16 Historias de extraños que llegaron en el momento justo para salvar un día (o incluso la vida)

Historias
hace 5 horas
16 Historias de extraños que llegaron en el momento justo para salvar un día (o incluso la vida)

A veces, la vida nos sorprende con personas que aparecen en el momento menos esperado, dispuestas a tender una mano. En estas historias, la ayuda llegó en el momento exacto, y dejó una cálida sensación de que nuestro mundo no es tan cruel.

  • Recientemente, nuestra familia abrió una cafetería. Vivimos en un pueblo pequeño y muy unido, por lo que todos los vecinos asistieron a la inauguración. Sin embargo, a mitad del día, la cafetera dejó de funcionar: comenzó a humear, y luego se apagó. ¡Justo el primer día, con la cantidad de clientes que teníamos! Estábamos desesperados, ya que el equipo era nuevo, y nadie sabía cómo repararlo. En ese momento, sonaron las campanillas de la puerta, anunciando la llegada de un nuevo cliente. Se trataba de un hombre que, evidentemente, solo iba de paso por el pueblo. Por una afortunada coincidencia, él sabía cómo arreglar nuestra máquina. En agradecimiento, le ofrecimos una taza de café, y un poco de nuestra repostería. Otros vecinos también le obsequiaron algunos detalles, como muestra de gratitud por su ayuda. Tres meses después, lo vimos mudarse a una casa cercana. Más adelante, este hombre nos contó que había decidido establecerse aquí, porque le sorprendió lo unidos que eran todos, y quiso formar parte de este lugar. © Habitación N.º 6 / VK
  • Estaba sentada, algo triste, en una banca del parque. Pasó un hombre con su perro, y el animal se acercó a mí, muy cariñoso. Me asusté un poco, porque era de gran tamaño y tenía una mirada seria, pero el hombre me dijo que podía acariciarlo, que al perro le gustaban los desconocidos. Sonreí, incluso olvidé por un momento mis problemas y le acaricié una oreja. En ese instante, comprendí que necesitaba un cambio en mi vida y que estaba cansada de la soledad. Fui y adopté un cachorro del refugio. Ahora ya no estaré sola, sino acompañada de un maravilloso amigo de cuatro patas. © Habitación N.° 6 / VK
  • Era una mañana fría y oscura. Iba camino al trabajo. De pronto, una bolsa volaba por el suelo hacia mí. No quise apartarme; pensé que simplemente la esquivaría y seguiría caminando. Levanté el pie, me enredé con el tacón en la bolsa, resbalé en el hielo y caí. Me rompí las medias y, con ellas, también me lastimé la rodilla. Agradezco al joven que me ayudó a levantarme y me acompañó hasta la farmacia. Mi héroe. © Overheard / Ideer

  • Mi mamá se dedica a organizar distintos tipos de eventos. Durante un ensayo con niños de preescolar, había un niño que se veía triste: cantaba sin ganas y miraba al suelo. Al notar esto, ella le preguntó por qué estaba desanimado. Él le confesó que tenía un mal día. Entonces, mi mamá le tomó la mano y, con el dedo, dibujó un sol en su palma, mientras le decía: “Tiene muchos rayitos, te da calor y te hace sentir alegre”. El niño se animó de inmediato, comenzó a cantar fuerte y a mover las manos con entusiasmo. Días después, la maestra le contó a mi mamá que, justo antes de una presentación, el niño se apartó un momento, dibujó algo en su palma y murmuró en voz baja. © Overheard / VK
  • Fue un día complicado: pagué muchas cuentas, aboné la matrícula y, en la tarjeta, apenas me quedó saldo. Se me antojaba algo dulce, así que entré al negocio más cercano. La cajera me preguntó: “¿Te gustaría un café?”. Miré con tristeza la máquina y le respondí que, con gusto, pero que no tenía dinero. Entonces, con una sonrisa, me lo ofreció gratis. Resulta que existe algo llamado caffè sospeso, que literalmente significa en italiano “café pendiente”: alguien paga dos cafés, pero solo consume uno, y el otro queda para quien lo necesite. Recibí el vaso entre desconfianza, vergüenza y una enorme gratitud, pensando en volver al día siguiente para dejar yo también uno pendiente para alguien más. Es reconfortante y esperanzador saber que hay personas que hacen el bien, aunque sea con una simple taza de café. © Alejata / Pikabu
  • Estaba pasando un mal momento. Vivía en un hotel, tenía trabajo, pero el dinero no me alcanzaba para llegar a fin de mes. Un amigo me invitó a almorzar. Me dijo que no podía ayudarme mucho, porque él también tenía muy poco, y a mí me faltaban unos 300 dólares. Conversábamos sobre algo, pero ya no lo recuerdo bien. De pronto, el chico de la mesa de al lado se alistó para irse, me miró y dijo: “No te vayas, ahora vuelvo”. Su novia se quedó esperándolo. Un par de minutos después, regresó y simplemente me entregó esos 300 dólares.
    Le pedí su contacto, quería devolvérselos, pero él me dijo: “No hace falta. Solo resiste y evita acabar en la calle”. Hoy tengo un buen trabajo y un departamento cómodo, pero siempre voy a recordar su bondad. Intento ayudar a otros, en la medida en que puedo, como una forma de devolver aquella ayuda. © Limp_Distribution / Reddit
  • Hace un par de años, abrí mi propia empresa, pero necesitaba inversión. Decidí pedir ayuda a un empresario muy conocido en nuestra ciudad. Me desanimaron, decían que ni siquiera me escucharía, pero aun así decidí arriesgarme. Con mucho esfuerzo logré concertar una cita. Nos reunimos en un buen lugar y le conté mis planes. Él me escuchó con amabilidad, escribió un cheque por una suma considerable, que podía devolver cuando quisiera y sin intereses. Me sorprendí tanto que casi lloro, pero él me explicó que, en su momento, un hombre influyente también creyó en él, aun cuando los demás no lo hacían. Hoy, mi negocio va bastante bien, y uno de mis clientes es, justamente, ese empresario. Al final, aún quedan personas buenas en este mundo. © Not everyone will understand / VK
  • En el aeropuerto, me invadían los nervios: era mi primer vuelo internacional solo. En el control, comencé a revisar los bolsillos: pasaporte, billetera, teléfono. De pronto, me di cuenta de que el teléfono se había quedado en el auto en el que llegué. Entré en pánico, me temblaban las manos; sin teléfono, no tenía forma de contactar a nadie.
    En la fila había dos mujeres muy amables, y una de ellas me permitió usar su teléfono para llamar al conductor. Parecía casi imposible, pero él devolvió la llamada y regresó al aeropuerto para entregarme el teléfono. Tuve que salir nuevamente y pasar el control de seguridad otra vez, pero alcancé el vuelo literalmente en los últimos segundos. Y hasta el día de hoy, sigo recordando la amabilidad de aquellas mujeres. © thisisrat / Reddit
  • Una vez me caí de la bicicleta. No me hice daño, pero la cadena se salió. De pronto, una ciclista que pasaba por ahí se detuvo y, con tres movimientos rápidos, volvió a colocarla en su sitio. Todo ocurrió tan rápido que ni siquiera alcancé a entender qué había hecho. Quise, al menos, darle dinero para un café, pero ya se había ido. © schwarzmalerin / Reddit
  • De niño vivíamos con lo justo, y solíamos ir con frecuencia a tiendas de segunda mano. Allí, por un dólar, se podían comprar hasta diez libros, así que solía sentarme frente al estante, ordenarlos y elegir cuáles quería llevarme.
    Un día, una mujer mayor me vio. Me preguntó si me gustaba leer. Le mostré algunos libros que me habían gustado. Ella sonrió, sacó un dólar de su bolso, me lo ofreció y dijo: “Prométeme que vas a leer”. Sonrió de nuevo y se fue. Gracias a eso, pude escoger otros diez libros.
    Para ella fue un pequeño gesto de bondad, pero para mí fue un enorme impulso a mi amor por la lectura. Han pasado más de veinte años, y todavía pienso en ella cada vez que compro un libro nuevo. © -eDgAR- / Reddit
  • Durante el embarazo trabajaba en una librería. Un día, estaba en la caja, muy cansada; se notaba que lo único que quería era irme a casa. Entonces se acercó un hombre mayor y dijo que quería comprar uno de los chocolates que teníamos junto a la caja. Me pidió que le recomendara uno según el sabor. Le sugerí el de chocolate oscuro con relleno de frambuesa. Lo tomó y, luego, me lo extendió diciendo: “Es para ti, parece que lo necesitas”. Intenté rechazarlo con cortesía, pero se fue rápidamente. A menudo recuerdo ese momento. © RagingAardvark / Reddit
  • Mi viejo coche se averió bajo la lluvia. Lo empujé hasta la orilla de la carretera y no tenía idea de qué hacer: tenía dieciocho años, casi no tenía dinero, no sabía nada sobre mecánica y no podía pagarle a nadie. A los pocos segundos, un chico se detuvo, me preguntó qué había pasado y me pidió que abriera el cofre. Durante unos diez minutos me explicó lo básico sobre el auto, hizo algunos ajustes y, al cabo de un par de minutos, volvió a encender. Me dio una tarjeta y me dijo: “Si necesitas ayuda, ven. El consejo es gratis”. Resultó ser dueño de un taller mecánico y, por casualidad, pasaba por ahí. © autorotater / Reddit
  • Mi hija dejó su teléfono en el parque y se angustió mucho. Tres días después, me llamaron. Me reuní con el hombre que lo había encontrado. Quise agradecerle con dinero, pero se negó. Abrimos la tapa trasera del teléfono y tenía otra batería; todo estaba seco y limpio, a pesar de que había estado bajo la lluvia durante varias horas. Parece que él lo reparó. Si todavía hay personas así en el mundo, entonces no todo está perdido. © Mamdarinka / VK
  • Un día, me sentía completamente abrumado por los estudios y por la vida en general. Entré a una tienda de camino a casa y tomé un chocolate, solo para intentar animarme un poco. El chico de la caja probablemente notó que me veía muy mal, y simplemente me lo dio gratis. Un pequeño gesto de bondad, y estuve a punto de llorar ahí mismo, en la tienda. De pronto, el día se sintió un poco menos pesado. © angry__donkeys / Reddit
  • Compré un departamento a los 27 años, a una persona que nunca había conocido. Había muchas ofertas en el mercado por un precio superior al mío. Me enamoré de esa zona y ya había intentado comprar ahí dos veces, sin éxito. Por eso decidí escribirle una carta al vendedor: le conté mi historia, cómo me esforcé por reunir el dinero para comprar mi primer departamento, formar un hogar y comenzar mi vida.
    Al final, me lo vendió. Resulta que él también había comprado ese departamento a los 27 años, en una situación similar, y mi carta lo conmovió. Podía haber ganado mucho más, pero decidió darme la oportunidad que alguna vez tuvo él. Le estoy eternamente agradecido. © HorseMeatSandwich / Reddit
  • Hace poco compré un abrigo, y por dentro tenía cosido uno de esos sensores antirrobo. Salí de la tienda, había muchísima gente alrededor y, de pronto, ¡comenzó a sonar! Estaba muy nerviosa, y el guardia seguía revisándome una y otra vez, mientras yo, roja de la vergüenza, casi lloraba. Entonces, se acercó su compañero, me giró con firmeza hacia él y le dijo al otro: “Déjala en paz”. Mientras tanto, me desabrochó el abrigo, sacó unas tijeras y, como un héroe, cortó el sensor. © Overheard / Ideer

Esperamos que estas historias te conmuevan y dejen en ti la sensación de que el mundo aún está lleno de milagros inesperados. Y, si te quedaste con ganas de leer más, te recomendamos esta otra recopilación.

Imagen de portada Overheard / Ideer

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