15 Personas que no pueden bajar la guardia ni un momento cuando tratan con sus vecinos

Historias
hace 1 año

Cuando compras un departamento o lo alquilas, debes estar preparado para la posibilidad de que entre tus vecinos haya alguien que sea, por decirlo suavemente, extraño. Justo sobre este tipo de personalidades extrañas hablaron nuestros lectores.

  • Un vecino se metía en nuestra piscina para nadar. Luego vio que nuestros perros, que viven en la casa y duermen en los sofás, estaban nadando en la piscina. Entonces, indignado, vino a decirnos que por qué dejábamos nadar a los perros. Le dio asco y ahora le pica todo el cuerpo. Pero desde entonces ya no viene a nadar. © Ekaterina Danilina / Facebook
  • Estaba plantando plantones y, de repente, el hijo de un vecino (4 años) entró corriendo en mi patio, seguido de su madre. El pequeño agarró una regadera y empezó a regar el camino... Me quedé estupefacta, les pregunté qué hacían aquí y la madre me dijo: “No tenemos tiempo para jardinería, y tú tienes un jardín tan bonito, nos gusta venir aquí y recoger flores”. Le dije que no quería verlos nunca más por aquí y que llamaría a la policía si volvían a venir, y ella me reprochó: “Tampoco es para tanto, ¿eh?”. © Olena Chambers / Facebook
  • Estaba cuidando las calabazas cuando vi a una mujer extraña en el huerto: intentaba recolectar higos. Se metió en el huerto sin preguntar, empezó a recolectar sin pedir siquiera permiso... La reprendí educadamente diciéndole que era demasiado pronto: los higos aún estaban verdes, pero la rama se podía romper fácilmente... Se fue sin más... © Tatiana Gulyaeva / Facebook
  • Teníamos un buen árbol de Navidad artificial, no se distinguía de uno natural. Lo regalamos junto con los juguetes de Navidad a nuestros vecinos, que tenían un nieto pequeño. Y luego, cuando esos vecinos se fueron a vivir a otro país, nos ofrecieron comprar ese árbol, lo elogiaron mucho. © Luisa Galiakbarova / Facebook
  • La vecina del piso de abajo se quejaba constantemente de que hacíamos ruido y la molestábamos. Varias veces llamó a la policía. Venían y se aseguraban de que todo estaba tranquilo, nadie hacía ruido y, en la mayoría de los casos, ni siquiera estábamos en casa. Al final, todos dejaron de responder a sus quejas. © Elena Akodus / Facebook
  • En una casa vecina pusieron una cámara de videovigilancia y vieron que una de las residentes estaba poniendo cucarachas en las ventanas de sus vecinos. Por cierto, es profesora. © Phosphorito Lumenoso / Facebook
  • Nuestros vecinos ¡de arriba! se quejaron de nosotros al Departamento de Vivienda y Servicios Públicos porque les inundábamos. Dijeron que nos duchábamos con demasiada frecuencia y durante demasiado tiempo, por lo que el vapor de nuestro cuarto de baño subía hasta ellos y estropea el parqué de su departamento. © Lyudmila Geraskina-Aslanyan / Facebook
  • Tengo una vecina que me exige que tale todos los árboles de mi territorio. Ella, por su parte, puso una escalera en la valla y cortó todas las ramas pequeñas que pudo alcanzar.
    Los vecinos del otro lado estaban reconstruyendo su casa. Así que ella entró en su patio e hizo una inspección de qué y cómo construían. Los vecinos me preguntaron por su salud mental. Les dije que sí, que era muy rara. © Inna Barozzi / Facebook
  • Mis vecinos desenterraron de mi jardín y plantaron en el suyo fresas, tulipanes y variedades raras de lirios y peonías. Para ser sincera, pensaba que eran otros vecinos, pero llegó la primavera siguiente y lo vi todo en su parcela. Nunca habría pensado en ellos, parecían decentes y para nada pobres, pero el hecho es que esta gente son ladrones. © Eva Klein / Facebook
  • En un bloque nuevo, mi departamento solía estar vacío (una vez a la semana veníamos para pasar un par de días). Dejé las llaves a una vecina por si acaso, ya que vivimos en otra ciudad. Cada vez que llegaba, notaba que algunas pequeñas cosas estaban fuera de lugar. Al preguntarle a mi vecina si había entrado, me contestaba: “Ah, sí, a por vinagre/herramientas/alicates, etc.”. Un día llegué, la puerta del balcón estaba abierta de par en par en pleno invierno. Le dije suavemente, bromeando: “¿A quién has traído de excursión?”. Casi me contestó a gritos: “Le enseñé a una amiga tu remodelación, no fue ninguna excursión. ¿No puedo o qué?”. A mi petición de que al menos me avisara de que entraba en mi departamento, me tiró las llaves a la cara y no me habló durante seis meses. © Lyuboff Felicidad / Facebook
  • Los nuevos vecinos se enteraron de que yo tenía un gato: lo vieron en mi balcón. Un gato completamente doméstico, por cierto. Pero nuestra primera comunicación con estas amables personas empezó con la amenaza de la madre de la familia de hacer algo con mi gato, si lo veía cerca de su hijo que tenía alergia. Aseguré a la señora que era poco probable que los invitara a visitar mi departamento y me fui. Pero la señora se acordó del gato y su siguiente “visita” estuvo relacionada con un charco apestoso en el elevador. Por alguna razón relacionó directamente su aparición con mi gato. Le dije que si me enseñaba un gato capaz de orinar un metro de altura y otro tanto de diámetro, trapearía gratis todos los pisos del bloque durante un año. No volvió a dirigirme la palabra. © Sasha Sanya / Facebook
  • Entre mis los 4 y 30 años viví en un edificio de cinco plantas en el último piso. Debajo vivía una mujer maravillosa llamada Shaltinene. Durante todo este tiempo ocurrieron varias cosas: “su gato salta ruidosamente de la mesa”, “ustedes respiran muy fuerte”, “¿por qué ustedes tienen gente de visita?”, “su música es muy fuerte (a las 2 de la mañana estábamos durmiendo, cuando esta mujer histéricamente llamó al timbre)”, “sus tacones hacen ruido en las escaleras”, “su cuarto de baño me inunda”.
    Lo del cuarto de baño fue toda una historia: no teníamos fugas por ningún lado, pero ella roció el techo con un ambientador en spray, y se condensó en gotas. Pensó que la estábamos inundando. Cuando fui a comprobar su techo, estaba ya seco, se subió al váter y preguntó retóricamente: “¿Cómo es posible? Me estaba goteando encima, ¿no? ¿Adónde ha ido?”. En honor a Shaltinene, nos llamó al día siguiente, se disculpó por la falsa alarma y me contó lo del ambientador. A mí no se me habría ocurrido una explicación de este tipo. © Victoria Belikova / Facebook
  • Con mis vecinos me han pasado muchas cosas. Por ejemplo, una vecina, que vivía en el piso de arriba, bajó y se puso al lado de la puerta por la que los obreros estaban metiendo masilla y cemento en mi departamento. Me dijo:
    — Veo que están haciendo una remodelación, ustedes deben ser ricos.
    — Perdone, no parece que hagamos ruido, ¿le molestamos de alguna manera?
    — No, no me molestan, pero están remodelando el departamento, ¿y qué gano yo por tener que aguantar a la gente yendo y viniendo? Buch Ok / Facebook
  • Mi vecina de abajo se quejaba de que no parábamos de hacer remodelaciones. Llamó a la puerta, pero mi padre no le dejó entrar. Así que se quejó de nosotros al policía del barrio diciendo que montábamos armarios y los vendíamos. Este nos llamó y nos dijo que paráramos, y luego vino y lo comprobó. Por supuesto, no hacíamos ninguna remodelación, ni tampoco montábamos armarios. Nos aconsejaron que presentáramos una denuncia por difamación contra ella. Y solo después de eso, por fin se calmó. © Just A Little Crazy / ADME
  • Compramos un juego de muebles. Los íbamos sacando del coche y colocando al lado del elevador. De repente, vi a un vecino mayor del bloque meter nuestro espejo en el elevador. Al verme, se puso nervioso y pulsó frenéticamente varias veces el botón de su piso para que las puertas se cerraran más rápido. Le dije que el espejo era mío y que lo dejará allí. Pero me contestó que era suyo y que bajó con él, pero se le había olvidado apagar la cocina, por lo que decidió volver. Y que yo era una sinvergüenza por no respetar a los mayores. Se acercó mi esposo y... ¡enseguida resultó que ese vecino solo quería ayudarnos a cargar el espejo en el elevador! © Alla Avgustinovich / Facebook

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