15 Profesores que dejaron una profunda huella en sus alumnos sin siquiera darse cuenta

Historias
hace 3 meses

La escuela y la universidad ocupan una parte considerable de nuestras vidas. Este periodo está lleno de eventos memorables. Usuarios de internet han compartido historias sobre profesores y maestros, cuyas enseñanzas y acciones dejaron una marca imborrable.

  • Teníamos una profesora de economía, una mujer pequeña y frágil a simple vista. Pero eso era solo apariencia. Una vez, mientras tomábamos un examen, decidió revisar su bolso. De allí sacó: un neceser, cuadernos, una agenda del tamaño de una enciclopedia, un montón de bolígrafos, algunos paquetes y bolsas, caramelos, y lo que más nos sorprendió: una máquina para sellar frascos. La profesora no se inmutó y, sonriendo, dijo que llevaba medio año olvidándose de sacarla.
  • Universidad, víspera del examen. Estábamos con la profesora más estricta que recuerdo. Después de que estornudara, todos en el grupo le deseamos salud en coro, más que en su propio cumpleaños. Se rió, entendió la situación y no reprobó a nadie; todos aprobamos.
  • Cuando estudiaba periodismo, teníamos un profesor muy sabio. Era un hombre mayor, muy amable e inteligente, llamado Antonio. Nunca olvidaré su lección sobre conferencias de prensa. Lo explicó de manera tan clara y efectiva que adoptamos una de sus frases en nuestra vida diaria: “Una conferencia de prensa es el arte de responder preguntas que no te hicieron para no responder las que sí te hicieron”. Aunque no tengo conferencias de prensa diarias, aprendí a esquivar las preguntas de mi esposa.
  • En la universidad tenía una profesora de análisis matemático, una joven de 25 años. Para ella, era importante el proceso de solución, no tanto la exactitud. Decía que lo importante era que los estudiantes comprendieran la esencia, para los cálculos exactos existen las calculadoras y computadoras.
    Diez años después de graduarme, nos encontramos por casualidad y fuimos a tomar un café. Me confesó su método de enseñanza: simplemente le daba pereza revisar todo meticulosamente.
  • Mi profesor de matemáticas tenía el talento de convertir cualquier clase en un espectáculo de comedia. Cada ecuación iba acompañada de diferentes chistes. © Rheaettaw4 / Reddit
  • Examen de matemáticas avanzadas. Éramos dos grupos, unas 40 personas. Nos turnamos para pasar, y yo quedé en el último grupo de cinco. La profesora nos interrogó durante cinco horas. Todos salían del aula desanimados y con caras de haber sido torturados. Aprobar parecía casi imposible. Ya estaba oscureciendo cuando entramos. Pensé que no íbamos a pasar, ya que la profesora estaba cansada y preferiría irse a casa. Pero, tras mirar por la ventana, se sentó y dijo: “¿Han esperado cinco horas y no se han ido? Por su perseverancia, los voy a aprobar con 6. Quien no esté conforme, puede intentar sacar un 10”.
  • En la universidad teníamos una compañera increíblemente despistada. En la sesión de exámenes, todos habían aprobado, excepto ella. Estuvo con el profesor durante hora y media; él le hacía preguntas una tras otra. Nuestra universidad es muy indulgente, todos aprueban aunque no hayan estudiado. Finalmente, ella salió corriendo y gritando de alegría: “¡Aprobé!”. Un minuto después, el profesor salió exhausto y dijo: “No aprobaste tú, me rendí yo”.
  • En la universidad había una profesora que despreciaba y prohibía cualquier intento de copiar. En la entrada del aula de examen, ella esperaba con un bastoncillo de algodón que usaba para tocar las orejas de los estudiantes, asegurándose de que no llevaban auriculares ocultos. Solo tenía un bastoncillo para todos, y aquellos que se resistían eran considerados infractores y se iban reprobados.
  • En el segundo año de universidad comenzamos un curso de psicología. El profesor era un tipo extravagante. En la primera clase nos dio un consejo en tono de broma: siempre lleven una carpeta de documentos, mantengan su escritorio lleno de papeles y llévenlos incluso al comedor. Así, su jefe pensará que son trabajadores valiosos, aunque no hagan nada. Un mes después, lo nombraron decano, y yo aún recuerdo su consejo.
  • En la universidad había una profesora peculiar, siempre llegaba con té y arrojaba la bolsa por la ventana. Tiraba lo que quedaba del té por la ventana también. Hablaba de cualquier cosa menos de su materia. Lo más extraño fue un día de lluvia. Entró al aula, se descalzó, se quitó los calcetines y los puso a secar en el radiador diciendo: “¡Qué clima tenemos!”
  • En la escuela secundaria, mi profesora de arte siempre encontraba tiempo para sentarse y hablar conmigo sobre cualquier cosa. Nunca me juzgaba, solo escuchaba y me daba consejos. Siempre me recordaba que creía en mí, que soy una buena persona con un corazón amable, y que lograría todo lo que me propusiera. © CapG_13 / Reddit
  • Mi profesor de química en séptimo grado era simplemente genial. No solo nos mantenía interesados en las clases, también era un mago retirado. Según sus relatos, tenía el récord de liberarse de una camisa de fuerza. También organizó un club increíble en la escuela y nos llevó a ver el espectáculo de un famoso ilusionista. © Unknown author / Reddit
  • En la universidad, teníamos un examen muy importante con la profesora más estricta. No había posibilidad de repetirlo. Me enfermé, tenía tos, fiebre, pero asistí al examen. Me sentí peor durante el examen. A los 20 minutos, la profesora se acercó y me sugirió irme a casa. Rechacé, entonces sacó unas pastillas de su bolso y dijo: “Tal vez esto te ayude”. Amo esos momentos en los que la opinión sobre alguien mejora.
  • Tenía un profesor que siempre llevaba un palo de hockey viejo, y cada vez que alguien se distraía, golpeaba la pizarra o la mesa con fuerza para asustar a los alumnos distraídos. © herecauseofboredom / Reddit
  • En nuestra escuela, a los profesores les gustaba atrapar a los estudiantes distraídos y decirles: “Levántate. Repite lo que acabo de decir”. En la universidad, eso no funcionaba. Mi amigo Joaquín estudiaba derecho y además trabajaba en una consultoría legal. Tenía que estudiar algunos temas adelantados, y en el trabajo lo ayudaban con eso. Una vez, durante una clase, Joaquín estaba aburrido, casi dormido. De repente, el profesor lo hizo levantarse y repetir lo que había dicho. Joaquín se levantó, repitió lo que el profesor dijo y luego continuó explicando el tema. El profesor escuchó durante cinco minutos y luego le dijo que estaba libre. Ese mismo día le puso la nota aprobatoria automáticamente, tres meses antes del examen.

Los recuerdos de los tiempos de estudio son agradables para muchos y casi siempre evocan una sensación de calidez interior. Es uno de los periodos sin preocupaciones, cuando aún queda mucho por descubrir y explorar.

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