14 Veces en que los exámenes terminaron en anécdotas de película

Historias
hace 1 hora
14 Veces en que los exámenes terminaron en anécdotas de película

Los exámenes rara vez van sobre ruedas, y todo estudiante sabe que en los momentos de tensión puede pasar cualquier cosa. A veces, los exámenes se convierten no solo en un episodio angustioso, sino en una historia que se cuenta durante años. Los estudiantes de esta selección se han encontrado con situaciones tan inesperadas y divertidas que es fácil imaginarlas en una película de comedia. Hemos recopilado las historias más vívidas de personas reales que sin duda te levantarán el ánimo.

  • Recuerdo que una vez hacía un examen. Ella era la jefa del departamento. Yo estaba sentado en su despacho, había silencio, estaba resolviendo un examen, y mi estómago retumbó ruidosamente por todo el despacho. Cinco segundos después, oigo rugir el suyo. Se sonrojó, pero no me corté. Saqué una barra de chocolate y empanadillas de mi bolso, ella lo vio todo y en silencio fue a encender la cafetera. Y después de merendar me dijo: “¡Deja ya el examen, has aprobado dándome de comer!”. Barrigas hambrientas, ¡gracias! © No todo el mundo lo entenderá / VK
  • Estaba cursando “Administración de Empresas”. En las preguntas adicionales, la profesora me preguntó: “¿Qué es un documento?” .La miré con cara triste y le dije: “¡Un papel importante!”. Ella se rio, me puso un 8 (porque había estudiado bien todo el año) y me devolvió mi papel importante. © Natalia B. / Dzen
  • Para el examen de física solo me aprendí una papeleta, la número 13. No me gustaba esta asignatura. Voy al examen, la profesora me mira con ironía, porque sabe todo sobre mi antipatía. Me toca el número 13 de un montón de papeletas. Me voy a preparar y lo apruebo tranquilamente. Por supuesto, no saco sobresaliente, porque la profesora cree que hay truco en alguna parte, pero nunca adivina dónde. Han pasado más de cuarenta años y todavía me acuerdo. © Abuela de “Maxim” / Dzen
  • Recuerdo que tenía que hacer un examen de historia. Unos días antes del examen, soñé que había un examen de historia, pero en la escuela, y yo sacaba la papeleta número 13. Me aprendí sus preguntas por si acaso. Cuando llegué al examen, ¡saqué la papeleta número 13! © Ayrat Shagaliev / Dzen
  • Para el examen de filosofía, solo aprendí 9 de 36 papeletas. Me tocó la 9. Respondí, me pusieron un sobresaliente y me elogiaron delante de todo el grupo, diciendo: miren cómo deben estudiar. © Galina Z. / Dzen
  • Prácticamente no me preparé el examen de economía porque no la entendía. Me llevé un diccionario económico de bolsillo y fui. Busqué en él las definiciones y puse ejemplos de nuestra vida: comparé la margarina belga y nuestra mantequilla. Deduje algo de ello. Al profesor le chocó semejante ejemplo: sonrió y dijo que me ponía un 8 por mi ingenio. Y mis amigas habían estado escribiendo “acordeones” toda la noche anterior, y sacaron aprobado raso. © Elena Ivanova / Dzen
  • Hacía un examen de derecho romano. Fui a todas las clases, me senté en el primer pupitre, pero no estudié mucho. Y llegó el día del examen. Tomé la papeleta con las preguntas. Me di cuenta de que sabía algo. Empecé a escribir, pero me dio pereza. Le dije al profesor: “¿Puedo no escribir nada? Lo contaré así”. Se sorprendió. Eso significa sin “acordeones” y sin auriculares. Aceptó. Contesté lo que recordaba, tartamudeando, olvidando palabras, pero lo hice. Me puso un sobresaliente “por valentía y descaro”. © Natalia Islamova / Dzen
  • Tercer año. Derecho financiero. Asistí a todas las clases, sin ausencias, tenía escritos todos los apuntes. Pero mis notas de exámenes corrientes fueron 4-5-5-5-5-5. Llego al examen, me llama y sin mirar las preguntas que me tocaron, me pone un 9. Y me dice: “Gracias por respetar la asignatura”. © С. Dmitry / Dzen
  • Examen de estadística, tercera repetición. Me estaba preparando, y mi esposo (estudiamos juntos) decidió que de todas formas no aprobaría y no fue. Estamos sentados en el auditorio. Entonces se abre la puerta, alguien llama a la examinadora. Vuelve y nos pone a todos un aprobado. Resulta que a la profesora le avisaron de que le habían otorgado un departamento y tenía que ir urgentemente a un sitio. Así que, sin contestar, todos aprobaron el examen. Excepto los alumnos que no se presentaron. Fue en 1980. Aún lo recuerdo. © Karpenko Irina / Dzen
  • Último año, examen final, filosofía. No lo hice con mi grupo. Y el profesor era conservador, dijo que las chicas tenían que llevar faldas. Y yo llevaba jeans. Pedí ayuda: “Chicas, préstenme una falda”. Pero el grupo no era mío, nadie me ayudó. De repente vi a una chica que conocía, el doble de ancha que yo. Le supliqué: “Ana, dame una falda”. Me dijo: “Pero no me caben tus pantalones”. “No pasa nada, te quedarás en el baño. Y te compraré luego dos postres en la cafetería”. Aceptó. Entré corriendo en el aula, sujetándome la falda con las manos, tomé la papeleta con las preguntas, obtuve un 8 legítimo y salí corriendo. © Olga Savina / Dzen
  • Matemáticas. Mi amigo dice: “No me preparé, no aprobaré el examen”. Se me ocurrió el siguiente truco. Le dije que se pusiera fuera, junto a la ventana abierta. Y fui el primero en sacar la papeleta, ante lo cual todos mis compañeros se quedaron muy sorprendidos. Y antes dibujé un gran punto con un bolígrafo en la yema del dedo índice de mi mano derecha. Y cuando tomé la papeleta, la apreté un poco y quedó una pequeña huella.
    Fui a prepararme, me senté junto a la ventana, y volvieron a poner mi papeleta con todas las demás. Entonces le dije a mi amigo por la ventanilla el número de la papeleta (el aula estaba en la planta baja). Aprendió las preguntas de mi papeleta, entró en el aula y sacó la papeleta marcada. Obtuvo un sobresaliente. Era 1980. © Stepan Gritsiv / Dzen
  • Obtenía un segundo título. De manera remota. El profesor de matemáticas superiores en la sesión introductoria dio tareas a todo el mundo. En total 4 variantes por grupo. Las soluciones debían anotarse en un cuaderno del alumno con bolígrafo. Todo el grupo éramos adultos, raramente alguien menor de 35 años. Naturalmente, todos habíamos olvidado las matemáticas hacía tiempo. Cooperamos en las variantes, lo resolvimos de alguna manera. Le entregamos los cuadernos al profesor. Garabatea en los cuadernos de todos, nos pone un suspenso y los manda a rehacer. Revisamos los cuadernos: todos tienen tachados problemas diferentes. ¡Pero los trabajos son idénticos dentro de cada variante! En general, volvemos a escribir estúpidamente todo como estaba, se lo devolvemos y oímos: “Bueno, eso es otra cosa”.
    Sigo sin entender cuál era el objetivo de esta acción: ¿mostrar su carácter? ¿O para que practiquemos nuestra caligrafía? © ice249 / Dzen
  • Antes de los exámenes, decidí salir con mis amigas y fuimos a una casa de campo. Mi amiga me dijo: “Es la primera vez que te quedas en mi casa, así que pide un deseo para soñar con tu prometido en la nueva casa”. Así lo hice. Soñé con mi profesor, que decía claramente: “Daria, en vez de hacer sandeces y salir, será mejor que empieces a entregarme los trabajos pendientes, o no te admitirán para el examen”. Me desperté con un sudor frío y me acordé de verdad de que los plazos de entrega de trabajos estaban a punto de cumplirse. Me puse a hacerlos aquella misma noche. © ShCogwarts / VK
  • Voy con mi amiga en autobús a un examen. Le hago preguntas y ella me responde. En fin, le estuve preguntando durante todo el trayecto. Cuando nos acercamos a nuestra parada, el hombre sentado a mi lado dijo: “Si no apruebas el derecho, llámame: yo les cortaré el agua a todos”. Este hombre nos dio una moneda de la suerte, nos deseó mucha suerte y dijo que el lunes a las 08:00 deberíamos encontrarnos de nuevo en el bus y contar cómo se pasó la prueba. Y la mujer sentada delante dijo: “¡Sí, chicas, las estaremos animando! ¡Mucha suerte!”. Eso es lo que yo entiendo como apoyo. Muchas gracias a gente así. © No todo el mundo lo entenderá / VK
Imagen de portada Natalia Islamova / Dzen

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