17 Internautas cuentan sus historias de trabajos que tenían todo para ser buenos, pero se volvieron un problema

Historias
hace 2 años

Si no tuviste la suerte de nacer heredero, en algún momento u otro vas a necesitar trabajar, y cuando eso suceda, puedes encontrarte con dos situaciones: un empleo realmente excelente, donde las personas son respetadas y valoradas, o uno con un ambiente en el que los empleados la pasan mal. De cualquier forma, lo importante es saber la diferencia entre un empleo bueno y uno malo y estar atento a los límites en la relación profesional, para que, a la menor señal de desprecio, empieces a buscar otras opciones. Al final, nadie merece estar atado a determinados tipos de jefes.

  • Trabajé en una clínica de estética como recepcionista y para hacer marketing. La dueña me gritó porque una paciente no quiso cambiar el horario y por olvidarme de colocar la bolsa de basura en su oficina, además de que me llenaba de funciones, ¡incluyendo hacerles tratamientos estéticos a los pacientes! Y ganaba el salario de recepcionista. Hasta me hizo llamar a la compañía aérea para esperar el vuelo que ella tomó, así como ir a buscar a su hija a la escuela, mentirles a las personas que iban a cobrarle, en fin, dejé todo y no cumplí con el plazo de aviso previo. Me sentí bien. Ella pensó que solo porque yo estaba lejos de casa, iba a aprovecharse de mí. Encima me envió un mensaje diciendo que no encontraba las cosas. Yo ya estaba ocupada armando mi propia empresa de marketing© Raquel de Jesus Araujo / Facebook
  • Una vez trabajé en un supermercado que cerraba a las 20:30 h. Por eso, a veces nos quedábamos hasta las 22 lavando las aceras. Le pregunté a mi jefe por qué mi salario era tan bajo si yo era la que más horas extras hacía en la empresa. Él me dijo: “¡Para empezar, quien no está registrado no tiene derecho a las horas extras y mucho menos a los francos!”. Le pedí que me registrara y, una semana después, estaba despedida. Hoy solo voy a ese supermercado si realmente no encuentro lo que necesito en ningún otro establecimiento. Pago el precio que sea para no tener que ir allí. © Claudemir Joanita Pedro / Facebook
  • Mi marido fue contratado como diseñador gráfico en un restaurante. No pasaron ni 15 días, y necesitaron un gerente de caja. Lo pusieron a él, contra su voluntad, alegando que le iban a pagar más. Estuvo tres meses trabajando doble, yendo hasta el restaurante a media noche, aun en vísperas de Navidad, para cerrar la caja. Al final, pidió la renuncia. Nunca le pagaron nada de lo que le habían prometido. Y todavía querían que él, aunque se hubiera mudado de ciudad, hiciera trabajos de diseño para ellos. Nunca más les respondió. © Denise Azevedo / Facebook
  • Trabajé en una agencia de lotería cuyo dueño amaba humillar a los empleados. En esa época, yo ya estaba graduada en Educación Física, pero estaba necesitando un salario fijo, porque las clases eventuales no pagaban mis cuentas. Un día, él se acercó a mí y dijo: “Yo no tengo estudios y soy dueño de una agencia. Tú te graduaste y trabajas para mí porque no tienes competencia ni para trabajar en el área en la que te formaste”. Ese mismo día, cuando salí de la agencia, pedí la renuncia para no tener que poner los pies allí de nuevo. En fin, la agencia de lotería cerró después de un tiempo, y mi antiguo jefe está en quiebra. ¡Las vueltas de la vida! © Heriana B. Meschiati / Facebook
  • Trabajé en un hospital como recepcionista y fui contratada con la siguiente promesa: “Tú serás el brazo derecho de la supervisora, ella es la que manda aquí, pues la sede es en otra ciudad”. Como siempre había trabajado como administrativa, sabía muchas cosas de la recepción. Me destaqué, y mucho, en mi trabajo. La tal supervisora era alguien que yo conocía desde hacía años, e incluso hizo la facultad conmigo. Sin embargo, en vez de verme como aliada, me vio como amenaza. Armó un chisme inmenso sobre mí, sin pies ni cabeza. Me colocó en otro hospital muy precario para ver si renunciaba, pero no lo hice. Insistió en ese chisme creado por ella misma y por otra empleada y me suspendió. Hasta ahora, no me conformo con la falta de carácter del ser humano. Sin contar que ella solo se volvió supervisora porque también se puso en contra de todos los demás exempleados y hubo un despido masivo. Pero creo que la vida te cobra. ¡Pueden estar seguros! © Ká Fagionato Boretti / Facebook
  • Vivo en Europa. Trabajo con una cartera de clientes aquí y paso humillaciones iguales o peores que mucha gente en Latinoamérica. Jefes explotadores, ignorantes y sin razón existen en el mundo entero. La semana pasada, mi jefa me acusó, pues un anillo de brillantes suyo había desaparecido. La mandé a mirar las cámaras para ver si algún ladrón había entrado y había robado el anillo, pues yo tenía la conciencia tranquila. ¡Ya estoy buscando otro empleo! © Chris Tiani / Facebook
  • Trabajé en una enorme multinacional de tecnología durante casi nueve años. En ese período, hice muchas horas extra, porque claramente la demanda era muy superior al número de colaboradores. Esa rutina me enfermó. Le informé a mi jefa que me iba a tomar un tiempo, siguiendo las recomendaciones de la médica laboral. Ella esperó algunos días y me despidió. La había provocado. Al día siguiente, volví y abrí un CAT (comunicado de accidente de trabajo). Con ese documento, busqué un abogado y procesé a la empresa. © Carolina Morato / Facebook
  • Trabajé en una tienda, y los dueños querían que la limpiara entera antes de salir. Un día, limpié una parte, y el jefe me preguntó si no iba a limpiar la oficina de su esposa. Respondí que ella había acabado de hacerlo. Y él me dijo: “Límpiela de nuevo”. Me fui sin mirar atrás. Todavía me debe algunas semanas de salario, porque nunca más volví por allí. © Raquel Alves / Facebook
  • Ya viví varias experiencias. Trabajé como “jefe” durante meses, sin recibir un aumento salarial por el ascenso. Meses después, fui formalizado y ahí si recibí un aumento, pero con la clara diferencia de que los meses anteriores, en los que ya desempeñaba la función, no me fueron pagados. Esto también sucedió en otra empresa. Fui jefe sin serlo, de hecho, durante dos, tres meses. Solo que en ese lugar, contrataron a una persona de afuera que asumió el cargo y yo, a pesar de mi buen desempeño, no fui promovido. © Marcos Jean / Facebook
  • Me gradué en periodismo en 2015 y estaba desempleada. Vivía sola, entonces necesitaba trabajar con urgencia. Una amiga me llamó para un trabajo temporal en la fábrica de un tío suyo, que producía esencias y perfumes. Claro que fui. El trabajo era en la producción y estaba feliz de estar haciendo algo, aunque no tuviera nada que ver con mi profesión. Todo estaba yendo bien, hasta que la socia del tío de mi amiga comenzó a aparecer en la fábrica. Era una mujer extremadamente maleducada, prejuiciosa, una araña de esas que piensan que los empleados tienen que someterse a cualquier tipo de tratamiento y escuchar todo tipo de insultos, agradecidos por el trabajo. Un día, estaba acomodando unas cosas y ella se detuvo detrás de mí y gritó. Me asusté y me golpeé fuerte la cabeza contra un estante de metal. Lógico que ella no se disculpó, no me preguntó cómo estaba y encima me regañó por el escándalo. Felizmente, nunca más la vi.
  • Trabajé en una panadería en la que entraba a las 13:30 h, tenía 20 minutos para almorzar y salía a las 22:30, porque después de que cerraba tenía que limpiar todo adentro. Cuando hicieron mi contrato, dijeron que tenía que firmar de la siguiente forma: entrada a las 14 h, con 20 minutos de almuerzo, una hora de cena y salida a las 22 h. Pedí la renuncia enseguida. Hasta hoy, unos 13 años después de esta experiencia, tienen un cartel de “se necesita empleada”. Incluso lo plastificaron. © Suelem Martins Lessa Alves / Facebook
  • Mi hijo de 2 años se sentía mal y, a la noche, tuve que llevarlo al médico. Sospecharon que tenía meningitis, pero después vieron que era una crisis alérgica muy fuerte. Al día siguiente, me tomé el día libre, fui a casa y me quedé con él. Cuando volví al trabajo, mi jefa dijo que no aprobaba el día libre porque quien estuvo enfermo era mi hijo, no yo. © Sandra Sa Ferreira Ferreira / Facebook
  • Me fui de un empleo relativamente bueno, pero en el cual no me sentía muy motivada, para trabajar en una agencia de marketing que tenía todo para ser perfecta. Los problemas comenzaron el primer día, cuando todavía estaba conociendo los procesos internos y a los clientes. El dueño simplemente no me dejó en paz, contabilizando cuánto me demoraba en escribir un texto. De ahí en adelante, solo empeoró. Hacía horas extras que no me pagaban, llegaba a las 8 y salía a las 22:30, con una hora de pausa para almorzar, para poder satisfacer la demanda. Un día tuve que renovar mi licencia de conducir y llegué al trabajo a las 10:30. El jefe me regañó enfrente de todos mis colegas y dijo que esperaba más compromiso de mi parte. Renuncié después de tres meses.
  • Trabajé en un estudio jurídico mientras terminaba la universidad. Una vez, al volver del almuerzo, mis compañeros y yo encontramos un reporte en nuestros escritorios sobre cómo la conversación durante el día afectaba el rendimiento en el trabajo, con un e-mail diciendo que no podíamos hablar en la oficina. Ah, también me dijeron que iba al baño muchas veces durante el día. © Fernanda Lamy / Facebook
  • Mi novio estaba sin empleo y muy desilusionado con la ciudad en la que vivíamos. Entonces, comenzó a enviar currículos a otros lugares. Lo llamaron para una entrevista en otra ciudad y fue contratado temporalmente. Esto ocurrió en octubre. Me quedé en la ciudad donde vivíamos, porque trabajaba y nuestro hogar era allí. Después de un tiempo, le dijeron que estaban muy conformes con su trabajo y que sería puesto fijo, así que le pidieron todos los documentos para ir agilizando la contratación. Entonces, empecé a buscar trabajo en esa ciudad también. Encontré uno después de un mes. Pedí la renuncia en mi antiguo empleo, devolví el departamento, rentamos otro en la nueva ciudad (donde los alquileres eran más altos, incluso), puse todas mis cosas en un camión de mudanzas y me fui. Al final de diciembre, el jefe de mi pareja dijo que no podrían formalizarlo porque habían perdido un cliente.

¿Eres del tipo que tiene suerte en los empleos o ya tuviste experiencias desagradables cuando solo querías realizar tus tareas en paz? ¿Cuál fue tu peor trabajo y por qué era tan malo?

Ten en cuenta: este artículo se actualizó en octubre de 2022 para corregir el material de respaldo y las inexactitudes fácticas.

Comentarios

Recibir notificaciones
Aún no hay comentarios. ¡Puedes ser el primero!

Lecturas relacionadas