16 Personas que pensarán tres veces antes de invitar a alguien la próxima vez

Historias
Hace 3 semanas

Tener invitados puede ser algo agradable, pero a veces se pasan de la raya. Mientras tú preparas tu mejor té y piensas en qué ofrecer, algunos aprovechan para husmear en tu ropa interior, romper puertas o vaciar el refrigerador. Después de una experiencia así, te cuestionas si la próxima vez no será mejor reunirse en un café o simplemente no verse.

  • Cuando éramos jóvenes, organizamos una fiesta en la que cada quien aportó lo que pudo, porque no teníamos dinero. Una amiga llevó un frasco de litro con una mezcla de tomates, ajo, pimientos y rábano picante. Terminada la fiesta, ella se llevó lo que quedaba de su mezcla, vaciando el tazón de vuelta en su frasco. Han pasado 30 años y seguimos recordándolo.
  • Un día vinieron unas compañeras de clase de mi hija. Se acomodaron en la casa y yo salí corriendo a una reunión de padres. Cuando regresé, casi me desmayo: las cortinas de la bañera y dos habitaciones estaban arrancadas, y mi esposo, acurrucado en una esquina. Le pregunté qué había pasado, y su respuesta me dejó sin palabras: “Estábamos jugando a las escondidas”.
  • Unos amigos nos visitaron con su bebé, quien se entretenía jugando con la manija de la puerta, abriéndola y cerrándola. Al final, terminó rompiendo la puerta. Afortunadamente, al día siguiente nos llegaba una nueva, pero nuestros amigos no mostraron remordimiento: “Es parte de su etapa”.
  • Recuerdo que, cuando tenía unos 9 años, una amiga vino a casa. Estábamos sentadas frente a una caja de chocolates que me había regalado mi tía. Mi amiga tomó todos los de mazapán (que tampoco me gustaban), y se llevó los demás a su casa. No lo podía creer. Fui a quejarme con mi familia, pero me dijeron que tenía que aprender a compartir.
  • Unos amigos de mi esposo vinieron a visitarnos, y uno de ellos trajo a una chica que no conocíamos. Todo parecía normal, pero noté que iba al baño con frecuencia. Fui a la cocina, abrí el armario de abajo y ¡oh sorpresa! Había dejado sus productos de higiene femenina usados apilados sobre mis productos de limpieza. Casi vomito. La llevé al lugar y le pregunté qué era eso. Me respondió sin pestañear: “Para que los hombres no los vean”. La obligué a limpiar todo, tirar la basura y se fue. Nunca más la volví a invitar.
  • Para mi cumpleaños, invité a algunos familiares, incluido mi primo con su familia. Teníamos bocadillos con salmón, pero mi primo se sentó frente a ellos y sacó todo el salmón con las manos. Lo único que quedó fue el pan con mantequilla y limón. Una amiga le preguntó: “¿Dónde está el salmón?”. Mi primo respondió, sin inmutarse: “Se fue nadando”. No lo volví a invitar.
  • Hace unos años, un amigo vino a visitarme por unos días. Le advertí que trabajaba por turnos y necesitaba descansar tras mis noches de trabajo. En lugar de quedarse tres días, se quedó semana y media. Mientras yo trabajaba, se bebió a escondidas tres litros de bebidas caseras y se comió todas las conservas. Lo único que hacía era jugar videojuegos, incluso cuando yo intentaba descansar. Al pedirle amablemente que se fuera porque tenía planes, me dijo que los cambiara. Eso fue el colmo, lo eché de casa y nunca volvimos a hablar. Nuestros amigos comunes tampoco se llevan con él, porque según él, todos somos unos desgraciados y no había hecho nada malo.
  • Mi tío vino de visita y derramó refresco en la mesa de centro. Luego lo limpió con uno de mis cojines decorativos. © RatTeeth / Reddit
  • Mi suegra se quedó en casa y un día me dijo: “Saqué los platos del lavavajillas y no supe dónde ponerlos, así que reorganicé todos los armarios a mi manera”. Sabía que vivir con ella sería una aventura, pero esto me dejó sin palabras. ¿Por qué no podía simplemente abrir los armarios hasta encontrar lo que buscaba? © oGsBathSalts / Reddit
  • Tuve dos experiencias inolvidables. La primera, un compañero de clase encontró mi diario personal durante mi fiesta de cumpleaños y comenzó a leerlo en voz alta, revelando detalles íntimos. Su excusa fue que era mi culpa por no guardarlo bajo llave. En mi casa, ni siquiera mis padres tomaban algo sin permiso. La segunda fue cuando otro invitado abrió todos los armarios y se quejó del desorden.
  • Recuerdo haber encargado un pastel para el cumpleaños de mi mamá, y mi prima llegó con su hijo de 3 años. El niño metió las manos en el pastel y comenzó a comérselo sentado en las rodillas de su madre. Ella lo vio todo, pero no hizo nada para detenerlo. Simplemente comentó que “no era gran cosa, es solo un niño pequeño”. Me sentí terriblemente mal, incluso llegué a llorar. Ese año mi mamá se quedó sin la tradicional ceremonia de soplar las velas. Tuvimos que cortar la parte que el niño había estropeado para no arruinar el momento, y repartimos el resto en porciones. Mientras tanto, el niño seguía comiendo lo que había destruido.
  • Tuve una discusión con mi primo. Le pedí que vigilara a su hijo pequeño para que no tirara de un póster en la pared y lo rompiera. Su respuesta fue: “Es solo un pedazo de papel, ¿por qué te pones tan nerviosa?”. No le mencioné cuánto me había costado el póster, pero me quedé pensando: ¿qué derecho tiene alguien a decidir qué es valioso y qué no en una casa ajena?
  • Una vez invitamos a una amiga de mi hija a casa. No solo corría por todo el apartamento gritando, algo que mi hija nunca haría, sino que también entró al baño y vació una botella completa de mi champú y un acondicionador nuevo en la bañera. Después de que se fue, le dije a mi hija que sería la primera y última vez que esa amiga visitaría nuestra casa.
  • Hace mucho tiempo, en verano, mis padres estaban en la casa de campo. Mi hermana me avisó que llegaría con una amiga por la noche. Llegaron, se fueron a dormir en la habitación de al lado, y a la mañana siguiente vi a su amiga revisando las videocasetes. Puso una película y se tumbó a verla. Luego abrió un cajón con el maquillaje de mi mamá y comenzó a usarlo, todo sin decir una palabra, como si fuera lo más natural del mundo. Cuando se fue, le pregunté a mi hermana qué clase de comportamiento era ese, y su respuesta me dejó sin palabras: “Ella está acostumbrada a hacer eso”. Tuvimos una discusión. Hasta el día de hoy no sé qué me sorprendió más: la actitud de la invitada o que mi hermana la defendiera.
  • Siempre pensé que las historias de terror sobre suegras eran exageraciones, ya que en la familia de mis padres todo era paz y armonía. Pero cuando me casé, la nueva “segunda mamá” vino de visita, revisó la cocina y tiró una olla llena de sopa recién hecha al inodoro, diciendo que era alérgica a la zanahoria.
  • Mi suegra vino de visita. Me fui a la cocina a preparar té, y cuando volví, estaba con mi hijo de 2 años hurgando en mi ropa interior, que habían sacado del cajón y tirado al suelo. Parecía que ella lo había animado a hacerlo. Me quedé en shock y no supe qué decir. Desde entonces, cada vez que viene, escondo mi ropa interior. Llevo ya 10 años haciéndolo.

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