No es ningún secreto que las renovaciones consumen mucha energía, tiempo y nervios. Incluso las personas más experimentadas no siempre pueden prever las sorpresas que surgirán durante el proceso, tanto en la etapa de planificación como en la ejecución y hasta después de finalizar los trabajos. Sin embargo, además de un nuevo y hermoso interior, siempre quedan historias interesantes y recuerdos divertidos.
- El fin de semana, mi esposo y yo estábamos renovando la cocina. No pudimos terminar porque él se distrajo jugando con la consola y al GTA. Al final, una mitad quedó impecable, mientras que la otra mitad estaba llena de escombros, con paredes descascaradas, manchas de pegamento y restos de muebles de cocina a medio montar. Entre estos dos mundos, había una ventana. Así que pinté solo la mitad de la ventana y colgué una sola cortina, me senté en la mitad bonita a tomar un té. Mi esposo entró, miró todo y no dijo una palabra. Yo tampoco. Son las 00:58 y sigue sin hablar.
- Me di cuenta de que las remodelaciones no serían fáciles cuando no pude abrir la lata de imprimación...
- Mi esposo y yo compramos un apartamento y comenzamos la remodelación. Amigos y familiares estaban al tanto, y ya no sé qué hacer con todos los consejos y sugerencias no solicitadas. Algunos consejos son útiles, y hay preguntas que realmente te hacen pensar si deberías hacer ciertos cambios, pero el 90 % de las veces es: “¿Por qué eligieron esos azulejos, ese piso, ese suelo?”, “¿Por qué no usaron este material en lugar de ese?”, “¿Por qué lo hicieron así y no de otra forma?”, “En casa de Sergio o María lo hicieron así, y están felices”. Al principio respondía cortésmente, pero ahora solo digo: “Es que a mí me gusta así, no como a ustedes”. A veces siento que no seré yo quien viva aquí, sino todos los demás.
- Durante dos años, todos los fines de semana, un vecino usaba su taladro a las 9 o 10 de la mañana, como si fuera un escultor puliendo algo lentamente. Hace poco, descubrí que algunos inquilinos pensaban que era yo el que hacía esas obras. Lo supe cuando empecé una renovación de verdad y fui a hablar con los vecinos para acordar los horarios.
Cuando hay un maestro y cinco supervisores
- Llevamos viviendo en nuestra casa unos 11 años y en ese tiempo hemos hecho varias remodelaciones importantes. Un par de años después de mudarnos, mi papá nos ayudó a arreglar las tuberías. Al revisar el sótano para ubicar las cañerías de la cocina, encontró una “habitación secreta” detrás de una pared revestida con paneles perforados. Era una pequeña sala donde el dueño anterior guardaba cajas con facturas antiguas. Nos tomó años ordenar esas cajas, pero ahora uso esa habitación para cultivar plantas en invierno, esconder los regalos de Navidad y guardar cosas de temporada. © A Kelly / Quora
- Durante una remodelación en el apartamento, decidimos cambiar las ventanas. Fui personalmente a la fábrica para asegurarme de que fueran exactamente como las quería. Mi petición era simple: que las ventanas se abrieran hacia afuera en lugar de hacia adentro. ¿A quién le importa? Pues, aparentemente, a muchos. Casi todos los vecinos se quejaron. Una de ellas me llamó a la hora del almuerzo para darme su opinión. Mis compañeros de trabajo, al escuchar sus gritos por el móvil, me preguntaron qué pasaba. Cuando les conté, se unieron a la discusión. Uno incluso dijo: “Imagina que tienes las ventanas abiertas, ¿y si cae un sofá desde arriba?”.
- Compramos una casa antigua y estamos en el proceso de restaurarla. Después de quitar tres capas de linóleo, descubrimos unos suelos de parqué increíbles por toda la casa. Sabemos que nos hemos comprometido con más de lo que podemos manejar ahora, pero no me importa, ¡quiero restaurar esos suelos! © Anastasia Beaverhausen / Quora
- Compramos un nuevo apartamento. Estamos tratando de renovarlo. Contratamos una cuadrilla para hacer el baño completo, y mi esposo tomó días libres para instalar la electricidad junto con su hermano, que es ingeniero y se dedica a instalar internet en casas. Después del trabajo, les llevé algo de comer. La casa era un caos: instalaban las puertas, colocaban el suelo laminado y alguien perforaba en el balcón. Mientras mis chicos lidiaban con los enchufes en la cocina, los contratistas en el baño decían: “Mire, señora, hoy terminamos”. Al salir del apartamento, uno de los trabajadores del baño me alcanzó en el pasillo y me dijo: “Perdóneme, pero lo diré. Los chicos que instalan las puertas son excelentes, los que hacen el piso son buenos, pero ¡esos electricistas, mejor córrelos!”.
Los vecinos sacaron el tubo del aire acondicionado directamente a nuestra casa
- Una vez estaba renovando mi casa. Como cliente inexperto, les permití a los contratistas quedarse a vivir en la obra, pensando que eso aceleraría el proceso. No tenía idea de que proporcionarles alojamiento se consideraba parte del pago. Al final, la remodelación se extendió más de lo esperado porque, mientras usaban mi casa como alojamiento gratuito, estaban realizando otros trabajos en paralelo. Mientras tanto, yo vivía como invitado en casa de unos amigos.
- Después de terminar la remodelación, me quedó un balde de pintura. Decidí pintar las paredes del pasillo compartido. Como aún no conocía bien a mis vecinos, fui a preguntarles sobre sus preferencias de color y de paso aprovechar para presentarme. Con los primeros vecinos fue fácil, nos pusimos de acuerdo sobre un rango de colores. Luego fui a la casa de los segundos. Me abrió un señor, le expliqué la situación y él llamó a su esposa. Comenzaron a discutir y se enfrascaron en un acalorado debate. Al final, el hombre me dijo: “¡Oye, déjanos en paz con tu pintura!”
- Recuerdo que, cuando era pequeña, hicimos una remodelación en nuestro antiguo apartamento. El pasillo era largo y mi mamá empapeló una de las paredes con papel blanco y dibujó un hermoso paisaje con montañas, llanuras y un cielo azul con sol. Me encantaba ese paisaje y lo extrañaba mucho cuando nos mudamos. Hasta los 17 años creí que lo había hecho en un arranque creativo para embellecer la casa. Pero cuando le pregunté a mi mamá, me contó que en realidad no tenían dinero para papel tapiz, y para no dejar la pared vacía, la decoraron de esa manera.
- En mi juventud, me fui a vivir con mi novio y su mamá. Hice una inversión considerable en la remodelación de la casa, que ni siquiera era mía. No me parecía una mala idea, lo hacía para sentirme cómoda en el lugar. Con el tiempo, mi novio y yo terminamos y decidí mudarme. Para mi sorpresa, cuando me fui, me devolvieron hasta el último centavo que había invertido y me desearon lo mejor. Y eso que nunca estuvimos casados ni firmamos ningún acuerdo. ¡A veces las cosas salen bien!.
- Durante una remodelación en el apartamento, contratamos a un buen albañil. Desde el primer día y hasta el final (casi un año de trabajo), lo llamamos Jorge: “Jorge, ven”, “Jorge, compra esto”. Solo al finalizar la obra descubrimos que su verdadero nombre era José. Cuando le preguntamos por qué nunca nos corrigió, su respuesta fue: “Por esa cantidad de dinero, me pueden llamar como quieran”.
- Estaba renovando mi apartamento y fui a una tienda de construcción. Compré unos ángulos de plástico y los llevé con mucho cuidado hasta la caja, casi sin despegarles los ojos. Pero en cuanto pagué, decidí doblarlos un poco para ver si eran flexibles y... ¡crack! Se rompieron al instante. Noté la sonrisa del cajero y casi deseé que la tierra me tragara.
- Un amigo, durante su remodelación, acordó por WhatsApp con sus vecinos los días y horarios para llevar a cabo trabajos ruidosos. Todos quedaron satisfechos. Sin embargo, una mujer seguía quejándose de golpes constantes en su apartamento, incluso en los días en que no había trabajos. Le llamaba y le decía que esos ruidos le provocaban dolor de cabeza. Mi amigo decidió reunirse con ella para aclarar las cosas, y entonces ella le propuso algo insólito: que le pagara unas vacaciones a la playa mientras duraba la obra.
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