18 Veces en que las actitudes inconscientes de un adulto dejaron huella en la memoria de un pequeño

Historias
hace 2 años

Los recuerdos de la niñez suelen ser para toda la vida. Lamentablemente, no todo lo que pasa durante esos años de inocencia son cosas divertidas de recordar. En ocasiones, los adultos tienen actitudes que, aunque no lo sepan, les dejan a los pequeños un amargo recuerdo que puede durar toda la vida.

En Genial.guru reunimos algunas de las historias de nuestros lectores, quienes tienen recuerdos no tan gratos de su infancia y han trabajado duro para no repetirlos con sus hijos.

  • Crecí en un hogar junto con mis tres hermanos. Recuerdo que era una niña de 5 años, libre y feliz, hasta que un día mi padre me dijo: “Ven, nena, siéntate en mis piernas”. Hasta aquel día yo lo adoraba, y de pronto me dijo: “Te amamos mucho, pero a ti te recogimos de un hospital y nosotros te criamos”. Sentí que el cielo y la tierra se hundían y me aplastaban. Entre aquellos tres niños, había uno que me hizo la vida de cuadritos llamándome “recogida”. Y cuando a la señora de la casa le preguntaban: “¿Quien es la niña?”, su repuesta siempre era: “A ella la recogí en un hospital y la crie”. Jamás en mi vida volví a ser libre ni feliz. © Sonia Ríos / Facebook
  • Cuando mi mamá se juntó con su expareja, el señor nunca permitió que mi hermana y yo usáramos vestidos ni faldas, siempre teníamos que usar pantalones, suéter en tiempo de calor o blusas de manga larga. Tampoco podíamos cortarnos el cabello y cuando crecimos, no podíamos depilarnos las cejas, maquillarnos, pintarnos las uñas y mucho menos tener amigos varones. En cambio, de niñas era todo lo contrario, antes de que mi mamá se juntara con él, ella nos cortaba el cabello como si fuéramos niños. © Mariana Rocha / Facebook
  • Nunca fui amada por mis padres, toda la vida fui comparada con mi hermano, él era el inteligente, el hijo ejemplar y yo una “burra”, como decían ellos, ¡una vergüenza! Ahora que soy adulta y soy madre, decidí dar tanto amor como sea posible, criar a mi hija a base de amor y respeto para que sea una niña muy feliz y después una mujer segura de sí misma y sin miedos, que nunca conozca el dolor y las amarguras que yo viví. © Akiko Denisu Pavez / Facebook
  • Hay una bebida específica que no tomo porque cuando iba a la casa de la señora mayor que supuestamente nos cuidaba, nos amenazaba y todo para hacer que nos tomáramos la bebida y nos quedáramos dormidos. © Ely Ceden Fernández Ramos / Facebook
  • Mi mamá me encargó a mi hermano cuando éramos niños, yo tenía 6 años y mi hermanito, 3. Me encargaron que apagara el agua que estaba hirviendo en la estufa, me quedé dormida, el agua se consumió de tanto hervir y la flama se apagó. Dos horas después, cuando por fin mi mamá llegó y abrió la puerta, apestaba toda la casa a gas. Me regañaron por poner en peligro a mi hermano y no estar al pendiente de él. © Jack Medina / Facebook
  • Nunca me dejaron llevar el pelo largo, ni de niño, ni de adolescente ni ya mayorcito. Siempre he sido fan del rock y me encantaba el cabello largo, pero en la casa y en la escuela no estaba permitido eso en los hombres. Ahora ya de viejo lo traigo bien largo y creo que así será hasta el último respiro. © Alejandro Lozoya / Facebook
  • Cuándo éramos niñas, mis padres casi no tenían recursos, y para una Navidad mi papá fue a comprarnos unas muñecas. Las llevaba en los brazos y la gente pensó que las estaba vendiendo, él vio la oportunidad de ganarse algo de dinero y dijo que sí las vendía. Así que iba y compraba más para venderlas; en una de esas, llegó la policía y lo detuvieron porque estaba prohibido. Pasamos la Navidad sin muñecas y con mi papá encarcelado hasta el día siguiente, creo que por eso no me gusta la Navidad y me da mucha nostalgia. © Elizabeth Montoya Urrego / Facebook
  • Mi mamá siempre les decía a mis hermanos “mi hijo”, “mi hija”. ¿Y yo? Cuando le pregunto por qué a mí no me decía hija, se enoja y me dice que de todo me acuerdo y que soy una rencorosa. Y hay más cosas que aún me duelen. © Paty Garcia / Facebook
  • A mis 17 años tenía un novio, al que sinceramente no quería, pero me agradaba pasar el rato con él y yo pensaba dentro de mí: “Quizás algún día llegue a quererlo”. Él siempre me decía que me quería mucho y puras habladurías. Tanto me quería que un día lo encontré con mi hermana besándose. No me importa si llegaron a algo más, pero lo que me partió el alma más que la “traición” que me hicieron mi hermana y ese novio que decía que tanto me quería fue lo que me dijo mi mamá.
    Ella se enteró de la situación, porque obvio yo se lo dije, y su respuesta fue: “Pues ¿qué esperabas? A mí se me hacía raro que ese muchacho se fijara en ti. Yo creo que apostó con alguien o yo qué sé. Tu hermana sí es bonita y ella no tiene la culpa de que él se haya enamorado de ella, y de una vez te digo que si te entrometes en su felicidad, no te la vas a acabar”. La oí, lo viví y no lo podía creer. A la fecha no se lo perdono. La quiero, es mi madre, pero estoy tan feliz lejos de ella. Yo vivo en otro estado y solo una vez al año la veo. © Mara Ramos / Facebook
  • Tengo una hermana que es 6 años menor que yo. Somos hijas del mismo padre, pero no de la misma madre. Nuestro papá siempre andaba con los hijos de los vecinos y a nosotras prácticamente nos ignoraba. En una ocasión, le celebraron la fiesta de cumpleaños a mi vecina e invitaron a mi padre y a su nueva esposa. Mi hermana fue a mi casa para poder asistir a la fiesta conmigo, ella tenía como 5 años y yo 11, pero mi padre nos mandó a la casa y nos dijo que nos daría algo de comer por la barda del patio que separaba la casa de la vecina y mi casa. Mi hermana lloró muchísimo, se sintió humillada y dolida.
    No puedo olvidar ese día, le prometí que siempre estaría a su lado. Desde ese día, el poco cariño que tenía por mi padre murió. Hoy en día somos adultas, ella tiene un bebé hermoso y seguimos siendo esas niñas tan unidas que se aman incondicionalmente, pero a ella le causó demasiado daño ese tipo de rechazo y yo soy más fuerte, pero con 32 años aún no quiero tener hijos. © Anita Dominguez / Facebook
  • Cuando terminé la secundaria, quería ingresar a la preparatoria y hacer una carrera, había dos opciones que eran de mi interés, trabajo social o ciencias de la comunicación. Al plantearles esto a mis padres, su respuesta fue: “No, porque solo vas a andar de loca” (con los muchachos), y al insistir sobre trabajo social, dijeron: “Te vas a morir de hambre si estudias eso” (mi madre estudió eso en su juventud y tuvo un buen trabajo). En fin, prefirieron verme casada a los 20, pero ahora dicen que yo no quise estudiar por andar de loca. © May Dugram / Facebook
  • En una ocasión, con motivo de la celebración del día de la mujer, la profesora de mi salón hizo que todos los niños dieran una cuota para comprarles un bombón a las niñas del curso y dárselos. Cuando llegaron los bombones, ella les dijo a los niños que tomaran uno y se lo entregaran a cualquier compañera del curso. La bombonera estaba llena y poco a poco fui viendo cómo los bombones desaparecían conforme los niños los repartían a cada niña, hasta que al final no quedó ni uno, y ¿adivinen a quién no le tocó bombón? Me sentí muy triste, pero lo supe disimular muy bien. La profesora del curso solo se excusó diciendo que a mí no me había tocado porque yo le había dicho en ocasiones anteriores que no podía participar en actividades que involucraran dinero, ya que mis padres no tenían cómo costearlas, y que esa era la razón por la que no me había tocado un bombón aquel día. © Lidiany Quiñonez / Facebook
  • A mi hijo no se le olvida que, cuando tenía como 3 añitos, estaba jugando en la banqueta con sus carritos Hot Wheels, pasó un niño y se llevó uno, mi hijo solo se quedó mirándolo sin saber qué hacer. Hoy en día sigue amando y coleccionando sus carritos. © Lïra Yenïffër / Facebook
  • A mí me crio mi abuela materna y desde niña siempre me trató mal, nunca hubo una palabra de cariño. Siempre me gritaba que yo estaba loca y que venía de una familia con problemas mentales, todos los días me trataba mal. Eso es algo que guardé en mi interior y es difícil crecer con ello. Lo que sí hice fue cambiar ese patrón de maltrato con mi hija, pero sufro de depresiones muy feas y lucho a diario con esto. © Silvia Vega Cardona / Facebook

¿Qué cosas te pasaron en la escuela y fueron tan impactantes que las sigues recordando hoy en día?

Imagen de portada Vilma Ana / Facebook

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