A menudo nos encontramos con compañeros de viaje memorables: amantes de la música, charlatanes y aficionados a las salchichas malolientes. Así que los metros, autobuses y trenes son una fuente inagotable de anécdotas.
Algunos usuarios dieron a conocer historias descabelladas sobre sus insólitos compañeros de transporte, y Genial.guru quiere compartirlas contigo.
- Estábamos viajando en un tren. Una madre, al parecer, se sintió con el derecho a exigir lo que sea a la gente a su alrededor, y le reclamó al controlador que le cambiara el pañal a su bebé. Le entregó el bebé y le dijo: “Cámbielo”. El controlador no se inmutó, se rio con otra pasajera que tenía un bebé (ella aceptó seguirle el juego) y le llevó a la engreída madre el bebé de otra persona: “Ahí tiene, señora. Lo cambié”. © KeraTamara / Pikabu
- Hace unos 20 años, mi madre estaba en un tren bala lleno de gente. De repente, una mujer empezó a tener contracciones. Bueno, dio a luz en el tren. © Nidhi Pandurangi / Quora
- Suelo dormir bien en los trenes. Pero esta vez no. Viajé con una mujer que llevaba un gato. Por alguna razón, a la noche la señora decidió que el gato tenía que salir a pasear. Durante toda la noche escuchaba fuertes susurros: “Mishi, mishi, mishi”. Por la mañana, todo el vagón odiaba a la mujer.
- Una vez estaba viajando hacia otra ciudad en un autobús. Una bonita chica se sentó a mi lado, un verdadero encanto. Pensé que charlaríamos, pero ya era de noche y ella inmediatamente se durmió. Más cerca del amanecer, encontré su cabeza apoyada en mi hombro. Miré, sonreí, pero después de un par de minutos, la joven comenzó a roncar, y babeaba justo en mi hombro. Mmm, sí, es bueno que no nos veamos a nosotros mismos mientras dormimos. © Oídoporahí / VK
- Un día, en el metro, un tipo hablaba muy alto por teléfono. O bien destrozaba a su subordinado en el trabajo o bien hablaba de sus “victorias” en el terreno personal. Lo único que estaba claro para todos los que lo rodeaban era que no había nadie al otro lado del teléfono. © Irwin Klien / Quora
- Tren, 6 de la mañana, la gente sigue tratando de dormir. De repente oigo un fuerte “bum-bum-bum”. Abro los ojos: todos miran al “músico” y guardan silencio. Yo fui la única que lo reprendió, y no me avergüenzo. El tipo, en respuesta, se sacó los auriculares y preguntó sorprendido: “¿Qué? ¡¿Acaso se escucha?!”. Resultó que no había metido bien la clavija de los auriculares dentro del teléfono.
- Tenía seis años. Debía cruzar toda la ciudad en autobús para llegar a mis clases de danza. Ya en el autobús, no encontré mi dinero para el pasaje y me eché a llorar. Toda la gente me tranquilizó, y los pasajeros se pusieron a discutir sobre quién iba a pagar por mí. Luego llegué a la clase y encontré mi dinero en mi bolsillo secreto. Nunca olvidaré la amabilidad de todas esas personas. © Oido por ahí / VK
- Una vez, en hora pico en el metro, una joven llevaba un halcón o un aguilucho en el brazo, no sé, no soy ornitólogo. Pero pude ver que era un ave de rapiña, con poderosas patas y un pico impresionante. Movía la cabeza inquisitivamente. La gente se alejó enérgicamente y en silencio. © Irina / AdMe
- He visto todo tipo de cosas en mis 30 años en el metro, pero nunca olvidaré a un tipo. Llevaba un traje y unas buenas botas, pero estaba cubierto hasta la cintura por una caja de cartón que llevaba encima. Se había hecho un hueco a la altura de los ojos y miraba a su alrededor. © David Presas / Quora
- Una amiga viajaba en el tren con tres trabajadores. Intentó infructuosamente dormir, pero el primer hombre empezó a comer ruidosamente y a esparcir el olor a salchicha. A continuación, el segundo hombre se le unió, y luego el tercero se sentó a la mesa. Cuando el tercer hombre terminó su comida, se le abrió el apetito al primero y el círculo comenzó de nuevo.
- Me meto en el metro. Es la hora pico. Hay dos tipos corpulentos sentados en un asiento para tres, y no hay forma de que yo quepa entre ellos. Pensé “está bien, me quedaré de pie”. Al parecer, todo el mundo pensaba lo mismo. Pero entonces un hombre muy delgado se sentó entre ellos y comenzó a empujarlos lentamente en diferentes direcciones. Tocó el respaldo del asiento y sonrió felizmente: “¡Ahora sí!”. © Oídoporahí / VK
- Estaba en el metro y tenía una jaqueca inaguantable. Había un hombre de aspecto desaliñado de pie cerca. Se acercó, me puso la mano en la cabeza durante unos segundos y se fue. No lo entendí, me asusté un poco, pero unos cinco minutos después me di cuenta de que el dolor había desaparecido. Y yo no creo en esas cosas. © Oídoporahí / VK
- Estaba en el autobús y vi cómo un joven que estaba sentado a mi lado sacaba un precioso anillo de compromiso de la caja, lo miraba y lo volvía a poner varias veces. Estaba tan feliz y sonriente que me hizo sentir bien. Probablemente estaba en camino a proponerle matrimonio. © Oídoporahí / VK
- Una vez vi a un tipo que aparentemente acababa de comprar un colchón nuevo y se lo llevaba a casa. En el metro. Durante la hora pico. © Andrew Karam / Quora
- Nunca voy a olvidar a esa abuela. Primero me pidió que llamara a su hija para decirle que había subido al tren y que todo estaba bien. Y cada cinco minutos tenía más y más peticiones. El chico de al lado se reía. Así que me puse los auriculares y ya está, no estoy. Entonces el chico sacó su portátil. La abuela vio eso y le pidió: “Pon mi programa favorito, por favor. ¿Qué tan difícil puede ser?”. Ahora era mi turno de reírme. © demoran / Pikabu
- Un tipo vestido con un traje naranja fuerte entró en un vagón del metro. Vi que todo el mundo se ponía a sacarle fotos. No sabía si dar crédito a mis ojos: tenía una rata pintada de color rosa intenso en el hombro, y en su regazo había una segunda, de color azul. Y el chico dejaba que todo el mundo acariciara a sus mascotas. © Brit MacNiallais / Quora
¿Tuviste algunas situaciones insólitas al viajar en un transporte público? ¡Cuéntanos en los comentarios!