Tengo los fines de semana ocupados con tres semanas de anticipación. ¿Cuándo se supone que debería aburrirme? Hace tres meses que no puedo ni ir al salón ni ver a una amiga. Siempre hay algo pendiente. Y él, se aburre. Decidí que, en realidad, lo que pasa es que estoy cargando con demasiado. O mejor dicho: con todo. Yo soy la que tiene que inventar planes, llevar la casa, trabajar, ayudar a mis papás. Le dije que, con gusto, le paso la lista completa de tareas semanales para que la reparta conmigo. Así yo tendría más tiempo y él, menos aburrimiento. ¿Y qué hizo? Se comprometió a limpiar una habitación una vez por semana y prometió arreglar un armario. Después pidió una semana de vacaciones, y se fue solo de viaje. Pues qué buena charla tuvimos. © Overheard / Ideer
  • Una vez, mi esposa, nuestro hijo de un año y yo viajamos a Grecia junto con toda su familia.
    Lo curioso fue que pasamos toda la semana sin despegarnos de su familia y no tuvimos ni un minuto para estar los tres solos. Eso me molestó muchísimo. Este año viajamos solo los tres a Egipto, y fue perfecto. Ahora se viene otro viaje con su familia, y le dije que solo voy si vamos ella, nuestro hijo y yo. Se ofendió, dice que estoy exagerando. Pero yo no quiero volver a gastar una semana de mi vida en su familia sin siquiera descansar. © EffectivePower8984 / Reddit
  • Odio cuando, en unas vacaciones juntos, me hacen la pregunta: “¿Y qué vamos a hacer hoy?”. Me saca de quicio. Lo único que quiero responder es: “¡Na-da! Haz lo que quieras. Si me dejas tranquilo, sin molestarme medio día, para la tarde ya estaré relajado y se me ocurrirá algo”. © Pushkanaizzer / Pikabu
  • Mi esposa y yo caminamos por la orilla del lago. Hacía calor y había viento. Era un buen día. Ella dijo:
    — Quiero ir al mar. Que se vea ese azul infinito, que haya viento y sol.
    — ¿Y esto qué tiene de malo?
    — Pues que no es el mar. Mira, ahí se ve la orilla.
    Tengo la vista muy mala, tengo miopía de −5. Me quité los lentes, miré hacia ese azul infinito y le dije: “Yo sí veo el mar”. Paseamos, bromeamos, la pasamos bien. © volchek1024 / Pikabu
  • Hace un par de años estábamos de vacaciones en Turquía. Nuestro hijo mayor hizo amistad con un niño que, literalmente, estuvo con nosotros todo el tiempo: en la piscina, en el restaurante, en la playa. Resultó que había viajado con su mamá, pero ella se pasaba el día en el bar con sus amigas. Al final, pasamos los 10 días de vacaciones con él: jugábamos fútbol, tenis, hacíamos conciertos y competencias en el club infantil. Me sentía como una madre de familia numerosa. A su mamá la vi un par de veces en todo ese tiempo, y por lo visto, ella también descansó de maravilla. © Carioka / Pikabu
  • Mi novia y yo decidimos hacer un viajecito de una semana a Turquía. Quería proponerle matrimonio en el avión. Le di el anillo, todos aplaudieron, y ella lloraba de felicidad. Una semana después, en el vuelo de regreso, terminamos. ¡Qué gran viaje! © Overheard / Ideer
  • Mi esposo se me acercó y me dijo: “Nos vamos una semana de vacaciones. Lleva tus trajes de baño, tengo una sorpresa”. Yo me emocioné, pensé que iríamos al mar, que nadaríamos, pasearíamos. Empaqué ropa linda, incluso me compré algunas cosas nuevas. Estaba feliz, llena de ilusión. Y entonces, mi brillante esposo me dice que vamos a una cabaña turística, a media hora de la ciudad. © Overheard / Ideer

Al final, las vacaciones en familia rara vez son como las imaginamos en nuestra cabeza, pero eso es precisamente lo que las hace especiales. Porque los recuerdos más memorables no nacen de un plan perfecto, sino de los momentos inesperados.

Imagen de portada Overheard / Ideer

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