16 Historias de lectores de Genial que parecían aterradoras, pero al final nos hicieron reír a carcajadas

Historias
hace 1 año

Tal vez ya hayas escuchado o leído en algún lugar historias de niños y personas que pasaron por experiencias un poco “aterradoras”. Puede que hasta hayas vivido alguna. Y no eres el único. Sin embargo, en la mayoría de los casos, estos relatos tienen una explicación razonable, la cual llega a ser cómica para todos los implicados.

Por eso, en Genial.guru seleccionamos algunas historias que parecían sacadas de una película de terror, pero resultaron ser una verdadera comedia.

  • Cuando mi hijo empezó a caminar, me dijo que había unos hombrecitos debajo de la cama de huéspedes. Me quedé aterrada y le dije que allí no había nada. Tomó mi mano y me mostró a los sujetos. Se trataba de la colección de muñequitos de héroes de mi esposo, la cual estaba guardada en una caja debajo de la cama. © Renata Canto De Oliveira Orleans / Facebook
  • Mi hijo de 3 años estaba hablando muy bajito con sus juguetes, como si estuviera susurrando. Entonces, le pregunté: “¿Qué estás haciendo? ¿Por qué estás hablando tan bajo?”. Él me contestó que estaba jugando con Sebastián. Dije bien alto: “¡Aaaah! Ya te puedes ir a casa, Sebastián. Si uno solo da trabajo, ¡imagínate dos!”. El tal Sebastián nunca volvió a aparecer. © Liliane Gandin / Facebook
  • Le regalamos una muñeca a mi hija y ella la dejó en nuestra cama. A la noche, despertamos con una música tenebrosa, y mi marido, que es muy valiente, saltó a mi regazo desesperado, hasta que descubrimos que era la muñeca que estaba cantando. © Fernanda Luara / Facebook
  • Cuando mi hija tenía 3 años, despertó enojada diciendo: “¡No te metas conmigo, porque mi esposo es abogado!”. Al día siguiente, le pregunté qué era un abogado, y ella no tenía ni idea. Hasta hoy, no sé de dónde sacó eso. © Andreia Cristina / Facebook
  • Una noche, estaba acostada, casi adormecida, cuando sentí algo muy suave y delicado enredándose en mi cabello. Con el corazón latiendo a mil, tomé coraje para tocar mi cabeza y palpé una cosa caliente y peluda. Cobré valor, me senté y encendí la luz. Era un gatito tratando de subirse a mi almohada. Mientras me preguntaba cómo había entrado, lo llevé a la cocina, donde la ventana encima del fregadero estaba abierta. La cerré, abrí la puerta y dejé al animalito (que no era mío) afuera. Y volví a dormir, ya con el corazón calmado. © Rosenir Leão / Facebook
  • Una vez, estaba ordenando los recipientes de la cocina, pero cuando los coloqué en un rincón del armario, uno de ellos se movió hacia un costado. Creí que podía haber otro contenedor pequeño allí, entonces lo puse en otro lugar. De todas formas, el frasco volvió a moverse y, esta vez, me asusté. A la tercera, decidí sacar el recipiente. Fue entonces cuando descubrí un cabello mío atrapado en el contenedor, y por eso se movía cuando yo me movía. © Patty Léo / Facebook
  • En la época en que mi hijo tenía 2 años, le costaba mucho dormir. Una noche, como su habitación estaba muy oscura, lo dejé quedarse en mi cama. Él comenzó a hablar y de repente indagó: “Mami, ¿sabías que yo tenía ojos azules? Si los miras ahora, verás que todavía son un poco azules”. Inmediatamente le pedí que cerrara bien los ojos para que el sueño llegara. Los míos ya estaban cerrados con fuerza, pues me dio miedo ver los suyos y que realmente estuvieran de ese color 😂. © Sylvia Faillace / Facebook
  • Mi hija siempre hablaba de Leo. Una vez incluso fui a sentarme a la mesa y me dijo: “¡Papi, vas a aplastar a Leo!”. Como siempre, lo cargaba, hasta cuando íbamos al mercado al que ella adoraba ir. Empecé a decirle: “Hija, no da para que tres personas vayan a la tienda en la motocicleta. Mejor quédate aquí con Leo”. De a poco, Leo comenzó a desaparecer. © Moisés Sanches Marques / Facebook
  • Mi nieto tenía un amigo imaginario llamado Bill. No sé de dónde sacó ese nombre, pues él solo tenía 2 años. Cuando menos lo esperábamos, exclamaba: “¡Mira, allí está Bill!”. Ahora tiene 21 años y dice que era un pato© Lilia Charotta / Facebook
  • Un día, mi compañero decidió poner la alarma del celular para que lo despertara a las 5 de la mañana. Detalle: el sonido de esta era el gruñido de un animal salvaje. Cuando sonó en el horario establecido, él pasó algunos segundos atemorizado y casi ensució sus pantalones hasta descubrir lo que era. © Marcilia Mendonça / Facebook
  • Mi hija tenía 5 años cuando me embaracé de mi segundo bebé. Entonces, me dijo: “Es un niño y se llama Pedro”. El día del ultrasonido se confirmó que era un varón, y ella exclamó: “¡Eso ya lo sabía! Debe llamarse Pedro, ¡si no, no te va a obedecer!”. Resultado: Guillermo se convirtió en Pedro Guillermo. © Valéria Borges / Facebook
  • Una noche, fui sola al mercado y dejé mi carro negro enfrente. Rápidamente compré lo que quería y volví en dirección a mi auto. Abrí la puerta de atrás, acomodé las bolsas, abrí la puerta de adelante y había un adolescente en el asiento del pasajero con los pies en el panel. Me asusté y dije: “¿¿¿Hooolaaa???”. Él se me quedó mirando sin moverse. Sin darme cuenta, di un paso hacia atrás y me percaté de que ese no era mi carro. El mío estaba estacionado al lado, frente al supermercado. Salí corriendo y el dueño, viendo todo desde afuera, me gritó: “¡Oye! ¡Tus bolsas!”. © Bruna Carolina / Facebook
  • En la casa en la que crecí guardábamos los panes que sobraban en una bolsa que colgaba detrás de la puerta. Recuerdo que, cuando tenía diez años, estaba solo en casa; terminé de comer y fui a mirar televisión, dejando el pan encima de la mesa. Cuando volví a la cocina, ¡este ya estaba en la bolsa! Tardé muchos, pero MUCHOS años en entender que yo mismo había guardado el pan, solo que no me acordaba de haberlo hecho. © Andre Piucci / Facebook
  • Mi mamá falleció en 2000 (recuerden esta información). Entonces, un día llegué a casa y ella estaba sentada en el sofá, riendo por algo que estaban pasando en la tele. Pero no sucedió nada y no me asusté, pues todavía era 1985 y ella estaba bien viva en esa época. © Cesar Augusto Gonzaga / Facebook

  • Siempre veía sombras y escuchaba susurros en el cuarto contiguo al mío (ahora duermo allí. Esto sucedía mientras dormía en mi antigua habitación). En ese entonces, me había mudado de recámara; el barullo no me dejaba dormir y moría de miedo. Hasta que un día me armé de valor y grité: “¡Este es mi cuarto! ¿Cuál es el problema? ¡No invité a nadie! No me interesa si son buenos o no, simplemente ya no quiero escuchar nada más de ustedes. ¡Qué molestia!”. ¡Y funcionó! 😂 © Daiana Santos / Facebook
  • Cuando era pequeña, mi madre me llevó al velorio de una amiga suya. Me quedé quietita en un rincón esperándola y, en eso, una mujer vino en mi dirección y se puso a conversar conmigo. Me dijo que, cuando era niña, tenía miedo de los funerales, pero que ahora ya no sentía nada. Dijo esas palabras y se fue. Después de esto, mi madre me llamó para irnos y, cuando estábamos saliendo, miré hacia el cajón. La mujer que había hablado conmigo minutos antes era la misma que estaba allí, en el ataúd. Salí del lugar aterrada y jamás volví a ir a un velorio. Aquella escena nunca se borró de mi mente, hasta un año atrás, cuando descubrí que la mujer fallecida tenía una hermana gemela. © Daise Oliveira / Facebook

¿Cuál ha sido la experiencia más aterradora que has vivido? ¿Conoces alguna historia con un giro inesperado y cómico como las de los internautas de esta selección? ¡Cuéntanos! 😉

Imagen de portada Liliane Gandin / Facebook

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