18 Veces en que los padres decidieron “maquillar” la realidad para no decepcionar a sus pequeños hijos

Historias
hace 2 años

En cualquier etapa de la vida, superar una gran frustración es un desafío para muchas personas. Sin embargo, el sentimiento puede ser más difícil para un niño, que todavía está aprendiendo en sus pocos años de experiencia a enfrentar una desilusión. Por eso, algunos padres deciden adornar la realidad, creando una versión “inocente” de los hechos como prueba de su amor para proteger a sus hijos de las decepciones.

Los lectores de Genial.guru siempre tienen un buen ejemplo para contar. Esta vez, ellos compartieron historias que los adultos inventaron para no arruinarles la infancia a sus pequeños con la “cruda” verdad.

  • Quería hablar con mi hija para decirle que Santa y el conejo de Pascua no existían porque ella ya iba a cumplir 11 años. Entonces, la llamé y le dije que quería conversar. Me miró sonriendo, y dijo: “¿Qué me vas a contar?, ¿que Santa y el conejo de Pascua no existen? ¡Ya lo sé, mamá!”. Caramba, me llevé un buen susto y le pregunté cómo lo había descubierto. Me dijo que se dio cuenta de que el conejo de chocolate que había recibido tenía mis huellas y que el regalo de Navidad del año pasado estaba envuelto con el mismo papel que vio guardado en mi clóset. ¡Quedé más devastada que ella! 🤣 © Maila Monteiro / Facebook
  • Mi hija tenía un pez beta que murió. Cuando volvía de la escuela, enseguida iba a conversar con su pececito. Así que, corrimos para conseguir uno igual (o muy parecido) y, cuando ella llegó, encontró extraña la cola, que era más corta. ¡Le dije que se la había cortado porque el acuario le estaba quedando apretado! La pequeña se lo creyó, pues teníamos dos perros que siempre iban a la peluquería.😅 © Celia Zurita / Facebook
  • Siempre quise tener un elefante y, a los 7 años, creía que era algo posible. Mi padre fantaseaba mucho conmigo y decía que no me lo podía regalar porque nuestro corredor (que daba a una huerta) era muy estrecho y el animal no podría dar la vuelta para volver. Ya de adulta, percibí su amor por no hacerme desistir de mis sueños, aunque estos fueran tener un elefante. Nunca me sentí engañada. 🥰 ¡Cómo extraño a mi padre! © Celia Zurita / Facebook
  • Cuando veía mujeres con bebés, yo preguntaba de dónde venían y decía que quería uno. En mi ciudad, era difícil ver pasar una aeronave y las madres nos mentían contándonos que los aviones eran los que traían a los bebés. Cuando veíamos un avión en el cielo, todos los niños nos juntábamos para gritar: “¡Deja caer un bebé para mí!”. Todos con las manos hacia arriba, porque decíamos que el paquete era de quien lo tomase primero, ¡jajaja! © Rosangêla Aparecida / Facebook
  • Vengo de una familia de 8 hermanos y padres pobres. Todos creíamos en Santa. Nuestro padre nos llevaba a las tiendas para escoger un regalo y luego, todos escribíamos cartitas con nuestros pedidos. En la noche de Navidad, debajo de cada cama, encontrábamos una carta de Santa con un obsequio bastante menor al que habíamos pedido. Mi padre leía las cartas dando mucho énfasis a la situación de otras familias, con muchas más necesidades que las nuestras. Eran palabras tan confortables que nos conformábamos. Con esto, aprendimos desde temprano a mirar hacia los más pobres con solidaridad y amor. ❤️ © Sonia Pinto / Facebook
  • Estaba jugando a hacer la comidita con arena. Mi mamá, sin que yo la viera, colocó un poco de azúcar en mi vasija. Cuando pregunté, me dijo que yo había cocinado azúcar. Pasé buena parte de mi infancia contándoles a todos mis amigos que había aprendido a fabricar azúcar, ¡jajaja! © Valdélia Dêgas / Facebook
  • Mi hermana y yo teníamos cada una un pajarito. El de mi hermana terminó muriendo y, como ella era muy sensible, prefirieron decirle que el animalito había huido para ver a sus parientes. Así mismo, ella se lo tomó mal y decidieron sustituir al canarito. Fuimos de tienda en tienda, pero ella no reconocía a su “amigo”. Entonces, mi abuelo fue directamente a explicarle la situación al vendedor. El empleado se apegó a la historia y dijo que cuando fue a abrir la tienda más temprano, un pajarito estaba en la puerta. Señaló hacia una jaula y mi hermana al fin reconoció a su querido. Volvimos a casa, pero ella siempre quería llevar al pajarito a visitar a su familia. © Ana Paraense / Facebook
  • En un cumpleaños, tuve un pan dulce como pastel y todos me cantaron las mañanitas. Yo decía que no era un pastel y lloraba, mientras mi familia respondía que sí lo era. Hoy, estoy agradecida, pues, aún en las dificultades, quisieron hacer la diferencia en mi cumpleaños con un pan con glaseado amarillo encima. ¡Gracias! 🙏 © Leni Mira / Facebook
  • Cuando mis hermanos y yo íbamos a la casa de mi abuela, siempre encontrábamos unas cabras en la calle a las que llamábamos corderitos. Cada vez, le pedíamos a mi madre que nos comprará un corderito, y ella decía: “Cuando gane la lotería, voy a comprarle uno a cada uno”. Inocentemente, soñábamos con ese día. 🤣 © Susy Marques / Facebook
  • Recuerdo que tenía una gallina llamada María. Mi abuela me dijo que estaría mejor en un lugar más grande y que se la daría a uno de mis primos que vivía en el campo. Yo tenía 5 años, y estuve un tiempo preguntando por ella, que cómo estaba. Cada vez, mi primo me decía que María había tenido pollitos. A los 19 años, cenando con mis parientes, mi hermana mayor me soltó que la abuela había cocinado a la gallina. ¡Y que mi familia y yo la habíamos comido! Lloré horrores. © Ianara De Campos Neves / Facebook
  • A los 9 años, tenía un gato llamado Dólar. En las vacaciones, fui a pasear a la casa de mi papá y, cuando volví, el animalito había desaparecido. Mi mamá me dijo que Dólar se había ido con la gata de la casa de enfrente. Me quedé muy triste. Treinta años después, estábamos conversando mi madre, una pareja de amigos y yo, cuando mi mamá dice lo siguiente: “Cuando Rafael era pequeño, tenía un gato. Mientras estaba de vacaciones en casa de su padre, el animal murió atropellado. Yo le dije que había huido con la gata de enfrente”. Abrí mucho los ojos: “¿Cómo así, mamá? ¿Dólar no huyó con la gatita de mi amigo? Pasé toda mi vida creyendo eso, se lo conté a todo el mundo, ¿y era mentira?”. ¡Mi gato murió atropellado y yo creyendo que se había casado! © Rafael Donis / Facebook
  • Cuando era pequeña, mi papá siempre me decía que las estrellas en el cielo eran sus ojos y que, cuando quisiera hablar con él, solo tenía que mirar hacia arriba y él me respondería. Yo, tonta, me quedaba observando el cielo y conversando cada vez que él se iba a trabajar. Hoy, papá es esa estrella que está allá arriba y tengo la certeza de que me mira. ¡Cómo lo extraño! Algún día, iré a reencontrarme con el gran hombre de mi vida. 😍 ¡Te amo, pa! © Kamila Freitas / Facebook

¿Cuáles eran las “mentiritas” que tus padres te contaban? Y tú, si ya tienes tus propios hijos, ¿también acostumbras a inventar historias para protegerlos de la realidad?

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