15+ Anécdotas de vecinos que redefinen la paciencia humana

Historias
hace 4 horas

Cuando nos mudamos a una nueva casa, ya sea comprada o alquilada, a veces no tenemos ni idea de cómo serán los vecinos. Los protagonistas de nuestro artículo no tuvieron mucha suerte. Resulta que viven junto a personas que no pueden calificarse de otra cosa que de extrañas.

  • Estaba cuidando mis plántulas, cuando de repente un niño vecino (4 años) entró corriendo en el patio y su madre detrás él. Tomó una regadera y empezó a regar el camino... Me quedé estupefacta, le pregunté qué hacen aquí y me dijo: "No tenemos tiempo para jardinería, y usted tiene un jardín tan bonito, nos gusta venir aquí y recoger flores". Le dije que no quería verlos más por aquí y que llamaría a la policía si volvían a venir, y ella me dijo: "¿Tanto te importa?". © Olena Chambers
  • Estaba limpiando el jardín cuando vi a una mujer desconocida en el patio: intentaba recoger higos. Entró en el patio sin preguntar, recogió fruta sin pedir... La reprendí educadamente diciéndole que era demasiado pronto para recolectar: los higos aún estaban verdes, pero la rama se podía romper fácilmente... No pestañeó y se fue sin despedirse... © Tatiana Gulyaeva
  • Teníamos un buen árbol de Navidad artificial, no se distinguía de uno natural. Lo regalamos junto con los juguetes de Navidad a nuestros vecinos, que tenían un nieto pequeño. Y luego, cuando esos vecinos se iban a vivir a otro país, nos ofrecieron comprar ese árbol, lo elogiaron mucho. Luisa Galiakbarova
  • Mi vecina es una mujer de mediana edad y constitución corpulenta. Y le duele la rodilla cada vez que mis hijos están cerca. Juegan en el patio y ella finge caerse y les pide que la ayuden a levantarse. Si trabajo en el jardín, esto nunca ocurre. Al principio les dije a los niños que ayudaran a la mujer, pero cuando empezó a ocurrir demasiado a menudo, les dije: "En cuanto se caiga, llámenme enseguida". Sorprendentemente, esta decisión enseñó a la vecina a moverse sin ayuda. © Bmac1977 / Reddit
  • Nuestros vecinos de arriba (¡sic!) se quejaron al Departamento de Vivienda y Servicios Públicos de que los inundábamos. Decían que nos lavamos demasiado a menudo y durante demasiado tiempo, y que el vapor de nuestro cuarto de baño sube hasta ellos y estropea el parqué de su piso. © Lyudmila Geraskina-Aslanyan
  • Tenemos un vecino jubilado maravilloso. Es simpático y tiene un perro encantador. El día que nos mudamos, nos trajo pescado y papas fritas como bienvenida. Cuida de nuestra casa cuando no estamos. Solo hace reparaciones cuando estamos en el trabajo. Prácticamente perfecto. ¡Pero! Hay campanas en su jardín. Hay más de 100. Y suenan las 24 horas del día. © flosiraptor / Reddit
  • Compartíamos muro con nuestros vecinos. Y un día empezaron los ruidosos e interminables golpes, que eran increíblemente molestos. Resultó que los vecinos colgaron una canasta de baloncesto en la pared y lanzaban una pelota en ella. Tenían la posibilidad de hacerlo en la otra pared, que no compartían con nadie. Les pedimos que cambiaran el lugar de la canasta y al día siguiente oímos que taladraban. Pensamos que habían hecho caso a la petición. Pero no. Reforzaron el anillo existente o colgaron otro. © yungcatmom / Reddit
  • Por alguna razón, nuestra vecina está enfadada con nosotros. Se quejaba de que estamos pisando fuerte y que los radiadores están calientes por nuestra culpa. Resultó que estaba colada por mi esposo. Yo estaba de turno en el trabajo y la vecina vino e intentó convencer a mi marido para que se fuera a vivir con ella. Diciendo que como es una mujer de negocios, es la mejor. Mi esposo le cerró la puerta en las narices.
    Volví de mi turno y otra vecina de nuestra planta me lo contó todo. Por la noche, le pregunté a mi marido. Se rio, diciendo que ni siquiera la había escuchado. © Natalia Orkhideeva
  • Tenía una vecina. Venía siempre escandalizada: pisamos muy fuerte, le molestamos. Mis hijos (que no tengo) pisoteaban, mi entonces compañero de piso pisoteaba (incluso cuando estaba de guardia), yo pisoteaba (incluso cuando estaba en el trabajo), pisoteábamos todos juntos (incluso cuando estábamos durmiendo o no había nadie en casa). No llamaba a la policía, pero amenazaba con escribir a la fiscalía. © Sapo con sombrero / ADME
  • En un bloque de departamentos nuevo, mi piso solía estar vacío (una vez a la semana lo visitábamos un par de días). Dejé las llaves a mi vecina por si acaso, ya que vivimos en otra ciudad. Cada vez que llegaba, notaba que algunas pequeñas cosas estaban fuera de lugar. Le pregunté a mi vecina: "¿Has entrado?". Ella: "Ah, sí, por vinagre/herramientas/alicates, etc.". Un día llegué, la puerta del balcón estaba abierta de par en par, a pesar del frío que hacía. Le dije suavemente, bromeando: "¿A quién me trajiste de excursión?". Casi me contestó a gritos: "Le estaba enseñando a una amiga tu remodelación, no fue una excursión. ¿No puedo o qué?". A mi petición de que al menos me avisara de que se quedaba en mi piso, me tiró las llaves a la cara y durante seis meses no habló conmigo. © Lyuboff Felicidad
  • Los nuevos vecinos se enteraron de que teníamos un gato: lo vieron en mi balcón. Un gato completamente doméstico, conste. Pero nuestra primera comunicación con estas amables personas empezó con la amenaza de la madre de la familia de hacer algo con mi gato si lo veían cerca de su hijo alérgico. Le aseguré a la señora que era poco probable que los invitara a mi casa y me fui. Pero la señora se acordó del gato y su siguiente "visita" estuvo relacionada con un charco apestoso en el ascensor. Por alguna razón relacionó directamente su aparición con mi gato. Le dije que si me enseñaba un gato capaz de orinar un metro de altura y otro tanto de diámetro, limpiaría gratis el suelo del ascensor durante un año. No volvió a dirigirme la palabra. © Sasha Sanya
  • Encima de mí vivía un matrimonio. Tenían unos 60 años. Unos vecinos maravillosos, simpáticos. Y un día el hombre decidió aprender a tocar la armónica. Parecía un empeño excelente, digno solo de elogios. Pero el problema era que siempre practicaba los fines de semana, a las 5 de la mañana.
  • Tengo una vieja vecina que se aprovecha constantemente de mi fuerza. Salgo de casa, y ella, como si me estuviera esperando, inmediatamente en la escalera se encuentra conmigo y me dice: "Oh, Nico, ayúdame". El mes pasado le arreglé el grifo del baño, le saqué las mesitas de noche viejas, le desatasqué varias veces la taza del váter y más de una docena de veces le saqué la basura... Lo entiendo todo, pero hoy me ha pedido que le quite la sed... y le llevara cinco garrafas de agua de diez litros cada una al noveno piso. No hay ascensor en la casa... © Cámara 6 / VK
  • De los 4 a los 30 años viví en un edificio de cinco plantas en el último piso. Debajo de nosotros vivía una mujer maravillosa. Siempre se quejaba de algo: "su gato salta ruidosamente de la mesa", "respiran ruidosamente", "¿por qué siempre tienen invitados?", "su música es chillona" (a las 2 de la mañana, dormimos, y esta mujer histérica llama al timbre), "sus tacones suenan en las escaleras", su baño me inunda".
    Sobre lo del baño fue todo un chiste: no tenemos fugas por ningún lado, pero ella roció fuertemente el techo con ambientador, y se condensó en gotas. Pensó que la estábamos inundando. Cuando fui a comprobar el techo, estaba bien seco, y ella se subió al retrete y preguntó retóricamente: "¿Cómo puede ser? Me estaba goteando encima, ¿no? ¿Adónde ha ido?". En honor a esta señora, llamó al día siguiente, se disculpó por la falsa alarma y me habló del ambientador. A mí no se me habría ocurrido una explicación así. © Victoria Belikova
  • Con mis vecinos me han pasado muchas cosas. Por ejemplo. Una vecina que vive en el piso de arriba entró dando vueltas por la puerta mientras los obreros llevaban masilla y cemento a nuestro piso. De repente me pregunta: "Veo que están reformando aquí, deben de ser ricos, ¿no?". Le contesto: "Perdone, no parece que seamos ruidosos, ¿le molestamos de alguna manera?". Y ella me contesta: "No, no lo hacen, pero están remodelando el piso, ¿y qué me ofrecen por aguantar a la gente que va de aquí para allá?". © Butch Ock
  • Nuestra vecina de abajo se quejó una vez de que no parábamos de hacer remodelaciones. Vino a vernos, pero mi padre no la dejó entrar. Así que se quejó de nosotros al policía del barrio diciendo que montábamos armarios y los vendíamos. Nos llamó y nos dijo que dejáramos de hacerlo. Por supuesto, no estábamos haciendo ninguna remodelación ni montábamos armarios. Nos aconsejaron que presentáramos una denuncia por difamación contra ella. Y solo después de eso, por fin se calmó. © Just A Little Crazy / ADME
  • Compramos un juego de muebles para el pasillo. Los íbamos sacando del coche y metiendo en el ascensor. Bajo una vez más y veo cómo un anciano de nuestra escalera mete nuestro espejo en el ascensor. Me vio, se enfadó, pulsó frenéticamente el botón de su piso para que el ascensor se cerrara más rápido. Le dije que el espejo era mío, que lo quedara. Y él contestó que era suyo, que había bajado con él, pero se le había olvidado de apagar la tetera y decidió volver, y que yo soy una maleducada por no respetar a los mayores. Mi esposo se acercó e inmediatamente resultó que ¡este anciano solo quería ayudarnos a cargar el espejo en el ascensor! © Alla Avgustinovich
  • Después de la universidad, alquilé un piso con una amiga. Una vez, una vecina de arriba vino a vernos escandalizada porque, como ven, hacíamos demasiado ruido. Y no se trataba de música a todo volumen ni siquiera de algunas fiestas nocturnas. No le gustaba que habláramos alto. "Lo siento, pero no es culpa nuestra que se oiga todo en el edificio. No tenemos por qué susurrar a plena luz del día", le dijimos. Y entonces decidió esgrimir un argumento brillante: "¡Es que yo soy, por cierto, la directora de la escuela!". Y nos miró como si fuéramos sus alumnas y tuviéramos que obedecer inmediatamente.

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