Cuando yo iba en 2do de secundaria realicé una exposición con una media azul hasta la rodilla y otra azul hasta el robillo y solo me di cuenta porque mis compañeros empezaron a secretear y la maestra les regañó por burlarse en vez de decirme el error. 😪
18 Distraídos que no pierden el nombre porque no se lo pueden quitar
¿Cuántos decimos que “tenemos la cabeza en las nubes” porque no nos acordamos de si apagamos la estufa o cerramos la puerta con llave? Pues resulta que no somos los únicos, ya que en el mundo hay quienes viven verdaderas situaciones de comedia a causa de un desliz de su memoria. La verdad es que aunque esos momentos nos generan mucha ansiedad y preocupación, con los años se pueden convertir en anécdotas con finales inesperados, como las que recopilamos hoy aquí.
- Un día, mi hermana me llamó por teléfono. Nos pusimos a hablar y, de repente, me puse a buscar el celular porque tenía que salir. Como no lo encontraba, me quejaba y peleaba sola mientras hablaba con mi hermana. Entonces, ella me preguntó “¿Qué te pasa?”, y yo le respondí: “Es que estoy buscando el celular y no lo encuentro”. Ella me dijo: “¿Y con qué estás hablando?”. © Mila Rivera / Facebook
- Cuando yo trabajaba, mis compañeros siempre pasaban por mí y yo acostumbraba a llevar una toalla chica para secarme la cara. En una ocasión en la que pasaron a recogerme, yo todavía estaba acostado y, con la prisa por salir, en lugar de agarrar la toalla, tomé unos calzones de mi esposa y me los eché al hombro pensando que eran la toalla. Mis compañeros se me quedaron mirando y empezaron a reírse. Yo les dije: “Pues ¿qué les pasa?”, hasta que me di cuenta de que en lugar de la toalla traía los calzones de mi vieja. Me dio tanta vergüenza que me bajé de la camioneta y aventé la ropa interior adentro de la casa, ¡jajajaja! © Othon Villalobos Bustillos / Facebook
- Cuando éramos muy jóvenes, mi esposo y yo compramos unas sandalias para nuestra primera hijita de 12 meses. Le probé varios números porque no estaba segura de cuál era el correcto, hasta que elegimos el indicado. Cuando pasó el tiempo, una sola de las sandalias le quedó chica, y apenas ahí nos percatamos de que eran de distintas tallas, es decir, las mismas sandalias, pero de números diferentes. Ahora siempre miro si son el mismo par antes de salir de las zapaterías. © Silvia Rojas / Facebook
- Estaba en la escuela y tenía unos 10 años. La maestra ya iba a empezar a dictar. Yo me puse a buscar mi lápiz y nada. Seguí buscándolo a lo loco, ya estaba pensando que me lo habían robado. No recuerdo cómo, pero noté que lo tenía entre los dientes. © Manuel Aguilar / Facebook
- Una vez estuve buscando mi carro por casi 40 minutos en las calles donde acostumbraba a estacionarlo. Pensé que me lo habían robado, así que llamé por teléfono a mi esposa. Resultó que ella lo traía y yo había ido a trabajar en autobús. © Gabino Aguilar Luque / Facebook
- De mi papá, que ya no está, tengo un recuerdo que hasta el día de hoy me hace reír. En el trabajo le pasaron un lápiz de carpintero y se le perdió. Reclamó, acusó que se lo habían robado y estuvo todo el día murmurando sobre los sinvergüenzas que se quedaban con las cosas ajenas. Cuando iba a cambiarse la ropa de trabajo, se tocó la oreja y ahí estaba el lápiz. Nadie le dijo nada en todo el día. ¡Qué vergüenza! © Magaly Ortega / Facebook
- Cuando trabajaba en un call center, me tocaba ir en la madrugada los fines de semana. Un día se me olvidó ponerme zapatos y me fui en pantuflas. Obviamente andaba de un lado a otro caminando por los pasillos con mis pantuflas muy cómoda, pero todos allí me agarraron a carrilla. © Diana Patricia Lopez Tavera / Facebook
- Una vez, mi mamá se fue a trabajar luego de dejarme en la escuela. Cinco horas después de que salí, llegó mi hermano por mí, muy molesto, porque mi madre no le había dicho que fuera a buscarme. Ella pensó en todo ese tiempo que ya había pasado por mí y que me había dejado en la casa. © Daphne L. Garcia / Facebook
- Una vez estaba buscando mi carro, desesperada en verdad, porque creía que me lo habían robado. Después recordé que andaba en la motocicleta; es más, traía el casco en la mano. © Alejandra Gilibert / Facebook
- Yo trabajaba en una fábrica solo tres días a la semana. Un domingo me levanté bien espantada porque, según yo, ya se me hacía tarde. Me levanté, hice mi lonchera, me bañé y salí corriendo. Llegué a donde pasaba mi autobús y estuve como una hora esperando, pero no llegaba. Ya me estaban dando ganas de irme caminando porque sentía que era supertarde, entonces pasó un carro y me pitó. Hasta miedo me dio, pero era una prima que andaba de fiesta. Me dijo: “Súbete, te llevamos”. Yo le dije que iba al trabajo y sí se sacó de onda, pero pues ya me estaba llevando. De pronto, vi el reloj en el tablero del carro y eran las 2:00 de la mañana, ¡jajajaja! Le dije: “Pues llévame a mi casa, yo entro a las 8:00”, ¡jajaja! En ese entonces no había celulares y no tenía reloj. © Gabriela Villalobos / Facebook
- Un día trabajé hasta muy tarde en la casa de mi amiga y volví a mi hogar muy cansada. Fue entonces cuando mi esposo me preguntó por el bebé. Lo había dejado olvidado en la casa de mi amiga, y ella no me dijo nada para ver hasta qué hora yo no lo notaba. Hasta el día de hoy se burlan de mi olvido. © Janneth Merida Rodriguez / Facebook
- Ayer, mi sobrino se iba a bañar. Él siempre se desviste en la recámara y sale con su bata, pero ayer pasó y me dijo: “Tía, ya me voy a bañar”. Yo me le quedé viendo y le dije: “Okey”. Se metió al baño y salió riéndose: iba con lentes y su pantalón. Se le olvidó desvestirse. © Mary Paz Bocanegra / Facebook
- Dejé mi morral en el colegio, llegué a casa sin nada, traté de llamar desde una calculadora, guardé las llaves y el celular en la nevera, pulvericé un huevo que puse a cocer y se me olvidó. En fin... © Niny Gutiérrez / Facebook
- Fui al mercado y, como sé que no hay lugar para estacionar, dejé el carro a mitad de camino y tomé el autobús. A la vuelta, me subí al autobús y fui hasta mi casa. Mi marido estaba ahí. No pasó nada hasta que él quiso usar el coche. Entonces dijo: “¿Y las llaves?”. Ahí recordé que había dejado el carro a medio camino. Es algo que nunca olvidamos. Por lo general, no soy tan distraída. © Rosa Carolina López Gelmá / Facebook
¿En qué momento te diste cuenta de que tenías un nivel de distracción mayor al de los demás? Cuéntanos tu anécdota más divertida, ¡podríamos compartirla en uno de nuestros artículos!
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una vez fui a buscar a mi hijo mayor al kinder y la maestra me dijo que no había ido hoy. se me había olvidado que como había pasado las noche un poco enfermo, lo había dejado en casa de su abuela a la mañana.