15+ Ocasiones cuando una consulta médica se convirtió en una historia inolvidable

Historias
hace 6 horas

Un hospital es un verdadero teatro del absurdo. Largas filas, citas extrañas y oficinas confusas: cada quien tiene su propia historia sobre ir al médico. Los protagonistas de este artículo jamás imaginaron que su consulta se convertiría en un auténtico sketch de comedia, pero eso fue exactamente lo que ocurrió.

  • Fui con mi médico de cabecera para pedirle una referencia con un cirujano. Me dieron cita hasta el mes siguiente. Estaba a punto de irme cuando la doctora gritó: “¡Espera, te voy a hacer una receta!”. Me entregó un papel y vi el nombre de un jarabe para la tos. Le dije: “Pero no estoy resfriado”. Entonces miré bien la receta y lo entendí todo: era un anuncio de un medicamento que patrocinaban. Me di la vuelta para salir y la doctora me gritó desde lejos: “¡Lo vas a necesitar! Te vas a resfriar antes de que te des cuenta”.
  • Después de usar unas gotas, mi oído empezó a picarme terriblemente. Pedí una cita urgente con el otorrino. Cuando entré en el consultorio, me recibió un hombre con una barba enorme que me dijo: “¡Buen día! Pase, querida, siéntese en la silla. ¿Qué le molesta? ¿Nariz, oídos, garganta?”.
    Me quedé en shock con esa bienvenida. Entonces, el doctor me miró fijamente y exclamó: “¡Oh, perdón! Hoy es el día de atención infantil. No tuve tiempo de cambiar el chip. Si hablo de otra manera, los niños se asustan”. Le dije que en realidad me había encantado su estilo y que podíamos seguir así.
  • Fui a hacerme un chequeo médico. Cuando llegué al consultorio, había una fila larguísima, tal vez unas 15 personas. Pregunté: “¿Quién es el último?”. Silencio total. Volví a preguntar y nadie respondió. Todos estaban metidos en sus celulares o charlando entre ellos. Así que, con voz firme, anuncié: “Si no hay nadie en la fila, entraré primero”. Me paré en la puerta. En ese momento, se acercó una chica y me preguntó si había alguien detrás de mí. Le respondí: “Nadie”. Y de repente, la fila entera cobró vida: todos empezaron a protestar. Les dije: “¿Por qué no respondieron cuando pregunté?”. Al final, fui el primero en entrar. La chica entró después de mí. Todavía recuerdo la cara de asombro de todos mientras yo caminaba con orgullo hacia el consultorio. © DimDimichs / Pikabu
  • Me sentía muy mal y decidí hacerme un análisis de sangre. Fui con mi médico de cabecera para pedir un estudio, pero de repente me preguntó: “¿Sabes cuánto le cuesta esta prueba al sistema de salud?”. Me quedé en shock.
    Le respondí: “Bueno, trabajo, pago impuestos y hago contribuciones regulares al sistema de salud. Es la primera vez que pido algo. Me siento realmente mal”. Pero, al parecer, el costo del análisis era más importante que mi estado de salud.
  • Una vez estaba sentado en la sala de espera de una clínica, esperando mi turno. De repente, una mujer con un niño se sienta a mi lado. ¡El niño estaba tan feliz! Extendía los brazos hacia mí.
    Luego, la madre lo dejó caminar un poco. Se acercó a mí y empezó a jugar. Fue divertido, hasta que llegó su padre. Entonces se armó el escándalo.
    El hombre estaba convencido de que yo era el padre del niño y que su esposa me había llevado en secreto para "presentarme" a mi hijo. Discutieron durante unos cinco minutos. Al final, tomó al niño, me lanzó una mirada fulminante y se fue. Para ser justos… el niño sí se parecía a mí. © Overheard / VK
  • Fui a la clínica con mi hijo y el pediatra nos recetó un tratamiento. Lo terminamos y volvimos para otro chequeo, pero esta vez el doctor era diferente porque el primero estaba de vacaciones.
    Cuando el nuevo médico supo qué medicamento habíamos usado, se indignó de inmediato: “¡Usaron el medicamento equivocado! ¡Deberían haber comprado otro!”. Me dio una nueva receta y nos fuimos.
    Entonces, mi hijo, con tono pensativo, me dijo: “Mamá, ¿te has dado cuenta de que los doctores siempre nos recetan los medicamentos que tienen escritos en sus batas?”. © Chamber 6 / VK
  • Hace poco me hice un chequeo médico. Entré a la sala de electrocardiogramas (ECG) y, de pronto, escuché una voz familiar:
    “¡Oh, María, hola! Pasa detrás del biombo y quítate la parte de arriba”.
    Miré y… ¡era mi antiguo compañero de clase!
    ¿Qué podía hacer? Me acosté en la camilla… Claro, él solo estaba tomando las mediciones y el doctor fue quien hizo el diagnóstico, pero hasta el día de hoy me da vergüenza. Terminamos la escuela hace cinco años, pero seguramente ya le contó esta historia a todos sus amigos. © Overheard / VK
  • Cuando tenía unos 7 años, fui al consultorio del médico para hacerme un análisis de sangre y me hice el valiente. Justo cuando la doctora estaba a punto de ponerme la aguja, me advirtió que iba a picar un poco y que tal vez dolería. Con mucha seguridad le respondí: “Por favor, yo conozco el dolor, entreno karate” (y de verdad lo practicaba en ese entonces). Pero en cuanto la aguja tocó mi brazo, empecé a llorar y gritar como un bebé. © freshas***** / Reddit
  • Estaba en el consultorio del dentista y entré al baño para cepillarme los dientes antes de la consulta. Había cepillos desechables envueltos en plástico, listos para usar. Miré alrededor buscando la pasta de dientes y vi un dispensador de cerámica en forma de tubo de pasta. Puse un poco en el cepillo y empecé a cepillarme. Noté que tenía un sabor raro, pero pensé: “Bueno, es una clínica dental, seguro tienen una pasta especial”. Resultó que no era pasta de dientes… era jabón. Me había lavado los dientes con jabón por accidente. Ahora hay un cartel avisando que los cepillos ya tienen pasta de dientes, solo hay que agregarles agua. © cavityQED / Reddit
  • Cuando era estudiante, no le tenía miedo a los dentistas en absoluto. No porque fuera valiente, sino porque aprendí a usarlos a mi favor.
    Si la primera clase del día era la más difícil, la que más odiaba o simplemente aquella para la que no había hecho la tarea, me iba a la clínica dental a hacerme un chequeo.
    El dentista, por supuesto, me decía que mis dientes estaban perfectos, pero yo le pedía un justificante médico para la escuela. Así me libré de clases durante 11 años. ¡Y funcionó! © Overheard / VK
  • Fui a la clínica para ver a un oftalmólogo, pero por alguna razón también me enviaron con un proctólogo. Le pregunté a la recepcionista el motivo. Y ella, muy seria, me respondió: “¡Joven, esto no es un juego! En el cuerpo, todo está conectado”.
    Me reí todo el día. Nunca fui a esa consulta. Al final, me revisé la vista en la óptica más cercana y compré mis lentes ahí.© Overheard / VK
  • A menudo olvido ponerme sostén, es mucho más cómodo sin él. Fui a la clínica por una tos y me atendió un nuevo médico, un chico joven. Mi primer pensamiento fue: “Ojalá no tenga que escuchar mis pulmones desde el frente”.
    Entré y, en la puerta, me encontré con una chica en bata blanca con cara de pocos amigos. Resultó ser la novia celosa del doctor, que había ido a supervisar la consulta.
    El médico le hizo una señal para que se fuera y se disculpó conmigo. Luego comenzó a escuchar mis pulmones y me pidió que me diera la vuelta.
    No tuve opción. Y, como si fuera cosa del destino, en cuanto me giré, ella irrumpió en la sala como un huracán. ¡Casi se me echa encima!
    El doctor me cubrió, pero tenía una cara de sufrimiento que hasta me dio lástima. © Overheard / VK
  • Una vez me desmayé completamente en el dentista. Durante la consulta, al parecer, ella me hablaba y me pedía que inclinara la cabeza mientras trabajaba, pero yo estaba fuera de combate.
    Tuvo que detenerse varias veces para mover mi cabeza ella misma.
    Cuando desperté, había babeado por todas partes… pero, eso sí, me sentía completamente descansado. © KinotoUpInDisBeeotch / Reddit
  • No soporto las clínicas. Una vez estaba sentado en una fila larguísima, metido en el celular, cuando de repente una tierna anciana se sentó a mi lado.
    Empezamos a conversar y, sin darme cuenta, pasaron dos horas volando. Me contó historias, me acompañó por los consultorios y hasta se rió de mis chistes.
    Tengo 18 años y ella 82. Ahora las clínicas me gustan un poco más. © Overheard / VK
  • Me enfermé y decidí ir a la clínica. Antes de salir, encontré una crema corporal carísima de mi mamá, con partículas de diamante o alguna otra piedra preciosa. Así que, bajo el sol, brillaba y destellaba. Me senté en la sala de espera de la clínica.
    De repente, salió el sol y noté los ojos desorbitados de la chica que estaba sentada frente a mí. Al principio no entendí por qué me miraba así, pero luego la escuché hablar con su amiga.
    Estaba convencida de que yo era un vampiro. © Overheard / VK
  • La última vez que fui al consultorio del médico, me dejaron esperando en la sala de examen por muchísimo tiempo. Lo suficiente como para leer las tres revistas que había en la habitación.
    Eventualmente, el aburrimiento fue demasiado y empecé a buscar qué hacer.
    Había una báscula en la esquina, así que pensé: “¿Por qué no? Vamos a pesar cosas”.
    Primero fueron mis zapatos, luego las revistas y mi ropa. Cuando me quedé sin objetos personales, miré alrededor de la sala y decidí que quería saber cuánto pesaba una silla. Así que la subí a la báscula. Y justo en ese momento, la doctora y su residente entraron en la habitación.
    Ahí estaba yo, vestido solo con una bata de hospital y calcetines, tratando de equilibrar una silla en la báscula… Por cierto, una silla de consultorio pesa 8 libras. © linds360 / Reddit
  • Mi médico buscó en Google “costillas” para mostrarme un diagrama y explicarme qué me pasaba (tenía costocondritis). De repente, soltó una carcajada y giró el monitor hacia mí: la pantalla estaba llena de fotos de costillas al carbón. Luego intentó de nuevo y escribió “diagrama de costillas”. © velvetelevator / Reddit
  • Cuando tenía unos 5 años, mi abuela me llevó a la clínica para hacerme un análisis de sangre con un pinchazo en el dedo. Llegó nuestro turno. Me hicieron la prueba sin problemas, pero lloré muchísimo. De repente, un niño desconocido se acercó y me abrazó. Fue un gesto tan lindo que, en un instante, dejé de llorar. © Overheard / VK
  • Tengo una enfermedad autoinmune que me provoca un cansancio extremo todo el día, todos los días. Después de consultar a dos especialistas sin obtener respuestas, mi médico de cabecera me miró y me dijo con total seriedad:
    “Con la cantidad de horas que duermes, creo que debo decirte la verdad: eres un gato”.
    No fue una broma para morirse de risa, pero me hizo gracia lo seria que fue al decirlo. © rarestereocats / Reddit
  • Me estaban haciendo un examen pélvico en el consultorio de la ginecóloga. Estaba con los pies en los estribos, todo iba según lo esperado… De repente, la puerta se abre de golpe. Entré en pánico, la doctora quedó en shock… porque en la puerta estaba un repartidor de pizza. Al parecer, las enfermeras habían pedido pizza y le habían indicado que la llevara a la sala de descanso, pero se equivocó de puerta. Uno pensaría que en un consultorio ginecológico, al menos tocarían antes de entrar, ¿no? Pues no. Por suerte, no alcanzó a ver nada y, para ser honesta, creo que él estaba más avergonzado que yo. © betti_cola / Reddit

Y aquí tienes algunas historias en el médico que parecen sacadas de una comedia de televisión.

Imagen de portada betti_cola / Reddit

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